Enfermedad

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Poco a poco, pareciera que se nos va la vida, como si los minutos nos hicieran más viejos y los segundos no pasaran en vano, todo estaba prácticamente confabulado para hacernos morir.




Hinata no daba crédito a lo que había hecho.

Es verdad que no fue una de sus decisiones más brillantes, pero, aun así, no sabía de dónde había sacado valor y dignidad porque la segunda se le había quedado corta y la primera no parecía tenerla para decirle a Naruto todas esas barbaridades, y luego, como cosa estúpida, terminar besándose con él.

Pero, el colmo no fue eso, pues aunque se lo reprochara cincuenta mil veces no podía decirse a sí misma que el beso no le había encantado, porque sería más que una vil mentira.

Lo que la había agarrado desprevenida fue el hecho de renunciar.

Pero ahora cuando se sentía inundada de periódicos en la sección de empleos, no podía solo decir "Estúpida, eso es lo que eres"

Nunca debía pensar precipitadamente, seguro después de todo, un buen polvo con Naruto no cambiaría nada, ¡Pero que decía!

Empezaba a sonar igual que Ino.

Se puso el suéter rápido mientras se peinaba el cabello, sin duda, ahora no tenía ni la más mínima idea de que iba hacer con ella misma, porque el dinero del carro iba destinado a sus padres, y... ¿Cómo se las arreglaría para comer?

No había sido un buen año para dejar pasar un estupendo salario.

Naruto le pagaba una cuantiosa cantidad, no se quejaba para nada, a veces, le parecía demasiado exorbitante para su puesto de segunda, pero a final de cuentas se quedaba callada.

Tampoco se iba a reprochar un buen dinero ganado.

Y ahora que más lo pensaba, no entendía porque no había valorado su trabajo, extrañaba absolutamente todo: hasta a su jefe, aunque la última cosa con una euforia que ella ni se daba cuenta.

Su presencia le tranquilizaba, y ahora se sentía más histérica que de costumbre.

Todo era un maldito círculo de tragedias, ya quería salir de él e independizarse de nuevo.

Pero faltaría mucho, por lo menos hasta que encontrara trabajo. ¿Qué tal cantinera? ¿O tal vez maestra? ¡Pero que decía! Cada día se sentía más decepcionada, como si las ganas de volver e implorar le a Namikase que la contratara  surgieran de repente, como por arte de magia.

Y aunque ella no lo creyera, Namikase pensaba algo muy parecido...




Naruto no había perdido tiempo, se dijo a si mismo que no todas se las ganaba.

Dejo ir a esa mujer que nunca pudo domar.

Y es que era raro, tan sumiso y tonto que le había parecido, pero su alma parecía aire, se escapaba travieso y nunca lo podía tomar.

Con ese veredicto; algo hiriente, contrato a Shion: estuvo más que dispuesta por tomar el puesto de la Hyuga, diciendo algo así como

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