XV

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Harry

–No quiero que confundas... –empieza a decir El pero la interrumpo.

–Calla.

Lo último que quiero ahora es que se separare de mí, y si empieza a hablar vamos a acabar discutiendo. Al ver como su ceño se frunce ante mi comentario, le aclaro:

–Déjame estar un poco así, los dos juntos, sin nadie de por medio. –mi voz suena más débil de lo que me gustaría.

Se aparta y, para mi sorpresa, se acomoda para acabar acurrucándose en mi pecho con las piernas subidas a la silla que tiene al lado. Mi mano se desliza desde la parte superior de su espalda hasta su cintura, rodeándola, haciendo que se pegue más a mi cuerpo. Apoyo mi barbilla en su cabeza y suspiro tranquilo, destensándome, despreocupándome de lo que pueda pasar fuera de esta carpa. Ahora solo somos ella y yo.

–No sé por qué no puedo estar sin ti. –musita.

Coge entre sus manos la mía, la que no está estacionada en su cintura, dibuja círculos sobre ella y juega con mis dedos. Cierro los ojos al sentir sus suaves caricias.

–Yo tampoco...–susurro contra su pelo.

No quiero que esto se acabe, sé que cuando salgamos de aquí ella hará su vida y yo la mía, intentando evitarnos. Está bien con su novio, tiene una vida estable por lo que veo. Y yo... Bueno, yo estaré aquí durante un tiempo, pero ¿qué pasará luego? La idea de que me tendré que volver a ir y no podré verla en mucho tiempo me duele tanto que intento borrar esos pensamientos de mi mente por ahora. Lo que me consuela es que a pesar de saber que nos intentaremos evitar, también sé que no seremos capaces de estar separados ahora que nos hemos vuelto a ver. Al menos yo, yo no voy a poder.

–Quédate a dormir conmigo. –se me escapa.

Ella se incorpora y me mira ladeando la cabeza.

–¿Cómo?

–No, eh... Como tu padre está tardando, pues... –murmuro nervioso.

Gira su cuerpo hacia mí, se sienta como un indio sobre la silla.

–No creo que debamos hacer esto, Harry...

–Te prometo que solo será esta noche.

Noto como se le tensan los músculos la mandíbula por debajo de la piel pero asiente.

–Solo esta noche... –dice aceptando.

Sonrío levantando una comisura de mi boca y ella se levanta. Estira de mi brazo haciendo que me levante y cuando estoy enfrente de ella, sus finos brazos me rodean en un abrazo reconfortante.

No te vayas nunca, Elisa.

–Vamos. Tenemos que buscar a mi padre. Le digo que me llevas a mi casa. –me explica mientras camina hacia fuera.

–Pero cuando llegue verá que no estás en casa.

–Es que no vivo allí ya... Estoy viviendo con Gian.

Oh... Eso ha dolido.

Asiento metiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón y para cuando llegamos a la salida no nos hemos encontrado a nadie, así que simplemente decidimos irnos sin avisar. En el trayecto hacia mi casa me explica cómo le está yendo todo, evita detalles sobre su estado amoroso, pero me cuenta que está muy contenta con la carrera y que dentro de nada entrará en prácticas, y está muy emocionada. Sé que estoy sonriendo como un tonto mientras me cuenta lo que le gusta pero creo que es imposible quitarme la sonrisa ahora mismo, ni siquiera lo intento.

–¿Y tú? –pregunta cuando acaba de hablar.

Carraspeo con la mirada fija en la carretera y me encojo de hombros quitándole importancia al tema.

–Lo de siempre, de aquí para allá, con nueva gira y nuevo álbum. Últimamente me gustaría tener una vida más sedentaria, estoy mayor para estos trotes.

Oigo su risa y por poco no me desvío de la carretera. Es el sonido más bonito que conozco.

–No he sabido nada de ti durante este tiempo... No te he visto en la tele, ni nada. No sabía nada.

Marca el ritmo de la canción que suena de fondo con los dedos, sobre su pierna.

–Ya estoy aquí para contarte todo lo que quieras saber.

Seguimos hablando sobre estos dos años y cuando llegamos estaciono el coche delante de mi casa.

–¿Está tu madre? -pregunta desabrochándose.

Le miro con una ceja arqueada, bromeando.

–Sí que vas lanzada.

Me pega un leve manotazo en el hombro, sonrojándose, y sale del coche rápido. Me río cerrando la puerta detrás de mí.

–Es una broma, El. –digo acercándome a ella por detrás.

Le revuelvo el pelo con la mano y gira un poco la cabeza para mirarme mal, a lo que yo suelto una carcajada. Abro la puerta y pasamos, mi madre se quedaba a dormir en casa de mi abuela así que no hay nadie.

–Estoy agotada. –dice quitándose los tacones.

Me quito la chaqueta y me desabrocho varios botones de la camisa mientras camino a las escaleras.

–Ven y te doy un pijama.

Subo las escaleras a trote y ella me sigue. Cuando llego a la habitación, abro el cajón del armario y saco una sudadera negra cualquiera y unos pantalones cortos de pijama grises. Sus mejillas se encienden, supongo que estará incómoda por tener que ponerse mi ropa.

–Ya sabes dónde está el baño. –digo mientras me quito la camiseta.

Sale de la habitación y yo me pongo mi pijama. Me tumbo en la cama y me quedo mirando al techo. No me puedo creer lo que está pasando, estaba bastante desesperanzado, tenía claro que Elisa no querría saber nada de mí. La verdad, es que si yo fuera ella, me habría mandado a la mierda. Si tengo una mínima oportunidad de volver con El, la voy a aprovechar como si mi vida fuera en ello. Pero desde luego, sé que me lo voy a tener que ganar. El ruido de la puerta abriéndose me saca de mis pensamientos y me incorporo, apoyándome con mis antebrazos sobre el colchón. Casi me quedo sin respiración al verla con mi ropa y un moño mal hecho.

-¿Me puedes dejar un cargador? Mi móvil está muerto y tengo que avisar a mi padre de que estoy bien.

Asiento y me levanto, cojo un cargador del cajón de mi mesita de noche y se lo doy.

–Te acompaño al cuarto. –le digo saliendo de la habitación.

No quería violentarla haciendo que duerma conmigo, prefiero que elija ella qué hacer.

–Harry. –me llama.

–¿Sí? –digo frenándome y volviéndome para mirarla.

No había salido de mi habitación, estaba ahí de pie, supongo que nerviosa por lo que iba a decirme.

–¿Te importa que me quede aquí...?

Refuge - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora