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Luego de un tiempo pensando, me di cuenta que ya era muy tarde como para volver al colegio, así que caminé hacia mi casa.

Las palabras del Jaime seguían en mi cabeza, y entonces me pregunté si yo realmente sentía lo mismo.

Quiero decir, no había pensado nunca en eso, recuerdo haberme sentido celoso del Iván, pero no recuerdo haber sentido algo por el Jaime.

Me tiré a la cama y cerré los ojos, sintiendo el cansancio aplastarme, logrando que me quedé dormido.

****

Me desperté por el sonido del despertador, sintiendo la luz del sol perforarme los ojos.

Mierda, iba tarde.

Me levanté rápidamente, causando que me de un mareo que me obligó a agarrarme del velador.

Una vez recompuesto, corrí a la ducha, quitándome la ropa y entrando de lleno al chorro de agua fría.

-Ahh.- Pegué un saltito por la temperatura del agua, y temblando, saqué el cepillo de dientes y le eché pasta dental, lavandome los dientes mientras me ponía shampoo en el pelo.

Al salir de la ducha, corrí hasta la pieza y saqué la ropa del clóset, vistiendome rápido.

Terminé de ponerme los zapatos y tomé el celular, mirando la hora.

Sábado, 9:30 a.m

Metí el celular en mi bolsillo, para luego percatarme del día y mirar de nuevo el celular.

Sábado, 9:30 a.m

Me tiré a la cama y solté un grito de frustración. Ya era la segunda vez que me pasaba, la primera fue en la casa del Jaime.

Jaime...

Recordé lo que me había dicho y cerré los ojos, pensando en que es lo que le diría cuando lo vuelva a ver.

¿Realmente estaba dispuesto a ceder, después del daño que me hizo?¿Siento lo mismo por él?¿Si no es así, que sentía realmente?

No era amor, pues tampoco sabía con certeza como debía sentirse el amor.

¿Quizás estaba mezclando las cosas? Claro que le tenía un atisbo de aprecio, pero después de lo que me hizo, no iba a dejar que otra persona en mi vida me tratara de la misma forma en la que me trató mi padre.

Con todo eso en mente, en cuestión de segundos, me quedé dormido.

****

-Me gustaría ver a un recluso.- Dije una vez llegué a la oficina.

-¿Identificación?- Saqué mi cartera y le entregué el carnet.- Señor Gaule, camine hacia la caja de la izquierda y rellene el formulario de visita.

Me entregó la identificación y fui a rellenar el papel.

Una vez listo, dejé el papel en recepción y fui a sentarme a la sala de espera.

Saqué mi teléfono y me puse los audífonos, dándole play a la primera canción que salió.

Sweater Weather - The Neighbourhood

Le bajé un poco a la música y me puse a jugar Solitario en el celular, mientras esperaba a que me llamarán.

Unos minutos más tarde, un oficial salió del pasillo y me llamó.

-Por razones de seguridad tenemos que escoltarlo a la sala de visitas.- Dijo el oficial, tomándome del brazo y caminando junto a mí por el pasillo, entrando a lo que parecía ser las celdas de los reos.

-Atencion.- Gritó el uniformado junto a mí.- Pasa una visita.- Anunció, para luego caminar a lo largo del pasillo, mientras de a poco, iban asomándose cabezas por las rejas de las celdas.

En los que parecieron ser los 2 minutos más largos de mi vida, cruzamos el pasillo, mientras sentía gritos y silbidos desde dentro de las celdas.

-Tome asiento.- Me dejaron en lo que parecía ser la sala de visitas.

Miré a mi alrededor y busqué un asiento vacío, sin tardar mucho, pues solo habían dos personas.

Me senté frente al vidrio que me separaría del recluso y tomé el teléfono, esperando a que traigan a la persona que vine a visitar.

Unos minutos más tarde, un oficial, por el otro lado del vidrio, trajo consigo a un delgado y demacrado Fernando, quién al parecer no era muy bien tratado por los uniformados, pues el oficial le daba continuos golpes en las piernas para que camine, de vez en cuando empujándolo.

Cuando llegaron frente a mi, el oficial tomó a Fernando del brazo y lo empujó con fuerza hasta la silla.

-Ahí está tu visita.- Dijo con voz grave, mientras se retiraba de la sala.

Fernando se giró, mirando a través del vidrio, sonriendo con malicia al encontrar mi mirada.

Se sentó frente a mi y tomó el teléfono, llevándoselo al oído y mirándome con diversión.

-¿Se puede saber que mierda hace aquí el marica de mi hijo?

-Buenos días a ti también.- Dije luego de soltar una pequeña risa.- Deberías tratarme mejor, dudo que alguien haya venido a visitarte durante tú estadía aquí.

-Puede sonar sorprendente, pero de hecho si he tenido algunas visitas.- Miró sus uñas y luego me dió una sonrisa.

-¿De verdad? No sabía que escorias como tú podrían tener amigos.

-¿Sabes? Si yo fuera tú, cuidaría mejor mis palabras.

-Ah, ¿sí? Porque no creo que puedas hacer mucho con un vidrio interponiendose.

-Oh Nicolás, muy pronto no voy a tener un vidrio interponiendose para poder romperte el cuello.- Me congelé al escuchar su respuesta, ¿Acaso lo iban a soltar?

-¿Te van a sacar de aquí?- Pregunté nervioso.

-¿Viste tú cara? Estaba seguro de que te pondrías así al saberlo, pero agradezco haber visto tu reacción.- Se acomodó en su silla y se acercó al vidrio.- Pero prefiero ver tu cara cuando esté azotando tu cabeza contra el piso.

-No vas a hacerme nada.- Dije, alejándome un poco del vidrio, mientras Fernando me veía con una sonrisa burlona.- Al salir de prisión vas a tener algún tipo de restricción.

-No con el abogado que tengo.- Se recostó en su silla.- Ya te lo había dicho, recibí algunas visitas mientras te abrías de piernas a tu noviecito.

-¿Qué?- Fruncí el ceño.

-No recuerdo muy bien su nombre, sólo vino dos veces, creo que era ¿Juan? ¿Javier? ¡Ah!, Jaime.- Apreté los puños, tanto que sentía mis uñas perforar las palmas de mis manos.- Vino hace bastante tiempo la verdad, y al parecer, no había sido tan difícil hacer que te abras de piernas.

-¡Cállate!- Grité, sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos.

-Dijo que lo mejor fue oirte chillar.- Me miró y apoyó sus codos en la mesa.- Después de todo, sólo faltó un poco de fuerza para poder hacerte gritar como perra.

Ya con lágrimas cayendo por mis mejillas, apreté los puños y le dí un golpe a la mesa.

-Apenas salgas de prisión me encargaré de matarte con mis propias manos.- Grité y salí de esa sala, mientras un oficial me agarraba del brazo y me devolvía a la salida.

Oh Jaime, no sabes lo que se te viene encima.

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Jelow.

Últimamente he estado pensando en finales para la historia, donde siempre termino matando al Jaime, al Manuel, al Pedro, etc.

En conclusión, tengo un fetiche con matar personajes.

Pero tranquilas, no pienso matar al Nico, por ahora, pienso que ya ha sufrido lo suficiente como para pitiarmelo al final.

Eso.

Me marcho.

Frío (Jainico) JaidefinichonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora