28

155 19 8
                                    

Me senté en la cuneta frente a mi casa y saqué un cigarrillo de mi mochila.

-Pensé que no te gustaba fumar.- Dijo una voz a mis espaldas.

Me di vuelta con rapidez, asustado, pues la voz de la persona que habló era demasiado conocida.

-De hecho, sigue sin gustarme, pero parece ser lo único que funciona para eliminar la ansiedad.- Prendí el cigarrillo y le di una calada.

-Wow, eso de la ansiedad es algo nuevo.- Sonrió, achinando los ojos, dándome una linda vista.

-Bueno.- Boté el humo.- Hace algunos meses que estoy teniendo ataques de ansiedad en la noche.

-¿No has ido a algún psiquiatra?- Pregunto, frunciendo el ceño.

-¿Porqué debería? No es como que esté loco o algo.

-Nicolás, tener ansiedad no es estar loco.- Dijo Pablo.- En ese caso, yo sería el más loco de los dos.

Me dió una mirada triste y se sentó a mi lado.

-Pensé que estabas en clases.- Dijo, abrazando sus piernas.

-Yo pensé que tú estabas en Orlando.- Dije, refiriendome al cahuín sobre su ida.

Sonrió levemente y enterró su cabeza entre sus piernas.

-No me gusta estar con demasiada gente, así que salí del colegio un rato.- Dije con sinceridad.

-Yo estaba tratando de escapar de mi padre.- Confesó, levantándose del piso.- Creo que será mejor que me vaya, no creo que a mi padre le guste que llegue tarde.

Y se fue con la mirada en el piso.

Suspiré con cansancio, acostandome en el piso, cerrando los ojos. Pero el sonido de unas pisadas me hizo levantarme de golpe.

-Tranquilo, no te voy a hacer nada.- Dijo Jaime, sentándose a mi lado.

-¿Viniste a demostrar que no eres mala persona?

-Luego de que hayamos hablado sobre eso, me puse a pensar en lo que he estado haciendo últimamente, y es que he estado todo este tiempo trabajando para mi padre y me dejé llevar por sus actitudes.- Se rascó la cabeza con nerviosismo y luego me miró a los ojos.- Me da igual lo que los demás piensen de mi Nicolás, pero extrañamente, si que me importa lo que tú pienses de mi.

-¿A que te refieres?

-A que cuando estaba con el Iván, realmente nunca me importó que él sea un imbécil, y tampoco a él le importó que yo sea aweonao.- Miró el piso y luego siguió hablando.- El punto es que, desde que te conozco, es como si todo lo que yo haga, tú lo vas a ver de forma negativa, por lo que siempre estoy haciendo las cosas para que tú me notes.

-Jaime, no te estoy entendiendo.

-Me gustas Nicolás. Me gustas mucho, y eso me asusta.- Jaime cerró los ojos, mientras mordía su labio inferior y jugaba con sus dedos.

-Jaime...

-No me digas nada, la verdad, no hay mucho que decir.- Se levantó y me dió una sonrisa que me aceleró el corazón.- Sólo, necesitaba desahogarme.

Yo me limité a verlo irse, hasta que cruzó la esquina del colegio y lo perdí de vista.

Frío (Jainico) JaidefinichonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora