En un esfuerzo por mantener la cordura y la paz mental, _____ se fue de compras a la mañana siguiente.
No era que necesitara o quisiera nada en particular, pero no podía quedarse encerrada en el apartamento todo el día. Necesitaba espacios abiertos y sentir el viento en la cara.
Desde que la noche anterior había oídos los planes de futuro de Justin y había comprendido que ella no formaría parte de ellos.
Al instante, recordó su cara de determinación cuando había vuelto a la cama. Todos sus instintos le decían que estaba a punto de hacerle una proposición. Una proposición que tendría que rechazar. No podía arriesgarse a amar de nuevo. El dolor de la pérdida sería demasiado profundo. Por suerte, había conseguido evitar que dijera las palabras que hubieran acabado su tiempo juntos. De momento.
_____ apretó la barra de la sillita del bebé. No estaba segura de cuánto tiempo más aguantaría, pero no creía poder durar todo el verano.
El dormido pueblo costero era pequeño y tenía más tiendas para turismo que para los habitantes, pero _____ apenas se enteró. Estuvo viendo tiendas de artesanía y entró en una de bebés donde compró un gorro para el sol para Estrella.
Después se metió en un café a disfrutar de un merecido descanso y a darle el biberón a la niña.
Por fin. Sin dejar de mirar escaparates en el camino de vuelta, _____ se detuvo en seco frente a una boutique de señoras.
El sol brillaba en el cristal resplandeciente, pero _____ no estaba admirado el maniquí muy bien ataviado.
Su mirada quedó atrapada por su propio reflejo. Apretó la barra de la silla y estudió reflexiva a la mujer en la que se había convertido.
De alguna manera, hasta ese momento no se había prestado mucha atención. La mujer del cristal parecía diez años mayor de los treinta. El pelo en una desarreglada coleta y la figura escondida en una camisa túnica de color amarillo y una falda hasta los tobillos que flotaba a su alrededor. Hasta los zapatos eran un poco de matrona.
Alzó la vista para mirarse a los ojos y se apartó un mechón de la cara.
–¿Qué te has hecho a ti misma? –susurró.
Antes solía ir elegante.
De acuerdo, quizá no elegante, pero tenía un aspecto interesante. ¿Qué había pasado?
Había pasado que se había muerto Zac.
Mordiéndose el labio inferior, reconoció que desde la muerte de su prometido, se había escondido. Había construido una torre alrededor de sí misma y había creído que vistiéndose como una vagabunda no atraería la atención de los hombres. No había querido arriesgarse de nuevo a amar.
¡Menuda broma! No había servido de nada.
Justin había visto a través del exterior desarreglado a la mujer que realmente era. De alguna manera, le había tocado el alma a pesar de las barreras que ella había levantado con tanto cuidado.
Ahora, aquella ropa sólo representaba mal gusto, aunque no podía permitirse enamorarse de nuevo, ya no había motivos para esconderse tras aquella ropa que le quedaba tan mal.
-Bueno -dijo pensativa mirando a la sillita-. Ya que la ropa no sirvió de nada, ¿por qué no entramos a ver si encontramos algo que me quede mejor?
Estrella pataleó y gritó excitada.
-Tienes razón. Creo que ya es hora de que vuelva al mundo. Un paso de cada vez.En aproximadamente tres horas subo la otra parte, ojala tenga muchos muchos votos y comentarios las amo<3
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Un regalo inesperado
FanficEl capitán Justin Bieber había luchado en muchas batallas como oficial de la marina. Pero hacer de padre fue la misión más dura de todas. Cuando dejaron a un bebé en la puerta de su casa, Justin pidió refuerzos y la niñera _____, _____ apareció en s...