Mi príncipe Azul

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-Qué pasa Cata? -dice Caleb, preocupado abriendo la puerta de su casa.

-Caleb, yo... yo no sé realmente qué es lo que quiero -digo, entrando a su casa, con la voz temblorosa a punto de llorar.

-Qué diablos pasó ahora Catalina?, Quién te hizo daño? -dice, confundido y preocupado, mientras caminamos hacia su pieza.

Era Lunes por la noche y me había ido a casa de Caleb después de la universidad para desahogarme con él, siempre hacía eso cuando algo malo pasaba.

Los padres de Caleb eran abogados reconocidos, por lo que pasaban ocupados viajando constantemente, y como Caleb era hijo único, se quedaba solo en su casa la mayor parte del tiempo, aunque claro, tenían a una señora que ayudaba con las tareas del hogar, pero se iba temprano.

En pocas palabras, siempre que visitaba a Caleb, se encontraba solo.

-Discutí con Martín, pasaron muchas cosas, estoy harta de todo, ya no sé qué hacer -digo, entrando a su pieza detrás de él.

-Pero qué hiciste? -dice, dudoso, sentándose en su escritorio.

-Nos besamos de nuevo y si no hubiese sido por mi mamá que nos interrumpió quizás hasta donde hubiésemos llegado -digo, estresada, sentándome en su cama. -Después dijo que yo le gustaba y luego peleamos.

Caleb se queda pensando y no dice nada por unos segundos.

-Uff Cata... pero él te gusta? -pregunta, directamente.

-Uhm... No, creo que no, solo estoy un poco confundida -digo, estresándome más.

-Y qué te hace pensar que no te gusta? -dice, analizando la situación.

-Mmm... Supongo que pienso así porque me gustas tú -digo, para luego arrepentirme al instante.

Caleb se congela y expande sus ojos en estado de shock.

-O sea, jajajaja, qué estoy diciendo, argh disculpa mi mente está en Singapur, dios, wtf ni siquiera sé por qué te nombré a ti -digo, nerviosa.

-Wow, casi me da un infarto, jajaja, esos si que hubieran sido problemas -dice, tomándolo con humor.

-Siii, tranquilo, definitivamente tú no tienes nada que ver aquí y tengo 0 sentimientos hacia ti -digo, sonriéndole y mintiéndole en la cara.

Este era uno de los peores días de mi vida, y me había convertido en la persona más mentirosa que existe.

-Cata, volviendo al tema, creo que deberías alejarte de Martín por un tiempo, al final te está dando problemas y estrés, mejor concentrarte en la universidad -dice, sabiamente.

-A pesar de que es mi amigo de la infancia y todo eso...? -digo, apenada.

-Si Cata, deja que pase un poco de agua bajo ese puente -dice, jugueteando con un lápiz del escritorio.

-Yiaaa jajaja, nah... pero tienes razón... creo que eso haré -digo, distrayéndome por su dicho y mucho más tranquila. -Basta de Martín, no quiero más problemas, supongo que con el tiempo sabré qué es lo que realmente me pasa con él.

-Cualquier cosa puedes confiar en mí -dice, honestamente.

-Si lo sé, muchas gracias Caleb, por estar siempre ahí para mí, eres el mejor amigo que pude tener -digo, tiernamente.

-Aww, Cataaa jajaja, me va a dar diabetes de lo tierna que eres -dice, bromeando.

-Jejeje, te adoro Calebcito lindo hermoso precioso, de verdad gracias -digo, explotando de felicidad.

-También te adoro Cata, siempre estaré ahí para ti, a pesar de todo -dice, feliz.

Terminamos con la hora de la ternura y nos ponemos a conversar de otras cosas.

Me gustaba tanto Caleb que podría llegar a explotar de amor, bueno, quizás estaba exagerando un poco.

Yo, enredada por mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora