-19-

1.6K 292 37
                                    


Por fortuna, todo quedaba en su lugar. O al menos contenido en esos recortes de raso azul brillante que oficiaban de vestido.

Intenté respirar lo más delicadamente posible y exhalar del mismo modo; temía que explotaran las costuras.

Sonreí recordando a Vandor, a sus palabras propias de un taller de "mejora de autoestima". Si conociera a esta vieja oxidada, entrecana y gruñona, de seguro se replantearía si usar la palabra envidia en su caso, era lo correcto.

─¿Puedes cambiar la cara? ─critiqué a Lisa, aún enfurruñada cuando yo había sido la agredida y en mi propia casa ─. Annette se merece algo más que tu rostro de vinagre ─le susurré mientras aguardábamos por la anteúltima prueba de vestido de su melliza.

Manteniendo sus labios fruncidos, miró sus uñas y habló hacia el frente:

─No es justo que los demás tengamos la culpa de tus decepciones y errores, Paige. Debes madurar.

En ese instante deseé abofetearla, pero me contuve. Como siempre, cedí y aflojé la tensión subyacente alzando mis manos y exhalando disculpas poco sentidas.

─Vamos, Lisa. No me vengas con eso. No culpo a nadie. Pero tampoco defiendas a Mark como si fuese el padre ideal.

─Hace lo que puede...trabaja a destajo y tú no haces más que hostigarlo.

─No hablaré de ese tema contigo. Si quieres aceptar mis disculpas, pues hazlo; caso contrario, es tu problema ─agotada, cogí mi bolso y salí de la tienda envuelta en llamas. Papá estaba dentro de la camioneta, con la refrigeración al máximo y entredormido, esperando por las mujeres de la familia Howling.

Cuando golpeé su cristal, su leve sobresalto me percató de su tranquilidad hasta el momento.

─¿Ya están listas? ─se acomodó en su asiento.

─No. He venido a tomar aire fresco. Caso contrario mataré a una de tus hijas mayores.

─Por el rostro de Lisa de los últimos días puedo deducir que es con ella con quien tienes problemas.

Exhalé, sin ánimos de aclarar las cosas. Papá me conocía mejor que nadie, por lo que sus preguntas quedaron solo en su cabeza y a cambio, pasó su brazo por detrás de mi espalda y me inclinó el torso hacia él. Posó un suave beso en mi coronilla y me arrulló como cuando era niña y estaba triste.

─No le hagas caso a tu hermana, a veces puede ser muy hiriente y obstinada ─concluyó, y yo continué sin decir ni mu.

---

La semana transcurrió velozmente y con la esperanza latente de alguna participación de William Vandor manteniéndome en vilo.

Pero él no apareció ni en cuerpo ni en voz.

Sin tener su número, sin saber con precisión donde vivía – puesto que él me había llevado y traído en aquella cita que tan lejana había quedado – solo me debía conformar con sus presencias repentinas.

Lamentablemente, por dos semanas, viví del recuerdo.

De a poco, me resigné a que Vandor finalmente había desistido de quedarse en Tombstone para retomar su vida citadina en Phoenix, aquella donde tenía su apartamento lujoso y de seguro, su chica.

Porque si de algo podía estar convencida, era que William Vandor nunca estaba solo.

--

Como era de esperar, July y yo llegamos con el tiempo justo a la iglesia en que mi hermana y Joshua darían sus votos matrimoniales. Contratiempos con el vestido de organza, tul y raso de mi hija, su fastidio ante el calor y su insistencia por saber si su padre asistiría a la boda de su mejor amigo, eran un dolor de cabeza constante.

Sintonizados: el latir de tu voz - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora