4. La boda

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—Magnus, deja de moverte —espetó Izzy cuando clavó sin querer un alfiler en la pierna de Magnus.

— ¡Izzy! —Exclamó indignado al sentir el pinchazo—. Le hiciste las modificaciones necesarias al traje unos días antes, ¿¡por qué tienes que hacerle más arreglos en este preciso momento!?

La vio enderezarse y erizar el hermoso pelaje de su cola, su omega interior se retorció al ver a la alfa enojada. Aunque, como siempre, su orgullo lo hizo enderezarse para enfrentarla y se sorprendió al darse cuenta de que no había sido nada difícil hacerlo.

—Lo estoy acomodando porque estás a unos minutos de caminar por el pasillo y encontrar a Alec en el altar. Hoy el traje te queda flojo y no voy a permitir que se te vea mal —sentenció ella tomando aguja e hilo entre sus manos. Era cierto, cada vez que su cuñada le hizo la prueba del traje le quedaba más flojo. Algo no iba bien en su cuerpo y no había tenido tiempo para averiguarlo— ¿estás comiendo bien? —El tono preocupado aminoró su enojo.

—Sí... —respondió mientras se quitaba el pantalón para entregárselo a Izzy—, probablemente solo sea el estrés por la boda.

La vio zurcir seria y concentrada, aunque no estaba seguro si le estaba poniendo completa atención a la prenda.

—Toma —dijo Izzy extendiéndoselo de nuevo—, no tienes de qué preocuparte, lo único que debes hacer hoy es disfrutar de tu día —su cuñada sonrió con calidez y alegría agitando la cola, lo cual lo contagió y por primera vez en el día se sentía eufórico por lo que estaba a punto de suceder—, ahora, tengo que arreglarme así que siéntate y relájate porque todavía tenemos una hora antes de la ceremonia.

La vio tomar un vestido púrpura y entrar al baño que se encontraba ahí mismo.

Suspiró con distintas emociones embargándolo y se dejó caer en la lujosa silla que tenía frente al tocador lleno de distintos productos de belleza.

En ese momento se encontraba en la mansión Lightwood, siendo específico en la recámara de Izzy. Al final, Alexander cambió casi todos los planes de su hermana y decidió que se casarían en su propia casa. Le había insistido en varias ocasiones que fuera en otro lugar, pero él quería dejarles bien en claro a sus padres que su decisión era incuestionable y que estaban prácticamente forzados a aceptarlos.

Magnus echó la cabeza hacia atrás, iba a pasar la mano por su cabello, pero recordó que Izzy y él habían pasado las últimas horas haciendo infinidad de retoques en su cabello y maquillaje en tonos negros brillantes y no estaba dispuesto a arruinar el magnífico trabajo que habían logrado.

La relación con los padres de Alexander no mejoraba a pesar de la inevitable boda, inclusive ya ni siquiera se les veía en el edificio de la corporación. Lo peor era que siempre que intentaba hablar de este tema con su prometido la única respuesta que obtenía era que no tenía de qué preocuparse y que en algún momento ellos cederían. Cuando en realidad lo que él deseaba era que lo aceptaran y quisieran, o mínimo lo respetaran porque no le gustaba la idea de que cuando tuvieran hijos los rechazaran.

«Bebés» pensó al mismo tiempo que llevó una mano a su vientre.

A pesar de que ya llevaban seis meses de relación y habían atravesado varios celos juntos, en ningún momento se había embarazado. Tampoco era como si hablaran del tema pues no se atrevía a decir nada al ver que él tampoco hacía ninguna mención al respecto.

El llanto de un bebé en la planta baja lo hacía sentir más ansioso, el bebé de Clary y Jace ya había nacido y rápidamente se convirtió en el centro de atención de la familia. Esa situación también acrecentaba su deseo de brindarle esa misma felicidad a Alexander.

La vida con mi felino destinado (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora