31 (Final)

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Dejé las mantas sobre la mesa y me gire lentamente.

Miré el cuerpo tendido encima de la cama, sintiendo mi corazón acelerarse de solo ver el rostro apacible de Nicolás durmiendo.

Sonreí levemente y le puse las mantas encima de su pequeño cuerpo, notando como había perdido algo de peso y sus ropas le quedaban exageradamente grandes.

Está claro que Nicolás ha vivido demasiado en la vida, y yo no puedo parar de pensar en que habría hecho yo en su situación.

Probablemente me haya suicidado.

Sonreí con cansancio y me recosté al lado de Nicolás, pasando mi brazo sobre su cintura, abrazándolo, sintiendo los huesos de su espalda.

Cerré los ojos y me quedé dormido.

****

Abrí los ojos con pereza, sintiendo los párpados pesarme.

No había dormido prácticamente nada, a causa de la misma pesadilla de siempre.

Levanté la cabeza y me encontré con el rostro de Jaime, quien estaba recostado a mi lado, con el brazo en mi cintura.

Me quedé unos minutos más hasta que se despertó, mirándome con las mejillas rojas.

-¿Qué crees que estás mirando?- Dijo tapándose la cara con las sábanas.

-Nada.- Dije simplemente, dándome la vuelta y cerrando los ojos de nuevo.

-¿Y qué crees que estás haciendo ahora? - Preguntó detrás mío.

-Seguir durmiendo, es Sábado.

-Nicolás, es viernes.- Dijo mientras se aguantaba la risa.

Abrí los ojos con sorpresa, levantándome inmediatamente, corriendo al armario y enseguida, corriendo hacia el baño.

-Tampoco es tan tarde Nico.- Dijo Jaime desde la habitación.- Nos vemos en la escuela.

*****

-Un minuto más y te doy por muerto.- Dijo el Manuel apenas me senté a su lado.

-Buenos días a ti también.- Contesté con un suspiro.

-¿Dónde te metiste ayer?, tuve que decirle al profesor que tuviste problemas estomacales.- Dijo cruzado de brazos.

-Hablé con el Jaime.- Susurré.- Creo que lo nuestro puede funcionar.

-Lo mismo pensé del Edgar.- Se recostó sobre la mesa, mirando hacia la puerta.

-¿Qué pasó con él?- Miré en la dirección a la que estaba mirando Manuel y me encontré con algo que me costó entender.

Y es que el Edgar estaba recostado en la muralla, mientras hablaba con una chica que yo juraba que no había visto antes.

-Rompimos hace dos semanas.- Dijo, cortando el silencio incómodo.- Me dijo que estaba confundido y me pidió un tiempo.

-Lo siento mucho.- Dije apenado. Nunca me imaginé que esto podría pasar, pues se veían bastante felices juntos.

-Tranquilo, no me voy a echar a llorar o algo.- Lo mire de reojo, y por más que intenté creerle, podía ver su rostro apenado.- Pero no hablemos de mí, ¿cómo pasó lo del Jaime?.

Le conté todo, desde que fui a ver a mi padre, hasta cuándo se fué hoy en la mañana.

-Wow.- Dijo luego de que le conté todo.

-Si, wow.- Me eché en la silla y miré hacia la puerta, por dónde el Jaime iba entrando con una sonrisa en la cara, mirándome.

-Hola.- Se sentó en la mesa y me dió una sonrisa.

Frío (Jainico) JaidefinichonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora