♣KarmaGisa↭One-shots♣

♥Débil

Un sorbo, malo para él.

Entró al típico bar conocido en la cuidad. Bebió un par de cervezas y algunos cócteles. Reía exageradamente tras dar uno, dos, tres sorbos a su bebida, pero luego la risa se convirtió en llanto. Lloraba bebiendo de esas bebidas alcohólicas, pero le gustaba sentirse así. Le gustaba el horrible efecto que el alcohol le causaba a su cuerpo.

Nagisa Shiota era débil hacia el alcohol.

Un beso, malo para él.

En ese mismo bar, en otros lugares, con juegos o solo porque sí, él había besado a distintas chicas. Se había enamorado de algunas, pero todas ellas solo veían los besos como algo pasajero. Por lo que cada vez que besaba, caía en tristeza y depresión; pero le encantaba.

Nagisa Shiota era débil hacia los besos.

Un golpe, malo para él.

Se había metido en algunos problemas también, pero mayormente los que tenían que ver con palabras. Lo insultaban, dolía, pero le gustaba. Lo golpeaban, dolía, pero le gustaba.
Nagisa Shiota era débil hacia los golpes.

Sabía que debía permanecer fuerte, las tentaciones lo abrumaban, pero a pesar de eso le gustaba ser débil. Pensaba que no había nada de malo con ser débil. Le encantaba caer en todo eso.

Nagisa andaba por un callejón que obviamente estaba muy solitario. Al otro lado vio a alguien con una cabellera muy particular y llamativa: roja.

Había acabado de fumar un cigarrillo y como era débil, su mente no funcionaba bien. Pero pudo correr tras ese chico.

Ambos salieron del callejón y el pelirrojo se dirigía a aquel bar al que Nagisa siempre solía ir. No quería entrar, pero recordaba las buenas bebidas, mujeres lindas, consideradas por él y problemas con los que se metía hace un par de meses. Así que sin más, decidió seguir al chico hacia el interior de aquel lugar.

Llevaba solo un par de bebidas y ya estaba llorando, aunque también reía. Toda la gente del lugar lo miraba con asco, desaprobación y burla. Nagisa era débil para todos, no solo eso, era tonto —según los demás—, tonto porque caía, caía y le gustaba caer.

Muchos comenzaron a reírse de Nagisa, también a insultarlo a sus espaldas y crear rumores. El chico pelirrojo al que Nagisa había estado siguiendo notó todo eso y detestaba que las personas juzgaran sin conocerlo. Karma no conocía a Nagisa, pero quería enterarse de quién era realmente por él mismo, no por todo lo que murmuraban los otros.

Todos vieron a Karma acercarse hasta Nagisa. Ahora los insultos iban hacia él.

—Hola, ¿por qué lloras? —fue lo primero que preguntó. Sabía que no era lo más apropiado preguntar por su estado, pero era lo único que le importaba en esos momentos.

—S-Soy muy débil —sorbó su nariz—. El alcohol me pone así.

—No deberías estar aquí.

Karma tomó la mano de Nagisa y lo sacó del bar. Mucha gente los miraba con completo asco a ambos, pero a Karma no le importaba porque se dio cuenta de que los verdaderos raros ahí, eran ellos.

Karma estuvo con Nagisa a todo momento, ya que él no tenía un hogar, Karma se lo brindó, ya que él no tenía comida, Karma se la brindó y ya que él no tenía cariño y afecto, Karma se los brindó.

Después de toda esa gran atención, Nagisa se había enamorado de Karma y viceversa. Sus sentimientos lo hacían sentir débil, pero sus fantasías amorosas con Karma le gustaban. Estaba frustrado y débil.

Un día se armó de valor y le robó un beso al pelirrojo. Karma también lo había estado deseando.

Nagisa se sintió muy bien con ese beso, pero como era una de sus mayores debilidades, estalló en llanto frente a su amigo, quien luego lo abrazó.

—Nagisa, yo también quería besarte.

Esa frase hizo que Nagisa parara de llorar. Su corazón se fortaleció y desde ese momento él y Karma se convirtieron en algo más. Solo que su modo de demostrarse amor, tenía límites, límites que había puesto Karma.

—¡Quiero que me beses, Karma! —pedía a gritos el más bajo, pero no entendía que no dárselos era por su bien.

—No, Nagisa. Muchos besos por hoy.

—¡Pero quiero más! —iba a llorar si no obtenía lo que quería. Como un pequeño niño, haciendo lo posible para conseguir el juguete que tanto deseaba.

—Es por tu bien. No quiero que mis besos te causen más daños.

Hubieron algunas peleas por eso, pero luego de unos meses, Nagisa se acostumbró y aceptó que era para acabar con su debilidad. Se frustró al principio porque le gustaba sentirse mal y herido, pero eso era lo realmente malo.

También hubieron límites con el alcohol y drogas.

—Karma, ¿dónde están mis cigarrillos? —buscaba desesperado por toda la casa. Desordenando varios objetos por su desesperación.

—Los lancé a la basura.

—¿Por qué?

—Porque no está bien fumar. ¿Prefieres tu droga o a mí?

La forma de Karma para eliminar los vicios de Nagisa, siempre fue así. Básicamente basándose primero en el chantaje. El proceso de las drogas fue el que más duró, pero como se oye; el amor todo lo puede.

Respecto a los golpes, Nagisa seguía cayendo por ellos, en todo sentido. Se sentía mal solo por ser llamado: débil o tonto. También solo por ser empujado, sí, solo por un empujón.

Pero Karma defendía a Nagisa cuando oía malos comentarios, también cuando lo maltrataban y Nagisa se acostumbró también a eso. No malos tratos, sino buenos, todos dados por Karma.

Nagisa despertaba cada día menos débil y más fuerte. Dejó los malos hábitos y ya no le importaba lo que pensaran los demás porque a partir de su cambio, su único objetivo actual era vivir para Karma. Devolviéndole las buenas acciones que había realizado.

—Gracias, Karma —dijo sonriente Nagisa. Con toda la sinceridad que había en su ser.

—No agradezcas. Lo he hecho porque te amo.

Nagisa era el más fuerte ahora. En varios sentidos y le encantaba ser fuerte. Todo lo que hacía le gustaba y para nada le hacía daño porque de Karma se trataba.