Capítulo Nueve.

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Con manos temblorosas, Justin cerró el agua y salió de la bañera. Se dio la vuelta y recogió a _____ en brazos. Ella se apretó contra él con el cuerpo todavía tembloroso mientras susurraba su nombre. Justin no se molestó en agarrar toallas. La deseaba ya. Húmeda y sonrojada del vapor. En silencio, se encaminó a la habitación.

Hubiera deseado hacerle el amor en la ducha. Mirarla mientras el clímax la sacudía, le había hecho llegar hasta el límite.

Pero no cometería otro error con ella. Esa vez tendría el cuidado que debían haber tenido la primera vez.

Entrando en la habitación oscura, se dirigió directamente a la cama y le tendió sobre las sábanas blancas. _____ se estremeció con languidez, abrió los ojos y sonrió. Los mechones mojados le enmarcaban la cara y tenía los ojos turbios de pasión.
Susurró su nombre y extendió los brazos hacia él.

Justin apretó los dientes, abrió el cajón de la mesilla y revolvió a ciegas su contenido. Cuando encontró lo que buscaba, cerró de golpe.
Sus dedos, de repente torpes, rasgaron el envoltorio.

-Justin-susurró ella con suavidad incorporándose sobre un codo y extendiendo la mano libre hacia él-. Déjame hacerlo a mí.

Justin le pasó el paquete increíblemente excitado ante la idea de sus manos sobre él.

_____ se sentó y se acercó al borde de la cama. Justin tenía la respiración entrecortada mientras la observaba sacar el preservativo y acercarse a él.
Los dedos de ella se cerraron con fuerza alrededor de él. Con el pulgar lo acarició y frotó hasta que le oyó gemir.

-_____. Estoy al borde del límite.

_____ esbozó una femenina sonrisa de satisfacción. Inclinándose hacia él, le besó en el estómago y Justin lanzó una maldición cuando sintió que perdía el control.

-Pues traspasa ese límite-Justin le apremió con suavidad

Justin bajó la vista hacia ella y sintió que el corazón se le paraba, con su boca a unos milímetros de su excitación, se acercó aún más. Justin apretó los dientes y los puños. Sólo podía cerrar los ojos para no perder el control.
Pero no pudo apartar la mirada.
Observó cómo sus labios lo tocaban y sintió el suave aliento contra su ardiente piel.

Un ronco murmullo de necesidad se escapó de sus labios. Él pelo mojado de _____ contra sus muslos era un dramático contraste del ardor que sentía por dentro. Un momento. Se abandonó a la íntima caricia mientras se moría por estar dentro de ella, por enterrarse en ella para que nunca más estuvieran separados.

De repente. Justin no puso soportar más. Alcanzándola, le apartó las manos a ambos lados de la cabeza y le alzó la cara hacia él. Cuando sus ojos se encontraron, se sintió conmovido hasta la médula al ver la oscura pasión en la mirada de ella.

–Ponme el preservativo, _____. Necesito estar dentro de ti y no podré aguantar más tiempo.

–Yo también lo necesito, Justin. Más de lo que hubiera creído posible.

–Date prisa, _____. Date prisa.

_____ se lo puso lenta y cuidadosamente. Entonces se tendió en el colchón y estiró los brazos hacia él en gesto de bienvenida. Ya no podía esperar ni un segundo. El dulce tormento ya había durado demasiado. Una salvaje necesidad le quemaba con una energía que no podía ser negada.

_____ se arrodilló entre sus muslos, deslizó las manos bajo su trasero y le alzó un poco las caderas para permitir la entrada. Cuando avanzó dentro de su calor, se detuvo abandonándose a la sensación de su cuerpo cerrándose alrededor de él. Y experimentó la misma sensación de la primera vez.
Era como volver a casa.
Con el siguiente aliento, empujo para entrar en lo más profundo de ella y en segundos empezó el ritmo ancestral que los desbordó sin remedio.
_____ le apretó los hombros y los antebrazos. Justin sintió sus uñas y agachó la cabeza para devorarle primero un pezón y después el otro. Deslizó la lengua y la lamió hasta que ella empezó a retorcerse bajo su cuerpo.

_____ subió las manos hasta su torso y él sintió sus dedos en sus pezones como un relámpago. Redobló sus esfuerzos en acariciar sus senos uno cada vez.

-Por favor Justin–susurró ella-. Esto es tan delicioso -sacudió la cabeza contra la almohada y el pelo se derramó contra la tela-. No puedo hacerlo de nuevo. Es demasiado pronto.

-Otra vez –murmuró él con voz espesa.

A pesar de sus protestas, _____ arqueó las caderas y se acopló a su compás. Justin sintió el cambio en ella mientras se acercaba otro clímax. La respiración se le aceleró y _____ le clavó las uñas en la espalda.
Justin alzó la cabeza y la penetró de nuevo hasta que ella alzó las piernas y las enroscó alrededor de su cintura. La penetración fue más profunda. Con la espalda arqueada, _____ ladeó la cabeza y gritó en alto.

Justin apoyó las dos manos a ambos lados de su cabeza y le tomó los labios cuando el placer la sacudió y la arrastró.
Cuando los temblores se suavizaron, Justin sintió las oleadas de alivio sacudirle a él. La entreabrió la boca con la lengua y le absorbió el aliento mientras se estremecía en sus brazos.

Justin rodó después de medio lado sin soltarla y la atrajo con un brazo. Ella se acurrucó contra su hombro mientras escuchaba los regulares latidos de su corazón. Inspiró con fuerza para recuperar el aliento. En aquel momento, no podría correr aunque le fuera la vida en ello. Tenía todos los músculos del cuerpo abotagados.

Cuando Justin deslizó los dedos por su espalda, _____ sonrió con tristeza. Su delicada caricia fue como un nudo alrededor del corazón. No quería
reconocerlo. No podía admitir ningún sentimiento aparte del placer. Hacerlo le conduciría al desastre.
Sintió que se le comprimía el pecho con una desbordante emoción a la que se negaba a dar nombre.
Entonces un velo de lágrimas le nubló la vista y cerró los ojos contra el dolor que la asaltaría. Por el momento, sólo deseaba reposar en sus brazos y escuchar los latidos del corazón del hombre que se había vuelto tan importante para ella.

Un regalo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora