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2 meses atrás

-Las marcas en las hojas de atrás son para guiarte.- Aclaró mi jefe, recargandose en mi hombro.- Y luego quiero que vayas a la tintorería y me traigas mi traje de los jueves.

-Esta bien señor.- Dije casi por inercia.

Últimamente tenía la soga en el cuello con el trabajo.

Termine con las cosas de la oficina y me fui en taxi a la tintorería.

-Buenas, vengo a buscar el traje del señor Navarro.- Dije amablemente.

-Por supuesto.- La anciana se dió la vuelta y entro al salón grande que tenía detrás de ella.

Con el traje en la mano y un café en la otra, entré a la empresa.

-Señor, aquí está su traje y el café que me pidió.- Dejé el café encima de la mesa y el traje lo colgué en el perchero de la puerta.

Algunos recados más tarde y termine mi horario laboral.

El camino a mi casa no era muy largo, por lo que generalmente me iba caminando del trabajo.

Me iba caminando. Ya no.

Ahora el Sebastián me venía a buscar en auto al trabajo.

-Hola bebé.- Saludo Sebastián con una sonrisa.

Me limité a asentir con la cabeza en respuesta.

-Que frío eres conmigo.- Exageró.

-Vamos, tengo sueño.- Ordené.

El me miró unos segundos y luego encendió el auto.

El camino se basó en constantes miradas de reojo de su parte y mis desprecios groseros.

-Llegamos.- Caminó junto a mí hasta llegar al pasillo, me dió un beso en la mejilla y las buenas noches.

Porqué siempre hace eso. Lo trato como la mierda y él sigue comportándose lindo conmigo.

Entré a mi pieza y me cambié de ropa.

Me metí a mi cama y me acomodé la almohada.

Cerré los ojos y me dormí increíblemente rápido.

Pero unos golpecitos en la puerta me sacaron de mis sueños.

Abrí los ojos un poco, viendo como una cabeza se asomaba por el umbral de la puerta.

-¿Puedo dormir contigo?- Preguntó.

Gruñí por haber sido despertado y solo murmuré un leve si.

-Gracias.- Susurró.

Le hize un espacio en la cama y puse una almohada entre nosotros.

El Sebastián se acomodó en la cama y al parecer se durmió inmediatamente.

Pero yo no podía dormir.

Hace algunas semanas que el mismo pensamiento pasaba por mi cabeza.

Intenté despejarme e intentar dormir de nuevo, pero simplemente no podía.

Suspiré frustrado y me levanté con cuidado de la cama.

Tenía que despejarme de alguna manera, así que decidí salir a tomar un poco de aire.

Me vestí y saqué las llaves del auto de Sebastián.

Conduje alrededor de 2 horas, escuchando música y deteniendo el auto de vez en cuando.

Antes de volver, decidí ir a algún parque cercano.

Me bajé del auto y le puse seguro. Caminé hacia una banca y me senté.

Frío (Jainico) JaidefinichonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora