XXII

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Harry

Me siento un completo idiota después de esa declaración, tal vez porque no estoy acostumbrado a que me rechacen, o porque ahora le voy a dar pena a Elisa y no es lo que quiero. Me levanto al ver sus lágrimas caer y me limpio las pocas que corren por mis pómulos.

–No llores, Elisa... –digo casi en un susurro.

Ella niega y cierra fuerte los ojos, mientras se quita las lágrimas. Me mira con los ojos aguados, el gris de sus ojos se vuelve casi azul.

–Intento seguir con mi vida porque lo nuestro no va a funcionar pero cada vez que vienes vuelvo a tener esperanzas, Harry... –solloza mi nombre y le empieza a temblar el labio inferior.

Me acerco a ella sin decir nada y le abrazo estrechándole fuerte entre mis brazos, con mi barbilla sobre su cabeza. Rompe a llorar sobre mi pecho y acaricio su pelo, al cerrar los ojos lágrimas caen sobre este.

–No podemos disimular que no nos queremos solo por lo que pueda pasar en un futuro.–digo bajito intentando tranquilizarnos.

Entonces noto que su llanto se intensifica y entiendo que eso es lo que más miedo le da, lo que pueda pasar, no vive en el presente conmigo.

–Sé que es difícil, pero necesito que pienses en lo que te voy a decir. –hago que separe su cara de mi pecho y cojo esta entre mis manos, limpiándole las lágrimas con los pulgares.– ¿De verdad quieres a Gian? ¿O de lo que estás enamorada es de un futuro idealizado que te has creado en tu cabeza donde predomina la estabilidad?

Ella me mira patidifusa, no sabe qué decir, tal vez es lo que lleva pensando durante hace tiempo.

–Yo te quiero, El. Te quiero de verdad, nunca he deseado tanto a nadie en toda mi vida. –sonrío entre la aflicción.– Y lo peor es que siento que no puedo parar de quererte.

Su mirada viaja rápido entre las facciones de mi cara, desconcertada, no tiene ni idea de qué contestar y no le voy a presionar. O eso es lo que creo, porque entonces contesta:

–Yo también te quiero. –su voz suena rota y débil.

Hago una leve mueca y pongo mi mano en su mentón levantándole la cara.

–No digas que tú también, parece que solo me estés dando la razón. –arrugo la nariz haciendo que ría entre lágrimas.

–Te quiero, Harry. –dice un poco más alto con una muy leve sonrisa.

Entonces da un paso hacia mí y sin siquiera avisar me besa. Se pone de puntillas y atrapa mi cara en sus manos. Rodeo su cintura con mis brazos, acercándola todo lo posible a mí y ella empieza a caminar hacia la cama, entonces separo nuestras bocas.

–Elisa... –le advierto en un susurro.

Me relamo los labios y noto el sabor a menta de su boca, me estremezco solo de pensar en volver a besarla.

–Déjame, llevo esperando este momento desde la primera vez, Harry.

Sus pupilas están dilatadas y sus labios levemente hinchados y rosas, no me puedo resistir a algo así. Esta chica me va a llevar a la ruina. Asiento leve y la levanto, haciendo que rodee mi torso con sus piernas y camino hacia la cama.

–¿Seguro que...? –empiezo a preguntar pero me interrumpe con un beso.

Cuando llego a la cama, la tumbo sobre esta y me pongo encima, entre sus piernas. Mis dedos recorren el dobladillo de su vestido, en cual se le ha subido hasta el principio de sus muslos, y, finalmente, meto mis manos por debajo de este acariciando cada centímetro de su barriga. Separo mi boca de la suya para llevar mis besos a su cuello y mis caricias bajan desde su ombligo hasta el encaje de su tanga, le miro separándome y ella asiente, dándome permiso. Me arrodillo entre sus piernas y me quito la camiseta, tirándole por cualquier parte de la habitación.

–Incorpórate un poco. –le pido.

Me hace caso. Mis besos vuelven hacia su mandíbula y paso mi mano por detrás de ella, a su espalda, busco la cremallera palpando con los dedos y cuando la encuentro, la bajo lentamente acariciando la espalda con los dedos que no sujetan el tirador de la cremallera. Noto un gemido de impaciencia por su parte y río sobre su cuello, acabo de bajar la cremallera y me separo para poder subirle el vestido y quitárselo del todo. Me quedo paralizado al ver su ropa interior, que consiste en un conjunto de encaje blanco que no deja cabida a la imaginación.

–Eres mi mejor regalo de Navidad. –digo con la voz ronca.

Vuelvo a juntar mi cuerpo con el suyo y esta vez, mi mano van más allá del comienzo de su tanga, se adentra y acaricio suave y lentamente mientras mi otra mano recorre desde su barriga hasta su mejilla, pasando por el valle de sus pechos. Empiezo a trazar círculos sobre el clítoris y leves gemidos ahoga sobre su mano, no recordaba que estamos en una casa con su familia y mi familia dentro.

–Harry... –gime mi nombre al acelerar el ritmo.

Sonrío ante el sonido más sexy que he oído nunca y muerdo su cuello suavemente, mi mano sale de sus bragas y se queja de inmediato. La miro con una ceja enarcada.

–¿Qué haces? –pregunta jadeante.

–Están nuestras familias bajo. –le pincho.

–Pues que nos oigan. –replica y puedo notar hasta en su expresión que se ha sorprendido tanto de lo que ha dicho como yo.

Su mano va directa hacia mi pantalón, el cual va a estallar en cualquier momento, y desabrocha el botón. Me los quito con dificultad, a lo que ella suelta una carcajada. Entonces, ella pone las manos sobre mis hombros y me gira, haciendo que yo quede debajo y ella a horcajadas de mí. Me besa y empieza a restregarse sobre mi pene haciendo que ahogue varios pequeños gemidos sobre su boca. Mis manos vuelven a viajar a su espalda para desabrochar su sujetador, bajo las tiras de sus hombros y cuando lo he quitado del todo, lo dejo a mi lado sobre la cama. Mi boca atrapa uno de sus pechos haciendo círculos con mi lengua y con una mano masajeo el otro, pellizcando levemente su pezón.

–Si no quieres que me corra en los calzoncillos, quítate las bragas ya. –suplico entre jadeos.

Se levanta para quitárselas y al mismo tiempo eso hago yo con mis calzoncillos, cojo un condón de la mesita y me lo pongo en un rápido movimiento. Cuando baja, me mira mientras introduce mi pene dentro de ella y cuando llega abajo se muerde el labio, dejándome ver la estampa más erótica que he presenciado en mi vida entera. Se mueve lentamente poniendo los ojos en blanco y pasando sus manos por su cuerpo. Coloco mis manos sobre sus caderas para hacer que vaya más rápido y así hace. Bajo una mano y masajeo su clítoris para que llegue a un orgasmo más intenso. Se tapa la boca, para no gemir muy alto, y cierra los ojos fuerte. Sus movimientos van en aumento y yo muevo mis caderas a su mismo ritmo, no vamos en perfecta armonía pero realmente nos complementamos. Justo antes de corrernos juntos, gime mi nombre fuerte y acto seguido, se deja caer sobre mí. Cierro los ojos intentando recuperar la respiración y acaricio su espalda con las yemas de mis dedos.

–Joder, Elisa... –susurro y paso mi mano por mi pelo.– No sabes como te he echado de menos.

Da pequeños besos por mi clavícula y hombro, pasa sus brazos por detrás de mi espalda, haciendo que arquee un poco esta para que pueda rodearme, y me abraza.

Nadie se puede imaginar el momento de felicidad que estoy viviendo ahora mismo. Aunque sé que cuando salgamos de mi habitación, se va a acabar, al menos durante un tiempo.

—Deberíamos bajar o se pensarán algo que no es. —bromea.

Me quejo porque no quiero romper nuestra burbuja ahora pero asiento. Se separa levantándose y baja de la cama para coger toda su ropa. La miro desde donde estoy y suspiro fuerte, a lo que ella se gira y se sonroja.

–Harry, no me mires así. –ríe.

Refuge - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora