-29-

1.7K 272 17
                                    

Parpadeé con insistencia al reconocer un ambiente diferente al que estaba acostumbrada. No era mi cuarto y rápidamente pude rememorar que se trataba de una de las habitaciones de la casa de William Vandor.

Ya era de noche aunque el gris plomizo del cielo aún no dejaba ver la luna. Desperezándome, me puse de pie para terminar de tomar consciencia.

Algo más repuesta, me senté de lado y observé la delicadeza de las luces lejanas que rodeaban cada propiedad reflejarse en el agua y la de los diversos balcones, mezcladas entre pequeños setos y adornos florales.

Abriendo por completo la hoja de la ventana que Vandor de seguro dejaría con total confianza me asomé a ese bello observatorio de más de 50m2 de superficie revestido en grandes cerámicos de concreto, el cual destinaba un rincón para unas altas macetas de colores y arreglos florales esféricos y prolijos, entre las cuales cobijaban una bella fuente de barro.

Pequeña, la vasija derramaba agua sobre ellas y se diluía por debajo mágicamente. Julia de seguro se quedaría por horas dilucidando el circuito del líquido.

Reponiendo energías, me entregué a ese microclima de Phoenix encontrándome con la pregunta de que si acaso yo podría vivir en un sitio como este, con lujo, con estas vistas y con gente que probablemente nunca llegaría a conocer.

Prejuiciosa me dije de inmediato que no...pero me guardé el beneficio de la duda.

Para cuando entré al cuarto nuevamente, sobre mi bolso dispuesto prolijamente en una silla de líneas modernas. encontré una pequeña nota, escrita de puño y letra.

"A las 10pm pasaré por ti, ponte algo cómodo. PD: hay un obsequio para ti en la sala. W.V."

Buscando un reloj, agradecí que faltaran casi dos horas.

Como una niña en Navidad bajé hasta la primera planta y me acerqué a la caja que él pregonó haber dejado para mí; deshice el gran lazo rojo y descubrí dentro un hermoso vestido color negro. Se lo veía ceñido en la zona de las caderas con el detalle de un cinturoncillo de brillantes en ese sector. La tela era opaca, pesada y con transparencias en la zona superior del busto.

Colocándomelo sobre el cuerpo, busqué un espejo y comencé a desfilar delante de él. Era hermoso, sobrio...y de apariencia costosa. Una sonrisa amplia se dibujó en mi rostro.

¿Con qué propósito me lo había comprado?

Extendiéndolo sobre la cama del cuarto de visitas, me dispuse a probármelo tras el baño de burbujas que me iba a dar en su jacuzzi. Ese era un sueño que no deseaba postergar por mucho más.

Resultaría más que obvio aclarar que el ambiente destinado al relax era más grande que mi habitación de Benson. Decorado en tonos de grises y azules, neutro pero con cierto tinte varonil, se lo complementaba con unos amplios espejos, los cuales le añadían un toque un tanto voyerista. Me sentí intimidada por verme tantas veces reflejada sobre ellos.

Llenando la tina, utilizando una esencia con base de jazmines y gardenias, hice espuma y recogí mi cabello en lo alto.

Perdiendo pudor quedé desnuda siendo observada por mis propios ojos. Sin pretender juzgarme, tan sólo me dispuse a aceptar mi cuota de suerte este fin de semana y a disfrutar de este sitio y de William Vandor, aunque me valiese más que el corazón roto.

Entregándome al poder del agua cálida, del aroma sutil de las flores blancas y a la necesidad de tomarme tiempo para mí, disfruté de la espuma sobre mi cuerpo por un extenso rato que no supe cuantificar.

Con la piel sedosa al tacto aproveché para calzar el vestido sobre mí: parecía hecho a la medida. Recogiendo con una mano mi cabello en una alta coleta, quedaba aún más glamoroso.

Sintonizados: el latir de tu voz - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora