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Las siguientes horas, Nicolás se dedicó a dormir, mientras Jaime recorría la casa, pensando en como esta, se veía casi como nueva. Posiblemente al hecho de que Nicolás iba todas las semanas.

También miró los cuadros con fotos, colocados meticulosamente en cada espacio de la pared, con 5 centímetros entre cada cuadro, dejando en claro lo raro que podía ser Nicolás.

Cuando este despertó, se encontró con el olor de unos huevos con tomate y café caliente. Con una sonrisa en su cara, se levantó de la cama y caminó hacia la cocina, donde la once estaba puesta en el mueble, a un lado del microondas.

-Huele bien.- Comentó Nicolás, mirando como Jaime colocaba el azúcar en cada taza.

-Pues, espero que esté bueno, porque mis dotes en la cocina no son muy buenos.—-Se sentaron en la mesa y se miraron por un largo tiempo, pensando en que era lo que tenían que decir.

-¿No te duele la cabeza?- Preguntó Jaime con clara incomodidad.

-Meh.- Nicolás término su comida y caminó a paso lento hacia la habitación, tomando su mochila.

-¿Adónde vas?

-A casa.- Finalizó con amargura, caminando por el pasto, que estaba demasiado largo pata Nicolás, y cerró la puerta del patio, dejando a su invitado, sentado en la mesa, confundido y con el pan en la boca.

****

Era tarde, y Nicolás no recordaba haberse ido tarde de la casa de su madre. Quizás la micro se demoró mas de lo debido, o el metro tuvo interrupciones entre el camino. No lo sabía, pero si sabía que eran las 13:30 de la tarde y Nicolás estaba abriendo con cuidado la puerta de la casa, esperando que su padre esté lo suficientemente ebrio como para no notar la presencia de Nicolás.

No lo estaba.

-¡Nicolás!, ven aquí inmediatamente y dame una buena explicación sobre tu ausencia.- El sólo grito de su padre, le erizó la piel, y no de una buena forma.

-O-k.

Nicolás no salió de casa por una semana.

Frío (Jainico) JaidefinichonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora