Epílogo (2&3)

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Parte 2


La chica contempla con una expresión calmada el panorama que se puede ver desde su hogar. Un amplio desierto rocoso, lleno de fisuras y grandes montañas de piedra, vistas todas desde las alturas de una ventana perteneciente a una de las torres de un castillo color crema de varios pilares. Los alrededores de la ciudad de Tarmagrán, capital del reino de Spika.

La joven mujer posee una figura similar a otras especies inteligentes, con la diferencia de la coloración azulada en su piel. Ojos rojos de pupila vertical caracterizan su mirada y dos cuernos curvos sobre su cabello de un azul profundo y alas violáceas revelan la especie a la que pertenece. Los llamados Drogural, conocidos también como la gente-dragón.

Su nombre era sabido en todo el reino, ya que ella era la quinta princesa de su nación, Makta Der Drogen, «La dragona de las dos llamas».

—Veo que sigues admirando nuestras infértiles tierras, Makta —escucha la princesa decir a una voz profunda tras ella. Al voltearse, se encuentra con un robusto hombre-dragón, de coloración negra, con joyas incrustadas en su cabeza. A diferencia de la mujer, esta persona posee rasgos más similares a los dragones, como la presencia de un hocico en su boca.

—Su majestad —responde ella, inclinándose en señal de respeto.

—Ya te he dicho varias veces que me llames «Papá» cuando estamos solos —regaña a su hija con una sonrisa amarga. Suspira por unos instantes y prosigue con su charla—. ¿Estuviste esperando mucho tiempo?

—Llegué poco tiempo después de recibir su llamado —dice Makta, todavía postrada en el suelo.

—Perdón por eso, el consejo de guerra tardó más de lo esperado.

— ¿Qué fue lo que se habló, su excelencia?

—«Papá» —intenta corregir el Drogural nuevamente, pero se resigna casi de inmediato—. Sobre el reino de Urak de los demonios y percances con el gran bosque.

La chica enarca una ceja al escuchar tales palabras. El reino de Urak era un reino que su nación y el imperio habían estado luchando por obtener por mucho tiempo, pero luego de veinte años de administración, un líder apareció de entre los anteriores habitantes del reino, liberó a todos los esclavos, quién sabe cómo, y recuperó las tierras de su pueblo, todo en aproximadamente dos años.

—No me esperaba que reconquistaran sus tierras alguna vez y mucho menos tan rápido. El reino de Argend y el reino Fustúa también recuperaron su soberanía —se queja el monarca con una mano en su cabeza, en señal de padecer una jaqueca por la situación en la que se encuentran—. El imperio está inquieto por las posibilidades de guerra y el reino de Shawn cada vez está en mayor desacuerdo de iniciar otro conflicto. Si esto sigue así, la derrota será inminente.

—Ciertamente, si se realiza una segunda guerra, incluso si el imperio gana nuevamente, será su fin. La Federación maquinista ya tiene sus ojos puestos en el continente —comenta Makta, recordando los reportes escuchados sobre avistamiento de los «vigías» de la lejana y peligrosa nación sobre los cielos de su reino.

El tema de esa conversación los tensaba a ambos por igual. Padre e hija sabían que si una invasión por parte de la federación comenzaba, su pueblo sufriría un destino peor que la propia esclavitud.

—Te llamé, hija, porque requiero de tu habilidad.

— ¿Qué es lo que desea que haga, mi señor?

—El nuevo rey demonio es muy poderoso. No tengo idea de si su habilidad es comparable a la de su padre. Pero me han llegado reportes confiables de que pudo domar a un «dragón ancestral».

Exhekar Tales I: La Reina Esclava & El Príncipe Sin Reino (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora