¿Que es esto?

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Los cambios son impredecibles en la vida, vuelta da la moneda, ruedan las cosas y cambian a su favor, el deber de la persona es adaptarse.






La noche se había acaparado del ambiente, las estrellas le ganaron a las nubes esparciéndose por un cielo bruno, mientras que una que otra magra nube se paseo en silencio entre las sombras, el susurro de los árboles se volvió cada vez más intenso, un habito tranquilo que se escabulló entre las ramas, enredándose en las flores y apoderándose de las hojas.

Los cabellos lisos se movieron por la fuerza de la brisa, brillando bajo las ondas de la luz alba de la luna, se escurrió por los pómulos blancos, besando imperceptiblemente sus labios y bañando sus ojos perlados de una blanquecina resplandecientes, mientras su nuca era refrescada por el constante viento.

El café temblaba, soltando ondas repetitivas en su negro contenido, la estela blanca caliente se fue opacando por el frío de una noche solitaria.

Un croissant solitario decoraba la mesita de metal de un pequeño cafetín.

Los mesoneros yacían en un rincón hablando y el cocinero estaba concentrado en el partido de fútbol.

Ella removió las primeras hojas, acaricio su textura y tomo un sorbo del café frío.

Suspiró mientras se hundía en sus propias cavilaciones.

La noche esta helada -afirmó arropándose.

¡Cuantas estrellas hay en el cielo! Es una noche muy despejada, pareciera como si todo se hubiera liberado, es tan tranquilo.

Jugó con la taza mientras sonreía entre sus memorias
Príncipes azules, un laberinto encantado, la niña de pensamientos extraños, bellezas inmaculadas, un palacio maravilloso -resopló-

¡Tonterías! Los príncipes son ególatras, el laberinto te engaña, la niña es una autista, las bellezas huecas y el palacio inalcanzable, la vida es muy distinta a los libros, por eso las personas leen, para salir de la cotidianidad, soñar no cuesta, soñar es vital.

Bajó la mirada cansada, el sonido del caminar de las personas la hundió en las memorias de la primavera, las flores de cerezo bailando en el cielo, los árboles floreados de colores vivos, el suelo tranquilo, el ambiente calido, el viento refrescante, los pasos que se llenan de capullos y el amor…o lo que parece serlo.

Sasuke, era el príncipe azul… que se convertía en hielo, era sabio y tranquilo, observaba en silencio, pero juzgaba duramente.

No entendí cuando me enamore de un cubo de hielo, tampoco supe cuando se derritió y la vez que se enfrió.

Pero hay algo que aprendí, los sueños son caros, los deseos difíciles, los libros fantasiosos, y tener los pies en el suelo te mantiene firme para no caer tan fuerte.

Miró al techo de vidrio azul y respiró tranquilamente, descifrando el aroma del pavo y una colonia que se desvanecía con su dueño, cerró los ojos para ahogar las lágrimas, y meditó sobre el color blanco, algunas veces ella deseaba borrar todo lo que le recordaba un sabor amargo, pero se quedaría sin memoria, no recordaba muchas cosas felices y lo único que la distraía era la lectura.

Abrió los ojos de golpe y miró el manuscrito en manos.

"Perpetúa era la condena que me forjaba, había muerto todo lo que significaba para mí. Los placeres ya no eran nada de lo que fueron, solo formaban parte a un ligamento, necesitaba una parte más, un soporte, como una mano que me acompañara a las catacumbas oscuras, la enfermedad me había cambiado
Sonaba idiota, lo se… pero me sentía con ganas de entregar algo que nunca había cedido, una relación. Pero mi fama ahuyentó todo lo que quería, a Kanna.

Éxtasis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora