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La cueva tenía una estructura como la de un embudo. El inicio de ella era extremadamente grande en comparación del final de la misma. Sally acercó su mano envuelta en llamas para observar la mejor manera de adentrarse en aquel diminuto pasadizo. Negó con su cabeza y suspiró. Llevó su mano libre hacia su oreja.

-Es imposible pasar por aquí -dijo por el intercomunicador -. Tendría que medir como Scott Lang en su forma cuántica para atravesar esto.

-Es una buena referencia, le alegrará que lo hayamos usado de ejemplo en nuestras recién iniciadas aventuras.

-No me estás ayudando -canturreó achicando su mirada, como si de aquella manera pudiera atravesar esa gruesa pared rocosa -. No puedo ejercer fuerza sobre ella -tanteó la roca y otras más pequeñas cayeron sobre ella -. El techo de la cueva está sobre ella. Si le quito su sostén, me aplastará.

-Mocosa -la rubia levantó una de sus cejas.

-¿Loki?

-¿Quién más? -escuchó un poco de estática, pero luego la comunicación volvió a ser tan fresca como el interior de la cueva -. Escucha, es claro que heredaste los poderes de Frigga, así que tienes una gran probabilidad de atravesar la pared. 

-¿Atravesarla? ¿Cómo?

-No, yo soy su mentor. ¡Quítate loca! -la rubia arrugó su frente.

-¿Loki?

-Sally, soy yo, Angela. 

-Oh, hola -saludó, sin embargo, se quedó un instante en pausa -. Espera, ¿qué haces aquí?

-Hablaremos de eso después. Lo que importa ahora es esa roca. Sé que no tuviste la fortuna de tener los libros de Frigga ni una educación profunda para entender lo que eres y de lo que eres capaz, pero parte de ser una hechicera es principalmente tu confianza en tus poderes. ¿Entiendes?

-¿Quieres que me convenza de que puedo atravesar la pared? 

-Eres muy lista. Inténtalo, confía en ti.

Sally miró nuevamente su obstáculo. Atravesar aquella pared era una locura, pero también lo había sido cuando descubrió que podía volar por voluntad propia y cuando de sus manos salieron llamas después de un momento de ira. Si podía hacer eso, podría atravesar esa maldita roca, ¿no?

Apoyó ambas manos sobre la ella. El fuego desapareció. Quedó en una profunda oscuridad hasta que sus manos comenzaron a brillar de manera diferente. Sintió que algo se apoderaba de ella. Energía. Energía pura. Empujó la piedra y por un momento pensó que la había movido. Sin embargo, la realidad era que ella era la que se estaba moviendo en su lugar.

-¡Funciona! -dijo soltando una risotada -. Ok, ok, tranquila. Confía en ti misma, en lo que eres, en lo que eres capaz -susurró adentrándose cada vez más adentro hasta que dejó atrás la última cola de la cueva -. ¿Pueden oírme? 

-Te escuchamos -dijo esta vez Tara con seriedad -. Ten cuidado.

-Ya casi llego al final -comentó ella caminando con más seguridad -. Mierda -soltó cuando estuvo en la orilla de lo que parecía ser un gran precipicio. Se elevó lo suficiente para seguir su camino, ya no había una roca, pero sí un vacío de unos cien metros de largo. Llegó hasta lo que parecía ser unas escaleras -. El templo -susurró. Aterrizó en la mitad de ellos y lanzó un par de esferas de fuego para alumbrar su al rededor -. Bien, según lo que dijo papá, las gemas están debajo del templo.

-Es como una caja fuerte biométrica mística, reconocerá tus huellas ancestrales y se abrirá para ti -explicó Tara -. Tenemos menos de dos horas para regresar antes de que las cosas se pongan aún más feas para la Tierra, así que date prisa.

-Lo tengo -dijo subiendo las escaleras.

El salón principal era alargado que conducía hacia un trono desmoronado. Las estatuas gigantes eran las únicas que parecían haber resistido a la furia de la naturaleza; los pilares, la mayoría de ellos habían cedido al peso de las rocas y de no ser por eso hubiera estado en un perfecto estado. Llegó hasta el trono y buscó con la mirada algo que tuviera un aspecto similar a la de una caja fuerte, pero lo único más parecido a ello era la base que sostenía el trono. Una de las esferas de fuego se acercó a la base y la recorrió, hasta que se detuvo en la parte de atrás.

Sally rodeó el trono y vio runas antiguas brillar con más intensidad que otras. Habían reconocido su huella ancestral como habían mencionado Tara minutos atrás. Colocó su mano sobre ellas y el lugar comenzó a vibrar inmediatamente. La base comenzó a abrirse, ladrillo por ladrillo hasta que dejó una abertura lo suficientemente grande para meter sus dos manos. 

Las podía sentir, las gemas del infinito realmente estaban allí.

-¿Sally, está todo en orden?

-Sí, ya las tengo conmigo -murmuró sacando una caja con símbolos asgardianos rodearla -. Regresaré pronto.

Nadie contestó. Pensó que tal vez estuvieran celebrando esa pequeña victoria, pero luego de probar reiteradas veces para comunicarse se dio cuenta de que algo no estaba bien. ¿Qué debía hacer? No tuvo tiempo de seguir analizando la situación cuando escuchó una explosión. Terminó de bajar los escalones para quedar frente a la entrada de la cueva. En cuanto el polvo se disipó pudo verla con claridad.

-Al fin nos conocemos, Hija de Thor.

-¿Quién eres? -preguntó apretando con fuerza la manija de la caja -. No creo haberte visto antes.

-Bueno, esta será la primera y última vez que lo hagas.

La mujer atinó a saltar hacia ella pero algo la detuvo del cabello. Sally pudo divisar claramente la silueta de Loki y no se había equivocado.

-¡Largo, ahora!

-¡Suéltame, idiota! -Amora se giró y pateó a Loki hacia atrás.

Sally los perdió de vista. Se arrodilló en una pierna y abrió la caja, el brillo de las gemas resplandeció con intensidad al sentirla cerca y una parte de su interior se sintió igualmente atraída por ellas. Alargó su mano e inmediatamente se prendieron de su brazo derecho. Allí lo sintió, aquel poder incalculable apoderarse de todo su ser del que tan sólo había oído. Si las usaba correctamente, podría salvar no sólo su vida sino la del universo entero.

-Eso es mío, niña -Amora apareció nuevamente, esta vez apenas unos peldaños más abajo. Tenía intenciones de ser anormalmente amable con tal de conseguir las gemas -. Te dejaré ir y a todos los demás, si me las das.

Sally sonrió y se giró hacia ella con lentitud. 

-Lo hubiese considerado hace minutos atrás -acomodó su armadura y se colocó a su altura -, pero llegaste tarde, perra.

[Completa] Por El Chantaje De ThorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora