Apoyada en el borde de la bañera, _____ sonrió a la gordezuela cara vuelta hacia ella. Las dos manitas de Estrella sujetaban un brillante pato amarillo de goma que gritaba cuando lo apretaba con fuerza.
El bebé, parloteando feliz con su lenguaje propio, aplastó de repente el pato contra el agua salpicando la cara y el pecho de _____.
-Bueno, gracias -dijo ella pasándose una mano por los ojos antes de apartarse el pelo mojado de la frente.
Estrella se rió echando la cabecita hacia atrás y cerrando los ojos con deleite. Entonces, con las palmas abiertas empezó a golpear la superficie del agua y contempló al pato agitarse en las olas.
–¿Divirtiéndoos?
La voz profunda detrás suyo sorprendió a _____, que dio un respingo.
-Me has asustado.
Lo miró irritada por encima del hombro.
-Lo siento -se apoyó contra el marco de la puerta y bajó la vista hacia las dos-. Pensé que me habías oído entrar.
-No es fácil -dijo _____ haciendo un gesto en dirección al bebé.
Él esbozó un atisbo de sonrisa.
-Es un poco ruidosa, ¿verdad?
Entonces su mirada se posó en a la humedad de la camisa de _____ y en su pelo mojado.
–Pensé que estabas bañándola tú a ella, no al contrario.
Dios, estaba estupendo, pensó _____ antes de poder evitarlo.
Si los grandes diseñadores pudieran verlo en ese momento, diseñarían una línea de camuflaje. Inspiró despacio y con profundidad y se recordó que ella ya había dejado de fijarse en el atractivo de los hombres mucho tiempo atrás.
Seguro. Entonces, ¿por qué se le estaba acelerando el pulso como si acabara de recorrer una maratón?
–Ya que has llegado a casa pronto –anunció entonces levantándose,-puedes terminar de bañar a la niña mientras preparo algo de cena.
Justin se estiró como si le hubieran pegado un tiro. Contra el uniforme verde, su cara palideció. Deslizó la mirada de ella al bebé y la volvió a ella de nuevo.
-De ninguna manera -declaró alzando una mano–. El trato era que cuidaras tú del bebé.
Si no hubiera tenido tanta prisa por alejarse de él, aquella situación habría sido para reírse.
–También yo dije que no cocinaría -le recordó _____-. ¿Y quién ha estado haciéndolo últimamente?
Justin frunció el ceño.
-No te he pedido que cocines para mí.
–Ese no es el asunto -dijo ella echando un vistazo hacia Estrella, que seguía contenta agitando a su pato-. El asunto es que ya que estás aquí, podemos repartir el trabajo...
-Bien –Justin se dio la vuelta para irse–. Yo cocinaré.
-¡Dios mío, no! -exclamó ella recordando el salmón que había quemado dos noches atrás-. ¡Vamos Marine! -dijo ella despacio y con sarcasmo-. Podrás manejar a un bebé unos pocos minutos, ¿no?
Maldición, pensó Justin ¡Si apenas podía aguantar estar en la misma habitación que _____ unos pocos minutos! Sus mejillas estaban sonrosadas del vapor y los mechones de fino pelo castaño se enroscaban alrededor de su cara. Sus ojos estaban acuosos a pesar del brillo de desafío que despedían.
Se le contrajeron las entrañas con un inesperado tirón. Evidentemente, pensó disgustado, su atracción por ella no se había debilitado ni un ápice a pesar de sus esperanzas.
Desvió la mirada hacia la niña, que estaba intentando atrapar las burbujas y algo se le encogió en el interior.
Había hecho todo lo posible por mantener las distancias entre él y la pequeña, pero cada vez que entraba en el apartamento, su presencia invadía todo.
Él ya no caminaba descalzo por la casa más desde la noche en que había tropezado con un sonajero. Ya no dormía hasta tarde en sus días libres y quedarse hasta tarde estaba fuera de cuestión porque no podía poner la música ni la televisión.
Una pequeña porción de humanidad había alterado toda su vida.
¡Diablos, si hasta la señora Butler le había sonreído!
En ese momento, Estrella alzó la vista hacia él y esbozó una radiante sonrisa. Se le formaron dos preciosos hoyuelos y los ojos azules brillaron de vida.
Algo cálido y suave se instaló en su pecho. Y no quería que le gustara. Intentó ignorarlo y aparentar que no sentía nada cuando miró al bebé.
Pero en el fondo, le estaba afectando como ningún ser femenino en toda su vida.
Y eso lo asustaba a muerte.
–¿Y bien? –pregunto _____–. ¿Te vas a encargar o no?
Podría hacerlo, se dijo a sí mismo. Él era un capitán del cuerpo de los Marines americano. Bien podía bañar a una niña de seis meses. En su carrera había sobrevivido al fuego enemigo, a los ansiosos novatos y a los resabiados oficiales viejos.
Una niña pequeña no iba a derrotarlo. -De acuerdo -aceptó entrando en el cuarto-. Lo haré.
-Arrodíllate aquí -dijo _____ inclinándose un poco.
Justin no deseaba estar tan cerca de _____ en ese preciso instante. Si Estrella le tocaba el corazón, _____ le afectaba de otra forma mucho más básica. Y conseguía asustarlo tanto como la pequeña.
-¿No sería más fácil si te apartaras tú primero?
Ella le dirigió la misma mirada que a un perro que acabara de hacer sus necesidades en la moqueta.
-Nunca dejes a un bebé solo en la bañera.
-No está sola -protestó mientras se arrodillaba-. Estoy aquí mismo.
-Puede pasar cualquier cosa. En unos segundos, un bebé se puede ahogar en unos pocos centímetros de agua.
-Por Dios bendito. No voy a tirarla a un lago y decirle que nade sola.
_____ apoyó una mano en la de él. Una corriente eléctrica pareció correr entre los dos.
Justin sabía que estar cerca de ella era una mala idea.
Y ella debió sentir lo mismo, porque se separó al instante. Cuando habló de nuevo, la voz le tembló un poco.
Justin no podía culparla. Él mismo se sentía tembloroso.
-Lo digo en serio, Justin. No apartes los ojos de ella ni por un instante.
-Creo que puedo aceptar la responsabilidad -le aseguró con un sarcasmo que ella no pareció notar.
-Volveré a echar un vistazo en un minuto.
-No hace falta.
-No importa. Sólo meteré la carne en el horno. Si necesitas ayuda...
-Cuando la gente necesita ayuda, normalmente acude a los Marines.
-¿Sí? ¿Y a quién le pedís vosotros ayuda?
Justin dijo con orgullo:
-Sólo hay una fuerza superior a la nuestra.
Ella se detuvo en el umbral con cara de curiosidad.
-¿Y quién es?
-Están los Marines de los Estados Unidos... y después está Dios.
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Un regalo inesperado
FanfictionEl capitán Justin Bieber había luchado en muchas batallas como oficial de la marina. Pero hacer de padre fue la misión más dura de todas. Cuando dejaron a un bebé en la puerta de su casa, Justin pidió refuerzos y la niñera _____, _____ apareció en s...