Osadía

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Viendo a  la nada, perdí uno de mis besos.










El piano elevó sus notas hasta llenar la fiesta con su sonido melancólico.

Se deslizó cariñoso entre los cuerpos que bailaban moviéndose con la triste voz de la cantante, que lloraba en versos sobre todos.

Dejaba que su voz llegara a un tono agudo para que los demás lloraran con ella; con su canción que le imploraba al aire que no la dejara sola.

Ella siempre estaría allí para él, para una persona imaginaria.

Hinata devolvió la mirada a la voz y se encontró con la cara de Sasuke.

Se veía igual como ella le recordaba, tan igual como la última vez que lo vio cuando se había convertido en el hijo de los Uchihas.

Una expresión facial impenetrable y los ojos glaciales, la miraba con una sonrisa en labios; sardónica y cínica.

Ella se escudó tomando una nueva copa de vino entre manos.

Aunque trató que sus manos no temblaran, inútilmente.

Sus labios no articulaban palabra alguna y sus ojos se habían llenado de lágrimas que había logrado contener magníficamente.

No podía creer que se tenía que encontrar nuevamente con ese hombre; con el culpable de todas sus desgracias.

- De todos los lugares que pensé encontrarte este fue el que menos se me vino a la mente –comenzó diciendo mordaz.

- Pues un gusto y con su permiso… -trató de caminar hacía el grupo de personas que estaban cerca de ellos.

- ¡¿Por qué tan rápido, señorita Hyuga?! –exclamó con sonrisa en los labios, mientras la retenía en un abrazo brusco y la pegaba a la pared para que no escapara tan fácilmente.

Luego de soltarla la miró directo a los ojos.

- Tanto tiempo sin vernos y sólo me dirás esto.

- Estoy algo ocupada. En otro momento se dará la conversación –trató escapar de su cuerpo, pero él era demasiado alto y ancho. No tenía lugar para caminar tranquilamente.

Intentó tranquilizarse tomando una bocanada de aire.

- ¡Y hasta una joven ocupada te has vuelto! Casi ni te reconozco, Hinata –sonrió fingiendo simpatía-
Interesada, arrastrada, mosquita muerta, tonta, ingenua y hasta ocupada. ¡Ja! Una nueva Hinata Hyuga.

- No eres quien para andar diciendo que soy… –le encaró recuperando un poco de su confianza- ¡Ahora, con su permiso! –trató de empujarlo, pero fue como pegar contra una puerta cerrada.

- No se moleste, Hinata. Sólo estoy sorprendido, no siempre encontramos a viejos amigos durmiendo bajo el hombro de nuestro destino. ¿Porque estas allí…?-acarició su mejilla- pasado maldito viviendo ahora en mi futuro. ¿Qué haces en mi fiesta de compromiso, siendo llamada cuñada?

- ¡Tsk! Yo lo que diría es que el mundo es pequeño, tan pequeño que te encuentras con la misma cucaracha dos veces ¡Ahora, aléjate! –el manotazo de ella lo detuvo como si no hiciera esfuerzo y la miró con vergüenza fingida.

- No, no Hinata. Ese tipo de comportamientos no van contigo, tu eres la chica que tartamudeaba como una estúpida mientras todos abusan de ella… -sonrió él-. Aunque por lo visto no has cambiado mucho. Todos comentan cuando estúpida es la nueva diversión del hijo de los Namikaze: el jovencillo que juega con las muchachitas como si jugara con soldaditos de plomo.

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