2.

2.3K 340 173
                                    

El cumpleaños de Wonho había llegado.

Siete años en los cuales otros niños habían disfrutado el doble o el triple que él.

Pero el valoraba lo que tenía.

Ese día decidió ponerse su mejor ropa, era ropa usada pero era la que estaba en mejor estado.

Y lo más importante: no se olvidó de sonreír.

Mildred llegó, como todos los cumpleaños del niño, con un cupcake que tenía una velita. Esta vez agregó una "W" y una carita feliz al cupcake.

Wonho sonrió, estaba feliz de que la que consideraba su madre, pensara en él y lo apoyara incluso en usar su sobrenombre.

Cuando hubo soplado la velita, Mildred sacó un pequeño conejito de peluche de su bolsa, el conejito tenía una "W" bordada en la cinta azul alrededor del cuello.

El conejito tenía impregnado el perfume de Mildred.

El regalo era para que cuando el se sintiera solo, lo apretara fuerte y sintiera el olor. Si Mildred no estaba cerca, podría sentir su perfume y relajarse un poco.

Era su segundo tesoro.

Estaba muy feliz.

Caminó por un rato y decidió acercarse un par de calles a ver si podía ver a Hyungwon y lo vio de lejos subiéndose a un auto.

Era suficiente saber que estaba bien.

...

El tiempo fue avanzando, pero para Hyungwon casi todos los días eran iguales.

Reglas, normas, dinero, colegio, amigos falsos, familia desinteresada, seguridad hasta para ir al baño, sin libertad de nada y lo peor: sin felicidad.

Apenas tenía 13 años y ya lo habían obligado a convertirse en lo que ellos eran; soberbios, interesados en el dinero, egoístas, orgullosos, desagradables, malagradecidos y muy poco humildes.

Hyungwon se vio casi obligado a ingresar en un colegio de prestigio y se vio obligado a actuar como el típico niño adinerado.

Unos tenían más dinero que otros, y Hyungwon pertenecía al grupo de los más importantes: los mas ricos.

Sabía que casi cada persona que se le acercaba era por el dinero, compraba amigos por doquier y ya ni siquiera le molestaba.

Había llegado a un punto donde eso en vez de hacerlo sentir inferior, lo hacía sentir poderoso.

Compraba con su dinero lo que quisiera, incluso a la gente.

E igualmente desechaba lo que no le apetecía tener.

Pero jamás se sentía completo. Sólo se sentía superior.

Y entre mas días pasaban, más se convertía en lo que algún día había detestado.

Y no podía evitarlo.

...

Wonho había perdido el rastro de Hyungwon desde que cumplió 14 años, seguramente estuviera en otro lado, tenía entendido que su familia poseía millones, no le era extraño que eso pasara.

Aunque lo hacía sentir muy triste.

Afortunadamente había un chico de 15 años, o sea un año menor que él, que había empezado a robarle el corazón.

WANDERER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora