11.

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Milo entra al apartamento de su hermano, esta preocupado, busca con la mirada a Naím pero no hay rastro de él, camina por el lugar y se encuentra con vidrios rotos.

-Mierda- maldice.

Su hermano otra vez estaba con una crisis, hace rato no le sucedía, estaba tranquilo creyendo que Naím se estaba recuperando, pero lo sucedido hoy fue un detonante, cuando Mateo lo llamo para contarle lo del ataque, supo de inmediato que su hermano se enfurecería, Naím estaba sentado con su cuerpo contra el mueble de su bar, hay varias botellas rotas esparcidas por el suelo, a Milo se le subió la bilis.

-¡Naím!- lo llamó con su voz preocupada.

Su hermano tenia la cabeza baja y la mano ensangrentada, una mueca se dibujo en sus labios.

Naím

La ira es como una bomba que crece en tu interior a punto de explotar, sientes que el corazón te late a mil por hora, quieres matar a cualquiera que se te cruce en el camino y lo que es peor pierdes la noción, la conciencia de que alguien quiere salvarte, pero no te das cuentas que lo hace, y sin quererlo lo lastimas, si Clara hubiera estado cerca de mi, quizás hubiera salido lastimada por mi culpa y eso no me lo perdonaría, esto es una maldición para mi, lo que me dejo el estar encerrado, durmiendo con un ojo abierto esperando en la oscuridad de mi celda a que alguien venga a querer matarme, en esos lugares tener un apellido  no siempre te salva.

-Maldita sea Naím- masculla mi hermano mientras me envuelva la mano ensangrentada con una toalla.

-Estoy bien- lo tranquilizo, pero es inútil, en sus ojos veo la preocupación reflejada.

-¡Y una mierda hermano!- espeta- ¿en qué estabas pensando?.

Se mueve de un lado a otro, y busca la escoba y el tacho de basura para comenzar a barrer los vidrios, yo estoy descalzo pero ni me muevo de donde estoy.

-Quisieron matarme Milo- le digo en voz baja y él se detiene sin mirarme- Clara estaba conmigo.

-De seguro venían siguiéndote.

Asentí en silencio.

-Mis hombres están revisando las CCTV- él sigue con lo suyo pero me escucha.

-¿Se lo dijiste?- me pregunta de repente con la mirada hacia el suelo y la escoba en la mano.

Se a lo que se refiere.

-No- contesto cuando  me pongo de pie y me alejo del lugar- bueno, tendré que mandar a instalar otro aparador de vidrio- digo viendo el aparador echo añicos.

-¡Ay no!- exclama y levanta lo que queda de una botella de VodkaRusso- Baltique, costoso, que me obsequio un magnate ruso-¿enserio?- dice moviendo la cabeza- ¿tenías que arrojar este?- levanta la mitad de la botella y la arroja a la basura.

Me río.

-Deja eso Milo, vas a lastimarte- le digo.

-No más de lo que ya lo has echo tú- me contesta.

Me quedo en silencio, levanto la cabeza y lo miro a los ojos, él hace lo mismo esperando mi respuesta.

-No empieces, no estoy de humor- le advierto, la verdad es que no tengo ganas de discutir con él, no tiene la culpa pero se que lo hace por que esta preocupado, fue testigo de mi pasado mejor que nadie.

voy a mi habitación, escucho que arroja molesto las cosas al suelo y me sigue.

-Nunca estas de humor hermano- me suelta- deje mi trabajo para venir a limpiar tu mierda- dice furioso- ya deja de hacer esto Naím- me alza la voz- ¡deja de culparte mierda!.

Los príncipes de la mafia II  : NaímDonde viven las historias. Descúbrelo ahora