Epílogo (1)

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Parte 1


Dos chicas observan el panorama frente a ellas con una sonrisa: una verde y extensa pradera, dividida por un camino de tierra, producto de la hierba siendo removida constantemente por los trabajadores de la zona. Un hombre-gato está sentado sobre un carruaje en las cercanías del camino. Un espeso bosque puede visualizarse no muy lejos de allí. Tras ellas hay altos muros de ladrillos, que resguardan la ciudad donde residen.

Dos años han pasado desde la captura del castillo de Waltegya. El conflicto armado se paralizó y las fuerzas que combatían entre sí se mantienen alertas a los movimientos del enemigo. Una gran tensión existía entre cada reino dentro del continente de Erijofen. Una guerra no era la mejor opción para resolver la disputa considerando la situación actual. Los anteriores conquistadores habían perdido el territorio que les costó tanto conseguir, pero ya no les quedaban fuerzas para recuperarlo nuevamente. De la misma forma, los reinos conquistados recuperaron sus tierras, pero no se arriesgarían a tomar venganza sobre sus invasores.

— ¿Estás segura de esto, Tina? —pregunta una Shezenvalery de cabello morado, Narea, a su amiga Talavalery, quien carga con un bolso de cuero sobre su espalda.

—Sí. Ahora que Arnus ha abolido la esclavitud en este reino, no tengo motivos para quedarme aquí, ya ha cumplido con mis propósitos —responde la chiquilla, sonriente.

—Pero aquí tienes tierras y eres una noble ahora. Puedes vivir una vida tranquila de ahora en adelante. No es necesario que vayas tan lejos —dice la mujer, mostrando claramente la preocupación en su rostro.

—Nah, lo mío no es una vida tranquila —contesta la joven de ahora dieciséis años mientras juega con una pequeña trenza que tiene su cabello del color del cielo al costado derecho—. Además el mismo Arnus me recomendó ir a la academia mágica a aprender. De momento mi única utilidad es cuando hay esclavos en la zona, debo conocer más cosas, volverme más fuerte para poder defender mi libertad con mis propias manos —continúa con un brillo en sus ojos, expresando su determinación—. Sin considerar que mi misión es eliminar la esclavitud del mundo entero, aún me pregunto la razón de su existencia en estos tiempos —termina de decir, hablando esto último para sí misma.

—Uuh, no puedo evitar preocuparme.

— ¿Qué? ¿No confías en mí?

—Es injusto usar mis palabras de ese modo —se queja Narea—. Además todavía debo allanar el terreno para que pueda juntarse con el señor Arnus, es muy terco con eso.

Al escuchar esas palabras, un signo de interrogación se posa sobre la Talavalery, ladeando su cabeza e intentando comprender las palabras de su amiga. Luego de unos segundos, la chiquilla se percata de un malentendido que existió entre ellas desde hace mucho tiempo atrás y que no había sido resuelto debido a la batalla de liberación de los demonios.

— ¿Hmm? Esto... Narea... Creí que ya te habías dado cuenta de eso...

— ¿Eh? ¿De qué?

—A mí no me gusta Arnus...

— ¿Eh? ¿Qué acaba de decir? ¿No le gusta? ¡¿Eeeh?! —exclama la Shezenvalery ante las palabras de Tina. Su confusión le causa mareos y el cambio repentino de lo que ella creía que era una verdad la deja paralizada—. ¡P-P-Pero usted me había dicho que quería enamorarlo hasta que la obedeciera por voluntad propia! ¡Incluso planeaba visitarlo en la cama una noche para lograr esa meta!

— ¡E-Eso era antes! —responde la niña alada, alterada por los recuerdos de su actuar en el pasado—. Es verdad que quería enamorar a Arnus y hacía todo cuanto estuviera a mi alcance para lograrlo, pero eso era simplemente para usarlo para cumplir mis objetivos. Ahora que tiene que manejar sus tierras, sin contar la constante amenaza, ya no me sirve. Tampoco deseo controlar a quienes considero mis amigos.

Exhekar Tales I: La Reina Esclava & El Príncipe Sin Reino (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora