Inesperado

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Las cosas más inesperadas, son las más intensas, aquellas que parecen no decir nada y repentinamente aparecen, son excitantes..





Hinata estaba más que orgullosa de si misma, ya había terminado toda sus obligaciones hasta ese minuto y ahora tejía marañas de pensamientos, perdida en el sol que entraba exquisitamente en el lugar, descubría motas de polvo que volaban en círculos, como formando un prisma de suciedad jugando en un torbellino hermosamente insano, y describía la inmensidad de Tokio, los edificios que cada vez se volvían más altos, rozando con el cielo azulado casi grisáceo, las calles rellenas de paraguas, las personas que caminaban como hormigas de un lado a otro y allá perdida entre la inmensidad del barrio olvidado, aquel que quería sacarse de la mente.

Suspiró con cansancio y luego se volvió a hundir en la lectura del segundo manuscrito, sus cabello cayeron sedosamente en su frente, delineando su rostro delicadamente, mientras el inicio de sus pechos quedaba a la vista por el segundo botón abierto de su camisa blanca.

Naruto se desconecto un momento para mirarla, allí sin caminar, sin abrir la boca, sin sudar nerviosamente y sin tartamudear, parecía una Diosa, sentada leyendo, como un espejismo, un oasis de sus recuerdos.

Era una estupidez, pero algo en ella le inspiraba no solo deseo, por que la vista de su pecho le hacía revolotear la sangre hasta su zona más baja, pero su rostro, angelical como siempre lo hacía desistir, era más hermoso verla así tranquila, y poder deleitarse de cada línea, la curvatura de su nariz, el arqueado noble de sus cejas, el ovalado sensual de sus ojos, el carnoso manjar de sus labios, la suavidad de sus mejillas con sus colores rosáceos y el exquisito y llamativo hundimiento de sus clavículas, que lo incitaban a morder esa parte tan blanca.

Bajo su mirada con un resopló, había sido todo un error catastrófico, lo que nunca había hecho ni su madre, ella lo había logrado, estaba cambiando su forma de ser, ella le reprochaba cosas, como si fuese una confidente, a veces le daba buenos consejos o sicoanalizaba simpáticamente su persona, pero la forma en decirlo, la calidez de su sonrisa convencía a su subconsciente de cosas que realmente no estaba seguro de seguir, no podía estar pasándole eso a él ¿O si?

Hinata miraba de reojo a su jefe ¿Podía ser que Ino y Shino tuviesen razón? Recordó las ultimas conversaciones como si fueran cosas de ayer, y suspiraba en cada palabra como si la verdad inmaculada se hubiera posado en sus dichos.

" – Ino, no lo creo –le dio un gran mordisco a su dona- él no es ese tipo de personas que a mi me agrada.

- Por dios, yo no amo a los egocéntricos –dio un sorbo al vodka con naranja- Pero te aseguro que alguien tan bueno como Naruto, no pasa desapercibido por nadie. Yo que tu, aprovecho.

- ¡Es mi jefe! –replicó.

- ¿Y? –Ino se encogió de hombros"

Tal vez Ino tenia razón, sentía extrañas cosas por su jefe, pero no creía que era algo carnal, ya que a veces sentía cierta pena por él, por su vida solitaria, desprovista de amor.

Solo el sexo lo hacía existir, un vació emocional, eso era lo que provocaba su comportamiento evasivo.

Pero a veces, sentía ganas de acompañarlo, de sentarse con él a comer... –desechó sus pensamientos- ¿En que pensaba, que estaba en primaria?


El día paso muy normal, cada quien hacía su trabajo por su lado, como si no existiera el otro.

Silencio inundaba el salón y cada vez que Shikamaru o Kiba cruzaban la oficia sentían ese ambiente tenso, demasiado frígido, como si pensamientos fueran guardados en una cápsula, una jaula para no dejarlos salir.

Éxtasis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora