18. El nacimiento

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Magnus estaba canturreando mientras preparaba la comida y de vez en cuando acariciaba su vientre. Sonrió al recordar la plática que había tenido por la mañana con su destinado.

"Alexander estaba frente al espejo del baño rasurándose para ir a trabajar cuando Magnus llegó por detrás y medio lo abrazó por su enorme vientre que se interponía entre ellos.

—Buenos días, bebé —comentó Alexander con su alegre voz.

— ¿Te has dado cuenta de que le seguimos diciendo solamente bebé? ¿No deberíamos pensar ya en un nombre?

—Si fuera niña me gustaría que se llamara Elaine.

—Es un nombre bonito, ¿algún significado?

—El nombre significa luz brillante, y ella será mi luz al igual que tú.

Magnus suspiró al mismo tiempo que lo soltaba para que pudiera agacharse a enjuagarse la cara.

—Si es niño, ¿qué nombre se te ocurre? —Preguntó Alexander dándose la vuelta secándose la cara con una toalla.

—Solo tengo un nombre en la mente cuando pienso en él —susurró agachando la mirada y acariciando su vientre— Max... pienso en él como Max.

Levantó la mirada para encontrarse con los ojos brillantes de su esposo.

—Gracias —murmuró Alexander a la vez que lo abrazaba con fuerza.

Sabía lo importante que era para él considerar el nombre de su hermano fallecido. Además, era cierto, no había otro nombre en el que pudiera pensar cuando acariciaba su vientre"

A pesar de que Alexander pensaba en el bebé como una niña, él siempre había visto en su mente un niño con ojos azules. El doctor muchas veces quiso decirles el sexo del bebé; sin embargo, ellos se mantenían en la postura de que fuera sorpresa.

Un movimiento extraño en su cuerpo lo hizo salir de sus pensamientos y abrió con amplitud los ojos cuando sintió su pantalón empapado. Reconoció de inmediato que se le había roto la fuente a pesar de que todavía faltaban un par de días para que su bebé naciera, lo cual, le asustó un poco.

Sacudió la cabeza y apagó la estufa con rapidez, tomó en sus manos el celular y le marcó a Alexander.

—Magnus —susurró angustiado su esposo cuando respondió al primer timbre. De fondo se escuchaban conversaciones, parecía estar en una reunión de trabajo— ¿qué pasa? El lazo se siente tenso.

—Se me rompió la fuente —dijo con voz demasiado temblorosa, se sentía al borde de las lágrimas por el nerviosismo.

—No te muevas —pidió Alexander con seriedad—, voy a mandar a alguien que vaya por ti y te veo en el hospital.

Alexander le gritó a Ragnor y la llamada se cortó.

Fue a la sala con lentitud y tomó la pequeña maleta que Izzy le había ayudado a empacar unos días antes para cuando naciera el bebé. No sabía si sentarse o quedarse parado, así que salió con sus cosas y se sentó en la fuente con el nerviosismo recorriéndole la piel.

No tuvo que esperar ni diez minutos cuando el automóvil de Ragnor patinó por fuera de su casa. Se levantó con cuidado y al abrir el portón, su amigo ya estaba ahí para sostenerlo.

— ¿Estás bien? ¿Te duele algo? —Dijo él apurándose a meterlo en el asiento del copiloto.

—Estoy bien, todavía no empiezan las contracciones —respondió fingiendo tranquilidad y abrochándose el cinturón de seguridad.

La vida con mi felino destinado (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora