Amigo de la infancia

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Me encontraba en mi casa estudiando para los exámenes de la próxima semana, era un sábado por la noche, cuando de pronto me empiezan a llegar miles de mensajes consecutivos, era spam del bueno.

Me levanto de mi escritorio y voy en busca de mi celular el cual se encontraba en el velador, lo tomo y luego me siento en la cama.

Reviso para ver quién es y era Laura, una amiga que conocí en el preuniversitario hace unos años.

Éramos cercanas pero no al extremo, simplemente la consideraba una amiga más.

Laura tenía un pequeño secreto, gustaba de Martín, tenía un amor platónico por él desde que se conocieron en un cumpleaños mío.

Pero nunca le dijo nada y se guardó sus sentimientos. Al final Martín continuaba saliendo con distintas chicas y Laura se quedaba ahí mirando y sufriendo.

Aunque jamás me pidió ayuda con Martín, a pesar de que soy su amiga de la infancia. Si le contara que me besé con él, creo que me mataría.

Comienzo a leer sus mensajes los cuales son un revoltijo de emoticones felices y frases incompletas, donde creo que intentaba decirme que algo hizo con Martín, que estaban en una fiesta, que se habían encontrado por casualidad y que acababan de... besarse..., termino de leer el último mensaje y me congelo por un segundo.

Una leve molestia se apodera de mí, Martín... argh maldito Martín, siempre era tan, tan, tan!... incomprensible, nunca entendía ni una pizca de sus actitudes, sus novias siempre terminaban sufriendo por él, y él ni bola les daba, era la persona más dulce, pero al mismo tiempo más fría que podía existir.

Laura se notaba feliz, bueno, al final ese siempre fue su sueño, pero me daba miedo que Martín jugara con ella y terminara sufriendo.

Honestamente, también estaba la otra cosa... no me sentía indiferente, creo que estaba un poco molesta.

Le respondo a Laura y le digo que tenga cuidado, que Martín es un rompecorazones y que no se deje llevar, luego cierro el chat, dejo el celular en el velador y me voy al escritorio para seguir estudiando.

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Era viernes por la tarde, me encontraba tirada en mi cama leyendo un manga por el celular, cuando siento un golpeteo afuera de mi puerta, pregunto quién es, y el rey de roma se asoma por mi habitación, ni idea de cómo entró a mi casa, ni idea del porqué se encontraba entrando a mi pieza y ni idea del porqué yo me sentía tan nerviosa.

-Uhm... Qu-... Qué haces aquí? -pregunto, nerviosamente.

Por qué diablos mi hermosa madre lo habría dejado entrar, como si nada, y sin avisarme.

Creo que me iré por la opción de que Martín tiene pase gratis(full acceso) a mi casa, por ser casi de la familia.

-Ay Cata ven, dame amor -dice Martín, abalanzándose sobre mí, sin darme alguna chance de escapar.

-Martín!!, Quítate de encimaa!, -digo, intentando escapar de su abrazo.

Nos encontrábamos los dos en la cama, y yo atrapada por su abrazo.

Siempre era lo mismo, cuando Martín se encontraba con problemas, venía a mi casa y se ponía cariñoso como un niño con falta de amor.

Creo que algo le había pasado, esperaba que no fuera algo muy malo.

-Cataaaaa, te quiero tanto tanto -dice, para luego empezar a darme pequeños besitos en la cara.

Mientras hacía eso, intentaba escapar, hasta que lo logro y salgo de su abrazo.

-Martín!, que cargante!, ahora dime qué diablos te pasó -digo, con el pelo todo revuelto y respirando agitadamente.

-A mí?, nada, qué me va a pasar, sólo necesitaba un poco de ti -dice, calmadamente, mientras se recuesta en mi cama.

-A quién quieres engañar, siempre que te pones así es porque tienes un problema, o porque algo te está molestando -digo, intentando entenderlo.

-Nah Cata, está todo bien -dice, atrapando mi mano y llevándome hacia él, quedando los dos de nuevo en la cama.

Martín comienza a abrazarme de nuevo para luego tomar mi cara entre sus manos y besarme como si se fuera a acabar el mundo.

Me dejo llevar y comenzamos a profundizar el beso, hasta que me separo en busca de oxígeno.

Lo quedo mirando y luego nos besamos de nuevo.

Esto era malo, muy muy malo, se estaba volviendo una droga, sus besos, sus malditos besos!, eran fuera de este mundo.

La situación comienza a avanzar, hasta que de pronto alguien toca la puerta, me despego de Martín de un golpe, recupero la compostura y pregunto quién es, era mamá diciendo que iría al centro comercial con papá y que cuidara la casa, a lo que le respondo que no se preocupe y que vaya tranquila.

Escuchamos la puerta principal cerrarse y quedamos completamente solos.

-Martín, que diablos estamos haciendo? -digo, haciendo pucheros, mientras me siento en el escritorio y marco distancia.

-Cata, me gustas, de verdad siempre me has gustado, ya no lo puedo ocultar más, no lo quiero ocultar más -dice, decidido, agarrando un vuelo nunca antes visto.

-Martín, hace unos días te besaste con Laura y ahora me dices esta tontera, no mientas por favor -digo, duramente, frenándolo.

-Qué no la besé!, dios, ella se me abalanzó, estaba tomado y no sabía muy bien qué pasaba. -dice, sentándose en mi cama, mientras se cubría las cara entre sus manos. -Cuando me percaté de todo, me la quité de encima en un segundo.

-Martín... a mi no me gustan los hombres mujeriegos, que se meten con cualquiera, no me gustas -digo, duramente, mientras veo su rostro quebrarse. -Lo siento... te conozco más que a nadie, se qué tipo de hombre eres y definitivamente no eres lo que busco.

-Catalina, que asco eres, hace unos minutos atrás me besabas como si necesitaras de mí para respirar!, y ahora dices que no soy tu tipo de hombre -dice, enojándose y mirándome para descifrarme.

-De qué hablas Martín, So-... So-... Solo me deje llevar, nada más -digo, titubeando, mientras apartaba la mirada de la suya.

-Qué descarada eres!, definitivamente eres una pendeja que no sabe lo que quiere, no sabes nada -dice, herido, levantándose de mi cama para luego irse y dejarme sola en mi habitación.

Yo, enredada por mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora