Harry jugaba con las gotas de agua que caían sobre la ventana de su habitación. En lo único que podía pensar en ese momento era en él, en William, mientras trazaba su nombre entre la humedad de la ventana. ¿Qué le había hecho? No sabía y tampoco tenía cabeza para ponerse a pensar en aquello. Sin darse cuenta, eran más de la seis de la tarde. En horas y horas, se había pasado el día encerrado en esa misma habitación.
—Harry. -le llamó Louis. Tocó un par de veces la puerta de su habitación.
—Sí, pasa. -le indicó, sin prestarle mucha atención. La verdad, es que casi nunca lo hacía.
El perfume de Louis se impregnó de inmediato en toda la habitación. Era delicioso. Exquisito. Preparado. En el punto exacto para encantar a cualquiera que se le pudiera cruzar. Traía un saco azul marino y unos zapatos bien lustrados.
—¿Podemos hablar? -preguntó. La mirada de Harry dio a entender lo contrario. No quería conversar. Más bien, le provocaba hacer otro tipo de cosas. ¿Cómo hacía para derretirlo de esa forma de un momento a otro?
—A…ajá… -susurró. Y pensar que había estado en sus brazos hace solo una noche.
—Sé que mi deber es cuidarte. -empezó. —Me pagan por eso y esa es mi responsabilidad. -parte de esas palabras dejaron a Harry en el aire. —Pero hoy necesito dejarte un momento a solas.—¿Por qué?
—Saldré…
—¿Con quién?
Él se aclaró la garganta, desabotonando el primer botón de su fina camisa. Las rodillas de Harry empezaron a caminar por toda la cama, hasta llegar al borde de esta y encontrarse con Louis. Se miraron. Se conocían, al menos físicamente, él había contado con exactitud cada lunar de su piel, mientras que Harry no había podido olvidar ni un segundo de lo que Louis le había hecho sentir. Pero no podía negarlo, estaba enamorado de otro.—¿Sabes? No es tu problema. -le dijo. Harry soltó una risa pequeña.
—¿Sabes? No me interesa.
—Que bueno, por que esto lo habíamos hablado. Entre tú y yo
—¿Te empiezas a creer de nuevo el más importante aquí? Te comento algo, a mi no me interesa saber de tu vida.
—Ni a mí de la tuya. Sin embargo, ayer te has emborrachado tanto que me contaste cuantas veces te había follado tu queridísimo amigo William. Y yo nunca te pregunté.
—¿Y cuántas veces me ha follado? Porque yo no recuerdo ninguna.
—Lo suficiente como para que no sepas nada de sexo.
Harry se quedo callado. Maldito imbécil, repugnante, cerdo, idiota, sin moral, ni siquiera con Harry podía tener respeto. Era un energúmeno. Es un energúmeno. Un niño engreído.
—¿Qué no te ibas? -Harry alzó los hombros. Sus mejillas habían enrojecido de la ira misma. Louis se había percatado de eso. Había ganado la batalla por ahora y había hecho que Harry se cabreara tanto como para dejarlo sin palabras. Aquello le gustaba. Le fascinaba tanto que podría hacerlo mil veces, se veía precioso, encantador, jodidamente sensual aun estando con ganas de matarlo.
—Si llegas a escaparte de aquí, como la otra noche, vas a conocerme de verdad.
—A mi no me amenaces.
—Aquí nadie amenaza. Es fácil, tú me debes un favor, yo no le digo nada a tu padre sobre lo de ayer y tú no mencionas nada de esto a mi jefe.
—Así que a esto querías llegar
—Favores son favores. -le dijo, al mismo tiempo que le sonreía victoriosamente. Tenía todas las armas para ganar aquello. Hoy tendría una bonita velada con un modelo que había conocido en sus primeros años de agente. Tal vez con eso se quitaba a Harry de la cabeza por un momento. Abrió la puerta de la habitación de Harry..
—Folla bien.
—Siempre lo hago.
Cerró la puerta. Mientras adentro, Harry ardía en sí mismo de quién sabe que cosa. No sabía si era por él, por lo idiota que se portaba a veces o por el hecho de que se iba a pasar la noche con otro. Cualquiera que fuera la razón, esa noche, no ganaría Louis.
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24 horas | Larry Stylinson •Terminada•
Novela JuvenilA Louis Tomlinson le han encargado el caso de Harry Styles y la misteriosa desaparición de los miembros de su familia cada 24 horas. Deberá protegerlo hasta que este sea mayor de edad y pueda defenderse por sí solo, mientras tanto.. ¿Será capáz de n...