14. El extraño comportamiento de Magnus

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Alec le explicaba a Izzy acerca del equipamiento nuevo y de cómo serían las pruebas que se le harían a Simon ya que la mayoría eran exámenes de sangre. Al abrirse las puertas del ascensor vio el escritorio de Clary vacío lo que se le hacía extraño porque ella siempre estaba ahí para recibir a las visitas.

—Magnus, sal de la oficina —se escuchó a Clary pedir entre risas.

Caminaron por el pasillo y se encontraron a Ragnor y Cat con algunos laboratoristas que no llevaban sus usuales batas blancas. La pequeña multitud estaba parada por fuera de su oficina, la cual, ya llevaba dos meses cubierta por largas cortinas negras que estaban corridas y no dejaban ver lo que sucedía adentro.

— ¿Qué sucede? —Se apresuró a preguntar Izzy.

—Magnus está... —dijo Cat viendo con duda a Clary quien solo se carcajeó.

—Haciendo algo en lo que solo Alec puede controlar —respondió la pelirroja con rapidez.

— ¿Por qué no puede intervenir nadie más? —Pensaba que Clary estaba exagerando.

—Velo por ti mismo —contestó Ragnor empujando la puerta de su oficina.

Un fuerte siseo de advertencia le erizó la piel. Magnus sonaba muy enojado, a la defensiva y se preguntó qué era lo que lo tenía tan molesto.

Entró con lentitud en la estancia y cerró la puerta tras él, de inmediato el siseo fue sustituido por un suave sollozo. La oficina estaba casi oscura, solo entraba un poco de luz por las separaciones de las cortinas, no podía ver a Magnus por ningún lado hasta que se asomó por detrás del escritorio. Encontró a su esposo hecho un ovillo, recostado encima de un montón de telas blancas.

—Está muy duro y huele feo —se quejó Magnus con otro sollozo.

Alec se sentó en el piso a un lado de él con las piernas estiradas y de inmediato su esposo se trepó en su regazo, se abrazó y aspiró en su cuello.

— ¿Qué está duro y qué huele feo? —Murmuró besando la frente de Magnus.

—Esas batas —reprochó su destinado—, no es un lugar cómodo y no huelen a ti.

Magnus se removió sobre su regazo como si fuera un gatito incómodo que no encontraba el lugar adecuado para tomar una siesta.

— ¿Y qué hacías acostado en el piso de mi oficina?

Su esposo se separó un poco para verlo a los ojos, su cara berrinchuda se tornó seria y confundida.

—En cuanto subí a este piso me sentí muy cansado, decidí entrar a tu oficina para sentarme en tu lugar y comencé a sentirme muy incómodo. Así que entré al laboratorio, les quité las batas a todos y las dejé en un lugar que olía a ti. Traté de que se impregnaran con tu aroma, pero siguen oliendo feo.

Magnus volvió a retorcerse quejándose y sollozando mientras se frotaba contra su pecho.

— ¿Y por qué no dejabas entrar a nadie? —Quiso asegurarse para confirmar su idea de lo que estaba pasando.

—Porque no quiero que nadie se acerque y contamine tu espacio con sus aromas —sollozó agitando su cola claramente frustrado.

—Te dije que te quedaras en casa, ya es tiempo de que empiece tu época de anidación —susurró sobre su oreja a la vez que acariciaba la espalda de su esposo.

— ¿Cómo que anidación? —Magnus parecía confundido y muy incómodo.

—Creo que te hace falta leer un poco más del embarazo —su destinado se separó de él y le dio una mirada ofendida—, tu instinto te dicta que debes hacer un nido para recibir a nuestro bebé, así que te llevaré a casa y el resto del embarazo descansarás, ¿de acuerdo?

Su esposo tenía la apariencia de querer discutir, en cambio, volteó a ver las batas blancas, las recogió con molestia y las frotó contra su torso con desesperación.

—Puedo trabajar, solo necesito que todo huela a ti —Alec soltó sus feromonas y Magnus se relajó—, sí, así —suspiró su destinado aferrándose a su cuello.

Con un poco de trabajo y apoyándose en la pared, se levantó con Magnus en brazos. Lo obligó a que soltara las batas dejándolas caer en el piso para encaminarse a la salida y Magnus siseó desplegando las garras sobre su pecho.

—Nadie se te va a acercar, lo prometo —dijo antes de abrir la puerta y ver a todos con sus caras expectantes. La pequeña multitud dio un paso atrás cuando su aroma territorial salió de la oficina. Se vio en la necesidad de seguir despidiendo sus feromonas para evitar que Magnus atacara a alguien— Izzy, ¿puedes hacerte cargo hoy? Necesito llevar a Magnus a casa.

Su hermana asintió viéndose confundida.

Sin dar más explicaciones continuó caminando y sintió a Clary detrás de ellos.

—Toma —dijo ella en cuanto se detuvieron para esperar el elevador. Magnus levantó un poco su rostro y tomó con brusquedad la prenda que la chica le extendía, de inmediato Magnus la frotó contra su pecho como lo hizo con las batas— encontré esa chaqueta en la sala de juntas y supuse que sería de gran ayuda para tu nido.

—Gracias —balbuceó Magnus hundiendo la cara en la prenda.

Al abrirse las puertas del elevador entró en él y con un asentimiento serio se despidió de Clary antes de que las puertas se cerraran de nuevo. Por un momento pensó en qué hubiera pasado si su enloquecimiento por no separarse de Magnus se hubiera mezclado con la época de anidación, seguramente se hubieran vuelto locos y sus familiares se hubieran visto obligados a aventarles comida desde afuera para que no murieran de hambre. Agradeció que al menos uno de ellos se mantuviera cuerdo en cada etapa del embarazo.

*****

Un tiempo no identificable después, Magnus estaba recostado removiéndose en la cama con el cuerpo adolorido, a pesar de que ya había comido y tomado una larga ducha en compañía de Alexander seguía sintiéndose incómodo y molesto.

—Tienes que dormir —susurró su destinado con un largo bostezo.

Volteó a ver el reloj de la mesita de noche y se molestó más cuando se percató de que ya era media noche y no podía conciliar el sueño.

—La cama está muy dura —sollozó frustrado.

No tenía la intención de molestar a Alexander porque tenía que presentarse al trabajo al otro día, pero tampoco se podía mantener quieto debido a que la cama le lastimaba.

—Ven —balbuceó su esposo todavía con los ojos cerrados. Lo tomó en sus brazos y fue colocado sobre él— ¿mejor?

Magnus se retorció buscando la suavidad del pecho de Alexander.

—Mejor —suspiró contra el suave vello negro.

Si bien, no era la suavidad que él necesitaba, estaba lo suficientemente a gusto como para quedarse quieto por un rato. Además, el constante latido del corazón de Alexander lo tranquilizaba de modo que por fin pudo dormir por unas cuantas horas.

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Ahora le tocó a Magnus enloquecer por el embarazo para dejarse consentir por su alfa 😍😍 y para quienes atinaron que era por el nido, tengan su paletita 🍭😂. Pronto veremos la construcción del nido perfecto para Magnus ❤️

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La vida con mi felino destinado (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora