KIDNAPPED [Larry Stylinson]

Capítulo 16

Realmente Louis creyó haber escuchado mal.

—¿Disculpa?

—¡Dime que te casarás conmigo, prometeme que lo harás!

Aún si las cosas se joden, dime que juntos lo resolveremos y seremos cada vez más fuertes, dime que permaneceras a mi lado lo que nos reste de vida.

Necesito que me digas que todo estará bien, que sanaras mis heridas y que calmaras la tormenta en mi mente.

Necesito tus abrazos, necesito tu calor, porque sin ti no soy nada y volvería a estar muerto si tu no estas.

Necesito todo de ti.

Por eso quiero que te cases conmigo, que nos unamos en una sola alma y que seas tu mi luz, la luz que ilumine el camino de mi vida perdida en la oscuridad, para así no tener miedo nunca más.

Louis lloraba, lloraba al ver el estado del rizado, al sentir el dolor en sus palabras, dejando expuesto a su pequeño y temeroso niño, el cual buscaba refugio en él.

—H-Harry —su voz tembló.

—Louis, estoy siendo transparente contigo, porque necesito que sepas como soy, necesito que veas que en realidad soy débil y que esta máscara de asesino en realidad es una forma de protegerme. Porque realmente me hicieron mucho daño cuando tan solo era un niño —Harry también lloraba, estaba de rodillas frente a Louis con su cabeza viendo directamente al suelo.

Louis se arrodilló inmediatamente y tomó el rostro de Harry.

—Mi amor... Mi amor no, tranquilo, todo estará bien, lo que sea que te atormente lo vamos a superar juntos, no estas solo, estaré aquí, a tu lado siempre, lo prometo.

—Solo... No rompas tu promesa —susurró.

Louis se asustó al sentir como el cuerpo del rizado se hacía muy pesado.

Comprendió que este había sufrido un desmayo, con cuidado lo colocó en el suelo y se levantó rápidamente, corrió hasta la puerta y salió por el pasillo, gritaba el nombre del moreno.

Y este apareció segundos después.

—¡Zayn!

—¿Qué ocurre Louis?

—¡Es Harry!

(...)

“—Cuidado amor, no corras tan rápido.

—¡Si Mami! —gritó el niño llegando a ella.

—Mirate —sonrió— eres un desastre de rizos y hoyuelos.

El pequeño rió.

—Hoy estaré fuera, iré con tu padre a una reunión, volveré pronto, prometeme que te portaras muy bien y serás un buen niño.

—¿De verdad tienes que ir?

—Si cariño, pero te prometo que al volver jugaremos con los avioncitos todo lo que quieras.