Capítulo Seis

6.2K 339 9
                                    

_____ inspiró y apoyó una mano en su brazo. Al instante sintió una oleada de calor extenderse por su brazo.

Los músculos de Justin se estremecieron bajo su palma.


-¿Es justo para Estrella, ser criada por un hombre que quizá no sea nunca el padre que se merece?

_____ sintió una oleada de calidez en el corazón que no tenía nada que ver con la química entre ellos. Había creído que a él no le importaba la niña, pero se había equivocado.

-Lo siento –dijo de repente.

-¿El qué?

-Pensé que no te importaba el bebé, pero debería haber sabido que sí. Te he observado con ella. Sientes algo por Estrella.

–No es fácil de ignorar –dijo él con una sonrisa.

–Ya, pero siento haber pensado mal de ti.

-Una afirmación intrigante.

Ahora le tocó a ella esbozar una sonrisa a regañadientes.

-Tienes razón. Esperaba que tú quisieras al bebé porque yo lo hubiera querido si estuviera en tu piel -sacudió la cabeza levemente–. Es que yo siempre he querido tener hijos propios. Supongo que te estaba juzgando por mis sentimientos. Una arrogancia, ya lo sé. Tienes todo el derecho a no querer tener niños. Además, sé que es una responsabilidad enorme para un hombre como tú.

-¿Cómo yo?

-Soltero. Orientado a tu carrera.

-Ah...

-Lo único que quería decir es que lo siento. Yo, mejor que nadie, debería saber lo que es que los planes de tu vida salgan volando por los aires en un solo segundo.

_____ no había querido darle tanta información.

–¿Y qué pasó con tu mundo tan planificado, _____? -su grave voz se mezcló con los profundos y fluidos acordes que flotaba a su alrededor-. ¿Qué bomba te tiró el destino?

-No importa -_____ no quería hablar de Zac.

Por alguna razón, sentía que aquella noche, aquel momento, sólo les pertenecía a Justin y a ella-. Esto trata de ti, no de mí. 

Por las facciones tensas y las líneas de la frente marcadas de preocupación, _____ supo que quería saber más, pero volvió al tema de conversación con la esperanza de dejar el pasado donde debía estar.

-Serías un buen padre -aseguró con firmeza.

Justin frunció el ceño al notar el giro de la conversación.

-¿Sí? ¿Y por qué estás tan segura?

–Porque ya te preocupa hacer el trabajo bien. Un mal padre ni siquiera se molestaría.

-Quizá -dijo acariciándola con la mirada -. No lo sé.

-Lo verás.

Justin levantó una mano y le apartó un mechón de la cara provocando una temblorosa respuesta en su cuerpo.

-No me mal interpretes -dijo con voz tan suave como su caricia-. No estoy diciendo que nada haya cambiado. Todavía no estoy convencido de que sea bueno para Estrella que esté conmigo. O para mí.

_____ lo miró confundida. ¿No acababan de discutir aquello mismo?

–Pero yo pensaba...

-Ya lo sé -dijo deslizando los dedos a lo largo de su cuello-. Y te agradezco lo que has dicho. Pero esto es una gran decisión, _____. Una que no puedo tomar de la noche a la mañana.

No era justo que la estuviera tocando mientras hablaban de un asunto tan serio. _____ no podía concentrarse. Lo único que podía hacer era sentir. Había pasado tanto tiempo... pensó cerrando los ojos. Tanto desde que nadie la tocaba de aquella manera. Tanto desde que ella había deseado la caricia de un hombre...
Pero no era a cualquier hombre al que deseaba, admitió en silencio.

Era aquel hombre.

Gimió para sus adentros ante la idea.
Durante ocho largos años, había mantenido su corazón y sus emociones cuidadosamente cerrados. Después de la muerte de Zac, había enterrado sus deseos y pasiones y se había dedicado en cuerpo y alma al trabajo satisfecha con enseñar y amar a los hijos de otra gente.
Y ahora, de repente, ya no era suficiente.
Quizá nunca lo hubiera sido. Justin se acercó más a ella como sintiendo su rendición.

Sus manos se deslizaron sobre sus hombros y _____ sintió el calor de su caricia hasta en lo más hondo del alma. Los oscuros rincones de su corazón estaban llenándose de una luz de deseo que borraba las sombras.

La luz de la luna se filtraba a través de la ventana bañándolos a los dos en un brillo de marfil. Sonó una nueva canción en el aparato. Las guitarras habían dado paso a un lento jazz con piano y saxofón. La melodía era puramente sexual. Caliente, lenta y hechizadora. _____ tragó saliva cuando la mano derecha de Justin le rodeó la cintura. –Baila conmigo –susurró. _____ sabía que debía negarse. Tan vulnerable se sentía en ese momento, que el lugar más seguro era cualquiera menos a su lado. Pero no pudo negarse. Su cuerpo ya se estaba rindiendo a la seductora música.

Deslizando la mano izquierda por encima de su hombro, se abandonó a su abrazo y el roce de sus palmas fue una sensación de lo más erótica.

Justin empezó a moverse en un lento y apretado círculo. Se balanceó despacio al ritmo de la música y ella se movió con él. La mano alrededor de su cintura la atrajo más hacia sí y sus senos se aplastaron contra su torso. A _____ se le desbocó el corazón.

Con las rodillas temblorosas, se quedó sin aliento cuando sus muslos envueltos en el vaquero apretado frotaron sus piernas desnudas. La mano derecha de Justin se deslizó hasta abarcarle el trasero apretándola tanto contra él que sintió la inflamación de su necesidad y supo que era tan potente como las llamas sexuales que la estaban lamiendo a ella hasta el centro de su ser.

La sensual música se alzó a un crescendo junto con el deseo que hervía en ellos. Las sombras y la luz de la luna danzaban a su alrededor cuando _____ lo miró a los ojos. Con la respiración jadeante, supo el momento en que había decidido besarla. Supo que aquella era su última oportunidad de escapar. Pero en el mismo instante admitió que no quería hacerlo.

Por primera vez en ocho largos años, sólo deseaba sentir. Aunque fuera sólo esa noche.

Entonces Justin inclinó la cabeza hacia ella y todo pensamiento se esfumó.

Su boca rozó sus labios como la caricia de una pluma. Apartando al cabeza, Justin la miró con las facciones contraídas por una emoción que ella no quería explorar demasiado.

Ahora si 4 comentarios y 10 votos, eso espero que les guste<3.

Un regalo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora