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Era la tercera vez en la noche que alguien pedía alguna canción de Willy Vandor, ese muchacho carismático, icono de la música pop-country americano de los últimos cuatro años y cuya voz me recordaba a la de Johnny Cash

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Era la tercera vez en la noche que alguien pedía alguna canción de Willy Vandor, ese muchacho carismático, icono de la música pop-country americano de los últimos cuatro años y cuya voz me recordaba a la de Johnny Cash.

Benson no era tierra de jóvenes promesas sino más bien, de viejos. En todo sentido de la palabra.

Con una vasta nómina de temas musicales por elegir, opté por "Lágrimas de amanecer" el primer single que catapultaría a la fama a este chico cuyos orígenes se remontaban a Tombstone, muy cerquita de estas tierras, pero que lo vería triunfando lejos de su nido.

─Y para demostrarle lo mucho que agradezco que me sigan cada noche, les dedico esta hermosa canción en esta hermosa madrugada...

Ejecutada con voz rasposa y sentimental, de acordes suaves y nostálgicos, la canción hablaba de un viejo amor de verano y un corazón roto en pleno amanecer.

Nada que no me tocara de cerca.

Un romance de verano con un amigo de una de mis hermanas mayores, Anette, algunos encuentros bajo las sábanas y un embarazo juvenil, signaron mi vida desde los 19 años.

Sin tiempo, sin ganas de ilusionarme en vano otra vez, optaría por dedicarme a la locución en una emisora de baja pero fiel audiencia, exactamente donde me encontraba ahora mismo siendo las cinco de la madrugada.

Gracias al favor de James Knox de contratarme a poco de parir, comencé con un programa de tres horas, luego de cuatro hasta conseguir una franja horaria más extensa.

Tomando el rango de 00hs a 06hs, todas las noches desde hacía siete años endulzaba los oídos de aquellos insomnes que buscaban el remedio a sus penas en alguna canción de amor o bien, deseaban conquistar a alguien.

La dinámica del programa era básica y efectiva: los oyentes escogían vía telefónica los temas que quería oír en tanto que una de esas llamadas salía al aire y dedicatoria mediante, se escuchaba.

No obstante, aquellos que platicaban conmigo noche tras noche, eran los mismos de siempre:

Jason, un camionero de las afueras de Kansas llamaba todos los viernes para dedicarle una canción a su chica de turno.

Yo sonreía sistemáticamente, dejaba que comentara el modo en que la había abordado y ordenaba a Charly que presionara el botón de play para hacer del pedido de Jason, algo real.

En la semana, Jackie era quien contaba sus anécdotas como "Dama de Compañía". Sin dar nombres ni ser grosera, aportaba sensualidad a sus relatos y alguna que otra carcajada. Conociendo las reglas del juego, se desenvolvía con gracia y pedía algún que otro tema musical de Elton John o Wham!.

También, como era de esperar, estaba quien dándose corte de galán de telenovela me invitaba a salir en plena plática radial, pidiendo mi número sin pudor.

Sintonizados: el latir de tu voz - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora