Capitulo Ocho. Parte III.

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Para cuando Estrella estuvo bañada, alimentada y dormida, _____ tenía los nervios a flor de piel. Tenía un nudo en el estómago y un ardor en el vientre por lo que estaba a punto de pasar.

Abrió los grifos hasta ajustar la temperatura de la ducha.
El pequeño cuarto de baño se llenó de vapor lentamente. Salía del borde de la bañera y se elevaba en una danza arremolinada como una bruma caliente.

_____ se miró al espejo mientras se sujetaba el pelo en la coronilla. Deslizó con pereza la mirada por su imagen y no pudo evitar preguntarse qué encontraría Justin tan atractivo en su figura. Sus senos eran demasiado pequeños como para ser voluptuosos, sus caderas demasiado redondeadas para estar a la moda y nunca tendría una cintura pequeña. Las piernas era lo que tenía mejor y aún así, eran demasiado cortas.

Un poco avergonzada, se rodeó la cintura con los brazos y le sorprendió que sus manos estuvieran frías.
No debería haber aceptado aquello, se dijo a sí misma con consternación. Debería haber sido fuerte. Debería haberle dicho que repetir un error sólo aumentaría el problema.

Pero al instante le asaltaron las imágenes de ellos dos en el sofá y se le endurecieron los pezones. La atracción que existía entre ellos, era demasiado fuerte como para ignorarla.

Suspirando, se dio la vuelta, entró en la bañera y corrió la cortina. Se quedó bajo el agua caliente un rato con la esperanza de que calmara sus nervios. Alcanzó entonces la barra de jabón y la frotó entre las palmas antes de enjabonarse los hombros y el cuello.

-¿Puedo ayudarte con la espalda? -la sobresaltó una voz grave y profunda a sus espaldas.

–Vete -ordenó mientras él corría la cortina y subía sobre el borde de la bañera para unirse a ella.

Una de sus manos le rozó el hombro y lentamente descendió por su columna hasta su trasero. _____ se estremeció.

-Los dos queremos ducharnos, así que ¿por qué no ahorrar agua?

_____ gimió para sus adentros. Una cosa era hacer el amor con un hombre en la oscuridad de una habitación y otra bajo la luz fluorescente de un baño cuya bañera parecía encogerse a cada minuto.

-¿_____? –la llamó él con suavidad.

Dirigió un rápido vistazo por encima del hombro y al instante supo que estaba perdida.

Las nubes de vapor le envolvían la cabeza. Los ojos miel que la miraban brillaban con el ardor del deseo. Las gotas de agua pendían del suave vello rubio de su torso. _____ bajó aún más la mirada para posarla sobre su sexo excitado.

-Pásame el jabón -insistió.

Sin decir una palabra, hizo lo que le pedía. Le observó frotarse las manos con la barra y contuvo el aliento cuando la alcanzó.

Sus fuertes manos se posaron en sus hombros.
Sus dedos frotaron cada lado de su cuello y _____ sintió que los músculos se le derretían mientras él le deshacía con delicadeza los nudos de tensión. 

_____ se inclinó hacia adelante y apoyó la frente en los fríos y húmedos azulejos para concentrarse en la sensación de sus manos. Sintió la piel jabonosa de él deslizarse a lo largo de su columna hasta la curva de su trasero.

Sus palmas le abarcaron las nalgas acariciando y frotando la sensible piel hasta que ella gimió de placer y se apoyó con más fuerza contra la pared. Con la mano derecha, alcanzó la bandeja de porcelana del jabón encastrada en la pared y la asió con fuerza mientras él continuaba explorando su cuerpo.

-Adorable -murmuró él con voz ronca de deseo-. Es tan adorable...

A _____ le temblaron las rodillas y se puso rígida. Se negaba a disolverse en una masa de sensaciones a sus pies.
Entonces, una de las manos jabonosas se introdujo entre sus piernas apremiándola a que las abriera para él. La suave y deslizante sensación de sus dedos en sus muslos le hizo soltar otro gemido gutural. _____ se apretó por completo contra los azulejos azules y blancos, volvió la cara de medio lado y cerró los ojos.

–Déjame tocarte, _____ –susurró él.

Al instante ella abrió más los muslos con la respiración jadeante. El estómago se le comprimió y la boca se le secó. Agarrándose a la bandeja del jabón como si le fuera la vida en ello, esperó por la íntima caricia que estaba a punto de llegar.
Entonces él la besó en la parte posterior del cuello.

_____ dio un respingo a sentir una corriente eléctrica. Sus labios y su lengua juguetearon con su nuca antes de descender por su espina dorsal.

-Justin -murmuró.

Sintió entonces que él se arrodillaba tras ella y quiso protestar, pero no le salió una sola palabra. Sus largos dedos enjabonados frotaron y acariciaron la piel que a cada momento se estaba volviendo más sensible.
Una de sus manos se deslizó entre sus muslos desde atrás y ella se arqueó de anticipación. Justin enterró dos dedos en su húmedo ardor apretando y frotando sus músculos internos hasta que su cuerpo fue una masa temblorosa de sensaciones.

_____ gimió y abrió las piernas aún más en un ansioso intento de sentirlo más. El vapor cegaba todo menos las caricias de Justin.
Entonces la besó en el trasero mordisqueándola con suavidad. Lentamente Justin se levantó frotando su cuerpo contra el de ella. Su sexo excitado le recordó que quedaba más por llegar.

_____ se quedó sin aliento. El corazón le golpeaba la caja torácica con un ritmo frenético.

Las rodillas le temblaron y tuvo que agarrarse a la bandeja con más fuerza.
Cuando Justin se apretó con firmeza contra su espalda, apartó la mano de sus piernas a pesar del gemido de protesta de ella.
Pero no se apartó. En vez de hacerlo, deslizó la mano derecha por delante bajándola por su vientre hasta llegar al rizoso vértice del final de sus muslos.
Agradecida y ansiosa, _____ murmuró:

-Sí, Justin. ¡Oh, por favor, ahora!

Justin bajó la cabeza para besarla en la mejilla y en la comisura de los labios. _____ no podía moverse ni se atrevía a apartarse un milímetro de la pared alicatada que era su único soporte.

Cuando su mano se deslizó por su piel mojada hasta llegar a su palpitante centro, ella se estremeció con violencia. Su dedo pulgar frotó el endurecido botón de su deseo. Justin susurró, pero sus palabras se perdieron entre el murmullo del agua y los latidos de su corazón. Sus caderas se arquearon con frenesí mientras él la acariciaba sin cesar.

Con el cuerpo agitado contra sus masculinas manos, _____ se retorció buscando alivio con desesperación. Justin se apretó aún más contra ella hasta que sus cuerpos quedaron pegados.

Con la respiración jadeante, _____ buscó aire en el diminuto receptáculo. Impotente para hacer nada que no fuera abandonarse a la oleada de deseo que estaba creciendo dentro de ella, _____ gritó su nombre cuando la primera explosión la llevó al límite.

Un regalo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora