24 horas | Larry Stylinson •Terminada•

Capítulo 4

—Estás loco… -susurró Harry. Completamente extasiado.

—Quiero hacértelo. -le dijo  —Si después de eso no quieres más, lo voy a aceptar.

De pronto, las puertas del departamento resonaron. Harry abrió y cerró los ojos. Todo el mundo había desaparecido mientras Harry había estado junto a él. Louis soltó las piernas del pequeño, dejándolas caer contra el suelo, se acomodó la ropa. Nadie podía interrumpirlo en un momento peor. Nadie, nadie, nadie. Se acomodó el cabello, tratando de hacer que la erección se le bajara. Y abrió la puerta.

—¿Por qué no contestas el teléfono? -Robert, el jefe de Louis entró al departamento. Sentía el ambiente demasiado caliente, es que no tenía idea de lo que había estado apunto de suceder ahí.  —te he estado llamando todo el maldito día.

—Perdone señor. -se disculpó Louis. Cerró las puertas una vez que Robert entró al departamento.

—Robert Brown. -saludó a Harry, estirando su mano. —Un gusto conocerlo, Styles -él sonrió, sin saber que decirle, mientras Louis observaba todo desde atrás.

Harry reconoció de inmediato a ese hombre. Lo había visto antes, pero no tenía idea de donde. 

—Soy uno de los mejores amigos de su padre. -entonces todo recobraba sentido. Sí, lo había visto antes. Lo único era que no veía a su padre desde hace mucho y por lo tanto tampoco a sus amistades.  —Él se ha enterado de lo que está pasando con usted y su familia, y me ha pedido que…

—-¿Qué? -Harry frunció el ceño. Esto no empezaba a gustarle para nada.  —¿Es él quién a hecho todo esto?

—Él solo quiere protegerlo.

—Perfecto. -caminó rápidamente hasta la puerta, pero el cuerpo de Louis le impidió el paso.

—¿Por qué eres tan terco? Te vendría muy bien si escucharas un poco. -le dijo Louis. Se había dado cuenta del bonito y especial carácter que tenía. Se parecía mucho a él. 

 —No quiero escuchar. Yo no quiero nada de mi padre, que se ocupe de él mismo y de su putísima vida.

—Harry. -Robert se paseó por el departamento. No quería en lo absoluto asustarlo, pero era lo que él necesitaba para quedarse callado  —Voy a ser claro con usted. -trató de encontrar su mirada.  —Usted no tiene de donde elegir. Está solo. Tiene a penas diecisiete años y no tiene a absolutamente a nadie. -después de unos segundos, pudo encontrarlo. Sus miradas se cruzaron. Y todo… todo volvió a lo de antes.  —Sus familiares están muertos.

Un nudo se formó en la garganta de Harry. Había sido el golpe más bajo que le habían podido dar. 

 —El asesino está suelto y amenaza con matar a alguien de su familia cada 24 horas y usted… - Harry agachó la mirada. El cuerpo se le volvió débil. No habían fuerzas. No había nada que lo mantuviera en pie.  —No tiene de donde escoger. 

Otro golpe más. Solo uno último y Harry se tiraría a llorar, aunque ya lo estaba haciendo silenciosamente. La realidad era la peor. Su vida corría peligro.

 —Puedes ser el próximo. -le advirtió Louis, que lo veía llorar desde atrás. Algo en él le hacía sentir cierto tipo de culpa al verlo así. No sabía por qué, era un sentimiento que había surgido de la nada y que ahora se convertía en un inmenso impulso por abrazarlo. 

De pronto, una lágrima. Dos, tres y más. 

 —Pero no lo serás. -le prometió Robert. —Este idiota -señaló a Louis. —Te cuidará como nunca lo ha hecho en su vida.