Parte 4
— ¡Miren, ya pueden verse los montes Graken! —exclama Arnus, indicando un enorme conjunto de montañas en el horizonte.
El grupo se encuentra actualmente viajando por un camino de tierra abandonado, rodeado por un bosque. Es de día y los soles se posan directamente sobre el príncipe y sus subordinados.
— ¡Son enormes! ¡Esas montañas están muy lejos y aun así podemos verlas! — exclaman Kalga y Megala, quienes se encuentran dentro de la carreta de viaje, junto con los materiales que transportaba el candidato a monarca.
— ¡Ruidosos! ¡Maduren un poco, niños! —grita Tina, ya con su forma de ser habitual, desde el asiento de conductor de la misma carreta, al lado de Arnus.
— ¡¿Ah?! ¡¿A quiénes llamas niños?! ¡Ya tenemos diecisiete años! ¡Aquí tú eres la menor de todos!
—Eso es lo que me sorprende, siendo yo la menor con catorce años y aun así más madura que ustedes. Me pregunto si en tres años más seré igual de idiota que ustedes.
— ¡¿Qué dijiste?! ¡Ya verás niñata!
—No peleen, niños —comenta Arnus en tono indiferente, ya acostumbrado a las discusiones entre Tina y los hermanos.
— ¡No somos niños! —A lo que todos responden, incluyendo curiosamente a Tina, quien le observa con las mejillas infladas.
—Están hablando con un viejo de 251 años. Para mí, ustedes que ni siquiera llegan a un quinto de mi vida son prácticamente bebés, agradezcan que los trate como niños.
—Ugh... Pero Narea también...
—Yo tengo cincuenta, alcanzo al quinto aproximadamente, jeje... —corrige Narea desde atrás, montando a su Nujulavdo, el pájaro enorme del que es dueña.
— ¡¿Narea ya tiene cincuenta?! —murmuran para sí los hermanos al unísono. No es fácil determinar la edad de un demonio, ya que su apariencia cambia de forma irregular conforme a los años.
Tina observa el camino, intentando ignorar a los pequeños bandidos que están intentando provocarla con algo y se percata de una carreta abandonada, apoyada sobre una piedra y con una de sus ruedas en el suelo.
Bzz.
Un pequeño zumbido resuena muy próximo a ella y sus grilletes comienzan a brillar.
La esclava Talavalery expresa una mirada triste a su cuello y soltando unas lágrimas prácticamente imperceptibles, salta al suelo.
— ¿Tina? —pregunta Arnus, perplejo ante el actuar de su acompañante.
—Esa carreta está abandonada, voy a ver si tiene algo de utilidad.
Arnus pensaba en dejarla ir, pero al observar la carreta se percata de algo y corre hacia la pequeña.
— ¡Espera Tina, ese lugar es peligroso! —exclama el hombre, intentando alcanzarla.
—Je, cumpliste con tu promesa de no dejarme sola, gracias Arnus —comenta la chiquilla al ser detenida por el príncipe mientras saca de entre sus calcetines una pequeña piedra transparente—. En verdad eres un idiota...
Crash.
La piedrecilla es arrojada al suelo y se rompe en mil pedazos. Una gran inscripción aparece en el suelo justo debajo de Arnus tras el sonido del cristal al quebrarse y su brillo intenso le encandila por un instante.
Para cuando vuelve a recuperar la visión, Arnus se percata de que está encerrado dentro de una barrera cilíndrica que se extiende hacia el cielo infinitamente. El príncipe la golpea fuertemente, pero nada resulta de ello.
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Exhekar Tales I: La Reina Esclava & El Príncipe Sin Reino (+18)
FantastikLa historia sigue a Tina, una chica de personalidad algo retorcida que se autoproclama como la reina de los esclavos. Codiciosa y arrogante, desea controlar a un "demonio" llamado Arnus y usarlo para cumplir con sus caprichos de la única forma que c...