KIDNAPPED [Larry Stylinson]

Capítulo 7

—Debes salir ahora.

—¿Que significa eso?

—Significa que han pasado dos días y no has asesinado a nadie, debemos viajar a rusia, allí asesinas a unos cuantos y regresamos, de esta forma las personas no sabrán en donde diablos nos encontramos.

—No quiero estar lejos del chico.

—¡Oh vamos! ¡Estará bien! Solo serán unas horas y luego podrás volver con él.

—Esta bien.

—Salimos en diez minutos.

Zayn desapareció por la puerta dejando que el rizado preparara todo lo que necesitaba.

Harry iba a checar como estaba Louis más recordó que eran pasadas las tres de la mañana y el chico estaría durmiendo.

Dudó un rato, más terminó caminando hasta el patio trasero, Zayn ya estaba allí.

—Te dejaré en la plataforma que esta en nuestra residencia al norte, deberás ser discreto, al parecer la interpol esta en el caso y tienen agentes que se hacen pasar por civiles.

—No debes preocuparte, nadie sabrá nada, solo llegará la noticia de que al menos una docena de personas fueron asesinadas. Todos sabrán que fue Ruthless más nadie podrá hacer nada —dijo con simpleza.

—Es increíble la forma en que lo dices —rió.

—Vámonos.

Los chicos subieron al helicóptero.

Unas horas después.

—Cuidame al chico.

—Esta bien, concentrate, vendré por ti a las dos, tienes seis horas.

—Bien.

Harry se alejó y el helicóptero alzó vuelo nuevamente.

Era hora de empezar.

Salió de la residencia, caminó hasta la calle principal y comenzó su ruta.

Iba vestido de una forma casual, sin llegar a ser muy informal, notó como unas personas no paraban de observarlo.

No tuvo miedo.

Cuando iba a cruzar la calle vio como una ancianita también intentaba cruzar, camino hasta ella y le ofreció su ayuda en un perfecto ruso.

Al llegar al otro lado esta le agradeció y pronto las personas dejaron de mirarlo.

Sonrió victorioso.

Continuo caminado hasta llegar a una avenida muy transitada.

Allí estaba su colega, Grigori era quien lo sacaría de la escena después de hacer su cometido.

Entró a un local amigo y cambió su vestimenta.

Ahora vistía de negro y solo sus ojos quedaban al descubierto.

Se escabulló hasta llegar a un callejon y saco la bomba.

Revisó minuciosamente el lugar y lanzó el bolso que cayó cerca de un banco.

Corrió y presionó el botón.

Un fuerte estruendo se escuchó para luego oír gritos, bocinas de autos y choques.

Era hora de irse, no sin antes dejar la típica R en color rojo justo en la calle.

Corrió por el callejón, al final de este Grigori lo esperaba en un auto negro con polarizado.