Capítulo III [La calma antes de la tormenta] (5)

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Parte 5


Horas antes, en una posada común...

—Quiero dos habitaciones.

— ¿Para cuántas personas cada una?

—Una para una persona y otra para dos.

—Muy bien. ¿La habitación única es para la esclava? Tenemos una oferta en el establo que...

— ¡Claro que no! ¡La habitación de dos será para mí y el demonio!

De un golpe a la mesa de recepción, Tina interrumpe la conversación que había entre Arnus y el dueño del lugar.

— ¿Eh? ¿Es así? —responde el posadero, perplejo.

Pam.

Un manotazo golpea la cabeza de la pequeña alada, lo suficientemente fuerte como para causarle dolor, pero relativamente suave considerando la fuerza del agresor.

—No digas esas cosas, que después los rumores corren —regaña Arnus con la mano levantada. Luego, dirigiéndose al dueño de la posada—. No le preste atención, la habitación única es para mí. Estas dos chicas dormirán juntas.

—Confirmado el pago, señor, que tenga una buena noche. Los desayunos serán hasta que el sol esté en lo alto. —Con una sonrisa y una reverencia respetuosa, el posadero, un Serevalery gordinflón, le entrega las llaves de las habitaciones al príncipe.

El grupo sube las escaleras a sus respectivos dormitorios. Cabe decir que Tina lo hace refunfuñando y quejándose sobre el daño causado a una «bella flor» como se autodenomina a sí misma.

Ya en el segundo piso, Arnus se aleja y Narea entra a su habitación. Tina se mantiene de pie frente a la puerta, gruñendo como un animal disgustado.

— ¡¿Por qué rayos tengo que dormir contigo?! ¡Esta es una oportunidad única para conquistar a ese demonio! —exclama disgustada, cruzándose de brazos.

—Lamento no ser quien desea —replica Narea, en un tono triste—. Si me permite preguntarle, ¿cuál es su plan? Tal vez le pueda ayudar.

Tina se sienta de mala gana sobre una cama mientras expone sus hazañas.

—Lo he halagado para aumentar su orgullo, me he hecho la débil para apelar a su sentido protector, me he aproximado de forma tímida y también segura, le he demostrado que puedo valerme por mí misma, he apelado a su mente y su nobleza.

—Vaya, ¿ha hecho tantas cosas? —comenta la mujer Shezenvalery mientras se dispone a tomar una taza que contiene un brebaje de color anaranjado.

«No recuerdo haber visto ninguna de ellas sin embargo...»

En efecto, Tina había intentado todo lo expuesto, sin embargo, nada de ello había resultado, pues el hechizo [Encanto] distorsionaba sus gestos de la manera que ella quería antes de conocer al demonio. Su dependencia a la magia le había quitado su habilidad para realizar tales tareas de manera real.

—He intentado en todos los gustos usuales, excepto uno.

— ¿Cuál sería ese? —se cuestiona Narea mientras comienza a beber.

—Pues satisfacer su lujuria.

— ¡¿Fueeeeh?!

La última frase de la pequeña le hace escupir todo en su boca por la sorpresa. Que una niña ofrezca su cuerpo para conseguir lo que desea no es un pensamiento normal y mucho menos agradable. En especial para ella, que luego de sentirse responsable del asesinato de niños pequeños, los tenía en mayor consideración.

Exhekar Tales I: La Reina Esclava & El Príncipe Sin Reino (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora