-24-

1.8K 309 62
                                    

La miré fijo y se me detuvo el corazón. Extrañamente el movimiento de sus pestañas al compás de su perdón me doblegaba la razón.

Yo escribía canciones de amor a primera vista, de rupturas de corazón y noches de desvelo por una mujer no correspondida pero el hecho de sentir que me importaba mucho el saber sobre el pasado de Paige, de empatizar con las dificultades de su vida y admirar su ternura y delicadeza al hablar, significaba algo que hasta el momento no había experimentado y ahora, no comprendía.

Más letras pronunciaba, más profundo la miraba. Sus ojos profundos eran adictivos e hipnóticos. Deseé pasar el filo de mi dedo anular por su barbilla, conocer la curva perfecta de su mentón y tersura de su piel morena...pero la cobardía de descubrir qué rayos sucedía en mi interior inhibió mi accionar.

Ella esbozó una segunda sonrisa, de esas que parecían no agotársele. Tragué fuerte, dirimiéndome entre la posibilidad de probar sus labios y darle un adiós cortés pero egoísta.

Irritado, me despedí de ella, quien me miraba con ojitos de perro mojado. Pero no podía flaquear, era Paige quien se había portado de malos modos conmigo innecesariamente justo en el momento en que había dejado mi hermetismo de lado para abrirme con sinceridad...

Yo, que le había dedicado una canción sacada de la galera, no había sido recompensado con un mísero gracias. Yo, que me había enamorado de ella, no podía siquiera soportar que no entrara en razones...

Sí...yo, que me había enamorado de ella de un modo juvenil. De una mujer a la que no debía pero quería tener. De una mujer que no estaba dispuesta a dejarse amar.

Agradecí haber pactado con mi alma irme de Tombstone en 27 días para dejar esta realidad paralela por detrás...como lo estaba Paige en este momento.

Abrazada a sí misma fue testigo de mi marcha hasta la camioneta en extrema y disgustante pasividad. Era claro, ninguno de los dos debía liarse con el otro...pero para mí, ya era tarde.

¿Cómo había sucedido? ¿Cómo era posible que me transformase en un blando?

Yo, que me sentía impune a los sentimientos reales, que era tan soberbio de pensar en que elegiría de quién y cuándo enamorarme, me encontraba camino hacia mi vehículo rumbo a la soledad de esa vieja casa con el cartel de venta en la puerta.

─Vandor...─mi apellido de fantasía se oyó tras de mí, citado en un hilo de volumen. ¿Era mi cabeza?¿Era un engaño de mi sistema nervioso? No giré, manteniendo el orgullo de mi psiquis intacto ─. William ─ al instante, fue momento de mi nombre. Para ese entonces no creí ser esquizofrénico y oír voces imaginarias. Volteé con lentitud.

Paige lloriqueaba y su labio inferior tembló como una hoja de otoño a punto de caer al piso.

─Perdóname ─soltó, desatando el nudo que ajustaba sus cuerdas vocales ─. He sido una ingrata contigo ─avanzó dos pasos, quedando a dos metros de mí.

─Creo que este es el momento exacto en que esto debe acabar... ¿no lo crees? ─ tragué con rudeza y poca sensibilidad ─. Las cosas se están tornando un poco confusas para ambos. Yo no soy quién a opinar sobre tu vida y decirte qué debes hacer o no; estás en tu derecho de seguir con tu vida como se te venga en gana.

─Quédate esta noche. Por favor ─expresó, dejándome patitieso.

Miré hacia el sendero de cemento que unía la verja al cobertizo.

─Tengo un pastel de manzanas horneado por mí al que todos elogian. Si esta noche será la última vez que nos veremos, al menos pretendo que te vayas de Benson habiendo probado mi manjar ─hizo una mueca divertida que festejé con un sí.

Sintonizados: el latir de tu voz - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora