Suposición

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Típico: Las mujeres pensamos que estamos "obesas", "feas" y "poco atractivas". Cuando para los hombres es "igual", mientras sepa amar y calentar la cama ellos estarán felices.









Había escuchado una vez ese dicho muy, pero muy viejo. Se lo había recitado una vez su padre "tratando" , sin poder lograrlo, de consolarla.

Decía así a su oreja: Lo que las feas tienen, las bellas lo envidian.

Hinata no sabía si se había puesto a llorar más con las palabras de su padre, no recordaba. Eso sí podía aseverar que nunca fue muy buen consolador.

Pero sabia ahora, que toda esa frase, desde la primera letra hasta la última, había sido escrita por una fea que, después de todo, como ella, quería sentirse bien.

Hinata no tenía nada para ser envidiada: ni posición política, ni dinero, ni belleza exótica y mucho menos veinte títulos universitarios.

Solo era una mujer promedio. Un titulo con honores, proveniente de clase baja, sin mucho, más común que el sushi; no tenía dinero y tampoco era muy elocuente. Dios no la había visto con buen ojo.

Últimamente Hinata estaba pensando mucho en su aspecto físico. Y sabia que nada era inducido por la depresión, todo tenía que ver con una sola cosa y una causa.

Primero que nada, se había dado cuenta, no solo eso, había aceptado completamente el gusto que tenía por Naruto, ya que jefe no era hasta nuevo aviso.

Segundo había conocido gracias a Ino, por su charla o "monologo", como había decidido llamar la mayoría de las llamadas telefónicas de su amiga:

"La lista interminable de los amoríos de Namikaze Naruto"

Y tercero y último, relacionado con aquella prominente lista, todas esas mujeres eran de catalogo de modas, jovenes de portadas de revistas. Y no hablaba con metáforas, las jóvenes aparecían en distintas portadas, ya sean revistas de moda, para hombres, de negocios, de farándula. ¡Donde sea! Todas eran perfectas.

¿Y ella? Ni era la sombra de su zapato.
Y como si tuviera oportunidad con Naruto. ¡Ja! ¿En qué pensaba...?

Rodeó los ojos e intento seguir con la lectura de su libro favorito "El retrato de Dorian Gray". Recordaba que lo había leído unas... ¿Veinte veces?
Veintiún veces. Se corrigió, esta era la número veintiuno.

Naruto por su parte ojeaba uno de esos libros que había leído hace unos cuantos años, no le prestaba para nada atención a este. Hablaba de personajes escritos con tinta, dragones que tomaban vida y lenguas extrañas. Esos libros que a la editorial siempre le sacaba una buena tajada, algún best seller.

Lo único que él tenía ojo era... para Hinata.

Nunca le habían gustado las mujeres que leían. "Se creían superiores, le daban ganas de pensar". Si, desde hacía unos meses se había dado cuenta de que sus antiguos pensamientos eran bastante cavernícolas.

Pero ver a Hinata leyendo era otra cosa: Sonreía a veces, se reía en silencio en algunos momentos, en unos minutos parecía comerse el libro con los ojos y en unos segundos saltaba emocionada o asustada. Era como si se metiese tanto en el libro que viviese los sentimientos del protagonista. Una vez la había cachado llorando al terminar uno de los libros, protegiéndolo contra su pecho con una mirada llena de lágrimas y esperanza.

Sonrío, de una manera, verla leer era tan tranquilizador. Suspiraba, se acariciaba el cabello, a veces hasta pegaba gritos de emoción.

Cerró el libro que estaba en sus manos, era inútil leer a su lado. Y pasó sus manos por el cabello.

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