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—¿Te diviertes?

—¿Y tú? —llevó una papita a su boca y la masticó con lentitud mientras Loki ya comenzaba a sentirse irritado. Ya no estaba en la pecera, aunque no estaba seguro de si aquello era realmente algo bueno. Últimamente todos encontraban interesante meterse en su espacio —. Sally me envió.

—¿Haces todo lo que te pide?

—Sólo si se trata de ti —le guiñó un ojo.

Loki sonrió con galantería o quizá se trataba de sus habituales sonrisas. Darcy no podía dar fe de ello porque, diablos, sus ojos ya no lo miraban con desinterés. Llevó otra papita a su boca, tenía que pensar algo inteligente o una estupidez, lo que fuera para no seguir en aquel silencio incómodo establecido entre ambos.

 «Piensa, Darcy, piensa.»

—¿Qué es lo que quiere ahora? —suspiró de alivio cuando lo escuchó  hablar —. ¿Los entrenamientos no son suficientes?

—¿Y me lo preguntas a mí? —chasqueó la lengua —. No sé lo que piensa la mayor parte de las veces.

—Entonces, qué haces aquí.

—¿No reconoces las excusas cuando las ves? —Loki levantó una ceja y Darcy se concentró en otra papita  —. Creí que eras el dios de las travesuras ¿o era del engaño? ¿Quieres?

—No —llevó sus manos hasta su camiseta y comenzó a levantarla suavemente. Para Darcy de hecho pasaba muy lentamente, una hermosa cámara lenta que mostraba el perfecto abdomen de un dios, hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo, ¿se le había caído las papitas? —. ¿Te importaría?

—No —dijo y sacudió su cabeza —, digo, sí, lo siento.

«Ya no pienses, Darcy, corre, ¡corre!»

Su corazón latía demasiado rápido. «Uff, que calor», pensó agitando su mano para hacer llegar algo de aire fresco a sus sonrojadas mejillas. No funcionó, claro, ¿qué idiota hubiera creído que esa era la mejor forma de sacarse el bochorno? Sólo ella, la gran Darcy Lewis. «Méndigos y sexys asgardianos, ¿qué comen?»

—¿Es Darcy? —Tara caminaba junto a Sally que hacía presión un pequeño paquete de hielo sobre su rostro —. Sí es, ¡oye, Darcy, por aquí! —Darcy abrió sus ojos lo más grande que se permitió y decidió tomar el camino contrario. No estaba preparada mentalmente para hablar, se preguntaba si lo lograría después de ver lo que sus ojitos habían presenciado. La hija de Tony Stark frunció su rostro como si hubiese chupado limón del desconcierto —. Wow, ¿nos ignoró?

—Sí, lo vi con mi propio ojo sano. Qué vergüenza —dijo por lo bajo Sally negando con su cabeza —. Espera, venía desde la habitación de mi tío. 

—¿Crees que le haya hecho algo? 

—O vio algo que no debía —sonrió divertida reanudando su camino —. Vamos, tengo que ir a la enfermería antes de que me vean mis padres —Tara se quedó mirando aún por donde Lewis había escapado y Sally tuvo que tomarla del brazo —. Vamos, no te quedes pensando, son dos adultos que pueden lidiar con sus propios problemas.

¿Que tan cierto era eso? Mejor, ¿qué podían saber dos adolescentes que estaban pronto a encontrarse con un genocida morado? Escalofriante.

*

La ropa midgardiana era ajustada, marcaba cosas que no debían marcar. De hecho, era tan ligera que no podía pensar claramente si era cómodo o no. En conclusión, era un asco. ¿Qué tenía de malo su ropa? Apestaba, era cierto, sin embargo, no había sido razón suficiente para no usarla, ¿no tenían eso que llamaban lavadoras? Se colocó una sudadera gris para romper con esa sensación horrible de no llevar nada; era una combinación pésima, pero si no hacía lo que le pedían posiblemente llamarían a la bestia verde para aplastarle el cráneo. Era increíble que le temiera más a esa cosa que al mismísimo Thanos. 

Estiró sus brazos de un lado a otro y chasqueó la lengua, no estaba a gusto y así lo encontró Sally. 

—¿Qué tienes? Te mueves raro.

—Siéntete afortunada de no tener que usar esta porquería —masculló entre dientes. Sally se encogió de hombros y esperó a que su maestro se colocara en posición —. ¿Qué le sucedió a tu ojo?

—Resbalé —Loki bufó, ¿a caso le veía la cara de estúpido? Negó con su cabeza; la insolencia parecía ser en Midgard tolerada, pero en Asgard podía dejarle sin una mano —. ¿Empezamos?

—Primero, ven aquí —la rubia lo dudó un momento, miró hacia todas partes. ¿En verdad le hablaba a ella? Se encogió de hombros y se acercó a él. Lo más seguro es que la golpearía por confiarse e ir nada más así como así. Pero fue una sorpresa que Loki no le hiciese nada sino que por el contrario inspeccionó su ojo con cuidado —. ¿Quién fue el maldito que se atrevió a tocar el rostro de una princesa asgardiana? ¿No tienes orgullo?

—¿Te encuentras bien? 

«No», pensó este con derrota. ¿Pero qué más opción tenía? 


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[Completa] Por El Chantaje De ThorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora