Clash. Crash. Clank.
El sonido de las armas al chocar era escuchado alrededor de todo el castillo.
El fuego y el humo dificultaban la vista. Los gritos y lamentos interferían con la concentración. El hedor de la sangre y la carne quemada obstaculizaba el olfato. Bajo estas circunstancias, los contendientes aún eran capaces de distinguir amigos de enemigos, batiéndose en una confrontación incesante.
Era el año 1007 de la era de las especies, en un día de invierno: la batalla de Waltegya daba comienzo.
Esta era la batalla final, la que decidiría la conclusión de los ciento treinta años de guerra que estas seis naciones llevaban a cabo.
Quince héroes fueron enviados desde la capital de su nación, el imperio Kaevalery, con un único objetivo: acabar con el rey de los «demonios», Asur Rabbok, conocido también como «El rey invencible».
Dicho esto, no era que estuviesen luchando contra demonios de verdad, pues así se les llamaba a la especie de los Shezenvalery, seres de dientes afilados y orejas puntiagudas, con ojos amarillos como el pus y pupilas verticales cual traicionera serpiente. Cuando se enfadan emiten un aura amenazante y les crecen cuernos, realmente la encarnación de cualquier monstruo despiadado en las historias de terror. Nunca se les tuvo confianza y un pequeño accidente fue suficiente como para que se decidiese la invasión de su nación, Urak.
Claro está, los Shezenvalery no estaban solos. Por extraño que parezca, aquellos quienes una vez fueron llamados «ángeles», los Talavalery, y otra nación de hombres-bestia eran aliados de la infame especie. Al no ser capaces de luchar contra tantos enemigos, sus invasores eran también una composición de tres naciones, dando paso a una larga guerra extendida por todo el continente.
Los soldados de cada nación luchaban en un combate mortal. Espadas eran blandidas, cortando la carne de sus contrincantes. Mazas chocaban contra los cráneos de quienes no lograban esquivarlas. Garras y colmillos eran utilizados como último recurso para la sobrevivencia. A lo lejos se oían los llantos de los niños que no lograron evacuar la ciudad, los gritos de quienes no eran capaces de luchar, pero cuyo escape fue negado. Niños huérfanos, padres llorando a sus herederos. Realmente una cruel guerra. Y más cruel su resultado, pues los invasores vencieron.
En la doceava noche después del inicio del asedio al castillo de Waltegya, el rey demonio fue derrotado.
Perdiendo a su líder, los soldados desmoralizados poco pudieron hacer para contener a sus enemigos.
La rendición fue la única opción para el reino y sus aliados, quienes fueron forzados a rendir tributo a los vencedores.
El resultado fue familias enteras esclavizadas, tratos indignos, pérdida de tierras, sumas excesivas de impuestos, entre otras cosas.
Es irónico, a pesar de ser ellos quienes se aliaron a los demonios, su vida fue convertida en infierno debido a los «héroes» que derrotaron a su líder.
Pero de esto no es lo que trata esta historia.
Han pasado veinte años desde la batalla de Waltegya. La guerra terminó y las naciones vencidas fueron convertidas en estados vasallos.
Precisamente en una de estas naciones, en el territorio de lo que antes fue el reino de los demonios, Urak, en una ciudad llamada Sakarea, una niña con el cabello del color del cielo ha causado una explosión...
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Exhekar Tales I: La Reina Esclava & El Príncipe Sin Reino (+18)
FantasyLa historia sigue a Tina, una chica de personalidad algo retorcida que se autoproclama como la reina de los esclavos. Codiciosa y arrogante, desea controlar a un "demonio" llamado Arnus y usarlo para cumplir con sus caprichos de la única forma que c...