16. Marcando el nido

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Dos semanas después, Alec, abrió la puerta de su casa y aventó su maletín sin importar en donde cayera, lo único que quería era llegar al nido que había construido Magnus para absorber su dulce aroma y en cuanto tuviera suficiente se acercaría a su vientre y lo besaría hasta quedarse dormido.

Sus pasos se vieron interrumpidos cuando un bufido se escuchó provenir de la sala, por lo que se asomó y encontró en el sillón más grande a Magnus que se frotaba sobre algunas almohadas que no sabía de dónde había sacado.

Su esposo se quedó quieto cuando lo vio. Alec, sintiéndose embelesado y muy cansado, se acercó para acostarse entre las piernas de su destinado apoyando su cabeza en el abultado vientre de siete meses. Con una mano acarició el bronceado muslo que estaba descubierto pues llevaba sólo una gran camiseta, y con la otra tomó la inquieta cola atigrada en sus manos pasando sus labios sobre ella.

—Tu pelaje es tan suave y brilloso —suspiró absorbiendo el aroma a flores de Magnus.

Las manos de su esposo acariciaron su cabeza y tocaron su frente con suavidad.

— ¿Cómo te sientes? —Magnus se veía precavido al hablar, por lo que frunció el ceño sin entender.

—Bien, ¿por qué?

—Es tiempo de que tu celo llegue.

Alec entendió por qué se había sentido tan acalorado y molesto durante todo el día. Había estado tan adormecido por el embarazo de Magnus que ni siquiera puso atención a las fechas. Y también se sentía sorprendido de que a pesar de la incomodidad del día no se había sentido fuera de control en ningún momento.

— ¿Qué haces fuera del nido? —Dijo en un intento de distraer su mente que ya estaba empezando a imaginarse a su esposo desnudo— ¿no estabas cómodo con las almohadas que compramos?

Magnus gimió frustrado.

—La cama es muy suave, pero no huele a ti y es tu culpa. Mandaste a lavar todo y ahora apesta a suavizante.

Casi sonrió al escuchar el tono de reproche.

—Vayamos a dormir sobre ella para marcarla entonces —murmuró al levantar la mirada para poder observar la dulce cara de Magnus.

No obstante, los dulces ojos verdes-dorado se tornaron oscurecidos y anhelantes.

—No será suficiente que duermas sobre ellas —se quejó su lindo omega con la respiración acelerándose y agitando esa hermosa cola.

Instintivamente se trepó encima de él apoyándose sobre las manos para no aplastar su redondo vientre.

— ¿Qué quieres? —Gruñó con su voz alfa sintiéndose deseoso de tocar a Magnus por todos lados.

—Ha pasado mucho tiempo —gimió él desabrochando su cinturón.

Antes de que su esposo lograra arrancarle la ropa y que formara parte del nido, lo tomo en brazos y lo llevó a la habitación.

Cuando menos esperó ya estaban desnudos en la cama, Magnus encima de él cabalgando a un ritmo lento mientras jadeaba y hacía suaves sonidos placenteros.

Se veía tan maravilloso, tan feliz y excitado; su piel bronceada brillaba por la humedad del sudor que la cubría, era lo más hermoso que había visto nunca. Y lo único que deseaba en esta vida era complacerlo, hacerlo feliz y darle todo lo que necesitara, todo lo que pidiera.

—Te amo —expresó su esposo entrecortadamente—, te amo tanto... te necesito —gimió agachándose para besarlo, algo que no pudo del todo por su vientre que se lo impedía.

Se sentó y los hizo girar con suavidad para recostar a Magnus y saciar el deseo de su destinado con sus suaves embestidas. Soltó lo más que pudo sus feromonas para cubrir con su aroma el nido que Magnus había hecho con tanto esfuerzo y así no tuviera necesidad de estar en ningún lugar que no fuera ese. Vio a su esposo aspirar profundo y venirse con un grito ahogado. Un poco después él hizo lo mismo y de esa forma selló su aroma sobre el nido.

En cuanto se recostó, Magnus se pegó a su pecho, así que lo abrazo para acariciar un costado del vientre. Ambos descansaron con los ojos cerrados y las colas entrelazadas.

Todo el estrés y cansancio que acumuló en el día se vio sustituido por una gran dicha de estar abrazado a su destinado y acariciar el gran vientre en donde crecía su bebé.

—El nido es perfecto —comentó besando la frente de su esposo— hiciste un gran trabajo, Magnus.

Su destinado respondió con un corto ronroneo que le estremeció la piel, amaba cuando hacía ese sonido sin que se lo pidiera. Sin aviso sintió un golpe contra su estómago lo que los hizo abrir los ojos al mismo tiempo.

— ¿Lo sentiste? —Jadeó Magnus emocionado sobando su hinchado vientre.

—El bebé pateó —se escuchó decir en el mismo tono feliz de su esposo.

Esperó pacientemente sin despegar su estómago del vientre de Magnus y lo sintió de nuevo, unos pequeños golpecitos constantes.

—No lo había sentido moverse en todo este tiempo —murmuró girando a su esposo sobre la espalda y recostándose entre sus piernas para apoyar la cara sobre el vientre.

—El doctor dijo que tal vez era tímido —se rio Magnus—, porque en todas las revisiones ha salido sano.

El bebé volvió a moverse como si hubiera escuchado el comentario.

—Te amo —susurró contra la piel y dando pequeños besos—, ya quiero conocerte.

Los movimientos dejaron de sentirse y todo se quedó tranquilo de nuevo. Alec suspiró decepcionado, quería seguir sintiendo a su bebé moverse.

—Al parecer será un alfa como tú —mencionó Magnus con una sonrisa orgullosa—, se mueve cuando él quiere y no cuando queremos sentirlo, así que no te preocupes, en alguna otra ocasión se moverá —comentó como si hubiera escuchado sus pensamientos—, ahora ven y marca las almohadas que huelen más a mí que a ti.

Alec sonrió y se acomodó al lado de Magnus de nuevo mientras liberaba sus feromonas. Su lado alfa se sintió poderoso al sentir a su sumiso omega hundir la cara en su pecho. Amaba estar en ese lugar que era suyo, era su territorio.

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Los primeros movimientos del pequeño. Es solo uno, así que ¿cómo creen que lo llamarán? 😍

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La vida con mi felino destinado (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora