Capitulo Diez. Parte IV.

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Dirigió la mirada hacia _____. Tenía las mejillas pálidas y los ojos muy abiertos de alarma.

-¡No te asustes! -esperó hasta que la vio tranquilizarse-. Probablemente nos sobre mucho tiempo. Vamos fuera. Ahora mismo.

Ella asintió con rigidez y se dio la vuelta, pero hacia su habitación.

–¿A dónde diablos vas?

-A buscar la chaqueta de Estrella.

-Olvida la maldita chaqueta -dijo él dando los pocos pasos que la separaban de ella para asirla por la muñeca-. Vamos fuera del edificio. Eso es lo único importante ahora.

Apretando a Estrella contra su pecho a pesar de sus esfuerzos por liberarse de él, Justin se detuvo en la puerta y pasó la palma de la mano por el panel. Estaba frío. Lanzó un suspiro de alivio para sus adentros. Al menos sabía que no había fuego en el pasillo esperando para envolverlos.

Giró el pomo, asomó la cabeza para examinar la situación y salió.

-Vamos -le apremió a _____.

Ella se acercó a su lado e intentó agarrar al bebé.

-Yo la llevaré. Tú mantente detrás de mí. Agárrame por el cinturón y no lo sueltes.

Pasara lo que pasara no quería correr el riesgo de perderla.

Pasaron por delante de la puerta de Alba y Justin se detuvo y llamó con el puño.

-¡Alba! -gritó.

Como nadie contestó, Justin se convenció de que estaría ya fuera. No podía esperar. Todos sus instintos le apremiaban a que dejara a _____ y a Estrellla a salvo.

La puerta del otro único apartamento estaba abierta. Aparentemente, el otro inquilino ni se había molestado en cerrarla con las prisas.

Justin siguió avanzando por el pasillo enmoquetado. Era raro, ahora le parecía mucho más largo.

Al llegar al final, entrecerró los ojos. Justo pasado el ascensor, un tentáculo de humo llegaba hasta lo alto de las escaleras.

El pecho se le contrajo y se le secó la boca.

La cinta de neblina gris se enroscaba y caracoleaba hasta el techo antes de avanzar hacia el pasillo, en dirección a ellos. El estridente sonido de la alarma sonaba como los gritos de los condenados.

Ignorando el susurro del miedo, Justin apresuró el paso obligándose a dirigir a su familia hacia el humo. No había otra salida. No podían tomar el ascensor. Tenían que usar las escaleras.

-Justin –susurró _____ con tensión–. La niña. Se ahogará.

El humo les llegaba al nivel de los ojos en ese momento y seguía descendiendo a cada segundo. Pronto no podrían respirar sin jadear.

–Estará bien –respondió girando la cabeza de Estrella contra su pecho–. Agáchate. Mantente lo más baja que puedas.

-De acuerdo. Vamos.

Se lanzaron escaleras abajo entre las ráfagas de humo que parecían cuerdas fantasmales intentando retenerlos. Mantenerlos dentro.

La puerta principal estaba abierta y Justin se lanzó hacia ella.

En la pradera, gente de toda la calle se arremolinaba. Un surfista y una mujer de mediana edad tenían mangueras domésticas en la mano dirigidas a una de las ventanas de los tres apartamentos del piso bajo.

Justin bajó los escalones, pero tampoco se detuvo. No hasta que Estrella y _____ estuvieran a salvo a una distancia prudencial del fuego.

Bajo las gruesas ramas de un arce, Jusrin soltó a Estrella y lanzó una carcajada al ver su mueca de disgusto. Al momento siguiente se volvió para tomar a _____ en sus brazos.

-¿Estás bien? -preguntó dándole un beso en la frente.

-Sí -respondió ella alzando la cabeza hacia él con una sonrisa asustada.

Tenía la respiración jadeante, pero por lo demás estaba bien. Justin dirigió una oración de gracias y alzó la mirada hacia el grupo de gente.

Ausente, escuchó acercarse el sonido de las sirenas de los bomberos.

Justin frunció el ceño y barrió con la mirada las caras de la multitud.

-Alba –murmuró con una sensación de vacío en el estómago.

–¿Qué? ¿Qué pasa con ella?

-No está aquí -le pasó al bebé a _____ y se dirigió hacia la puerta-. No ha salido.

-¿Estás seguro? -dijo _____ siguiendo sus pasos.

-No. Pero no la veo por ninguna parte.

_____ apretó al bebé con fuerza.

-¡Oh, Dios! Justin...

Tenía que comprobarlo. Tenía que asegurarse de que la anciana había conseguido ponerse a salvo.

Un regalo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora