El libro

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Los que viven del amor, duermen solos. Porque aun esperan a su amor.






En el piso treinta de la torre Kagaito, entre las nubes terciopelo coloreadas por los tonos indescifrables del amanecer, se columpiaban los rayos de sol hasta la cama de Hinata, en donde yacía boca abajo, con la cabeza apoyada en el almohadón de plumas y la otra mano acariciando la parte vacía de la cama matrimonial.

¿Siempre estara vacía? Esa puede ser la pregunta de las persona que justo viven de amor… por que se sienten solitarios, aunque su alma este en calma.

Suspiró cansada mientras se daba vuelta y dejaba entrever esos ojos cansados y unos labios resecos que aun así no quitaban la belleza de tales rasgos que los rayos de luz se adormecieron en su tez.

Las mejillas parecieron haber sido cubiertas por una capa de polvos mágicos, ya que era la única parte de la chica que se sumergía bajo un tierno rosa pastel dejando más allá pasar a ser el blanco marfil que conocía como piel.

Miró hacia la ventana desde el piso 22 de un buen apartamento, podía incorporarse y ver todo Tokio tan solo en bata de dormir.

Pero ya lo había hecho varias veces y eso no reconfortaba su corazón.

Los que viven de placer duermen entre placeres y siempre despiertan acompañados.






Se escuchó otro gemido que conformó toda la habitación, y es que la sucesión de pequeños chillidos de la chica parecía no mermar nunca más.

— Na-na-naruto —pudo formar su nombre en un último momento mientras se agarraba de su espalda y su boca se abría para dejar pasar bocanadas de aire descontrolados, que parecían frenéticos suspiros de placer.

Y en una última estocada Sakura cayó rendida, mientras el joven no tan cansado como ella la paso a su lado ya fastidiado por el peso de la chica sobre su cuerpo.

La muchacha lo miró mientras se incorporaba, la espalda pétrea y espectacular de él se dejo entrever entre las gotas de sudor que delineaban su cuerpo, se mordió un labio.

Ella había escuchado hablar de él, pero no sabia si debía creerle a sus amigas cuando habían dicho que era bueno en la cama.

Ahora Sakura sabia que afirmar. Naruto era lo que el titulo lo llamaba: un fornicador… y de primera.





Hinata dio varias vueltas en su cama.

Ella no era el tipo de chicas que ahuyentaba a los hombres, más bien la desmesurada belleza de su rostro y el increíble –y envidiable, para las mujeres- cuerpo de Hinata, hacia que hasta sus propios compañeros de trabajo la quisiesen llevársela a su cama.

Pero ella se hacia respetar, y a su parecer.Nunca en su vida tendría sexo… por que para ella era sólo saciar las necesidades animales.

Ella por su parte lo llamaba como solía escucharlo,hacer el amor porque es unirse cuerpo a cuerpo con quien deseas.

Tal vez era demasiado conservadora en esa tipo de conversaciones. Pero ella sabia hacerse respetar…

Y no dejaría que ningún idiota faltara esa moral que se impuso en su cabeza.

Refunfuñó cuantas veces quiso pero cuando miró el reloj que marcaba las 9:00. Dio un alarido mientras se levantaba corriendo y se dirigía al baño en un santiamén.

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