XXVIII- Cable a tierra.

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~"¿Te sumergirás en el lago y me traerías de vuelta a casa? ¿Quién va a arreglarme ahora? ¿Quién se sumergirá cuando esté abajo? Sálvame de mí mismo. No dejes que me ahogue. ¿Quién me hará pelear? ¿Quién me sacará vivo?" - Drown- Seafret. ~

-¡Aquí estás!- Leigh me sacó del trance.

-Estaba retocando mi maquillaje.- Dije rápidamente incorporándome. 

-En menos de un minuto tienes que estar en el escenario, dando tu discurso.- Se acercó rápidamente con el ceño fruncido. -¿Estás bien?-Esa pregunta irritante.

-¿Por qué estaría mal?- Puse los ojos en blanco y comencé a caminar hacia la salida.

-No lo sé.- Comenzó a caminar a mi lado, olvidando el tema. -Toma, por si olvidas algo aunque no lo creo.- Leigh me entregó el discurso que había escrito hacía unas semanas.

Le agradecí y subí al escenario. El sabor amargo se había ido y mis nervios se habían calmado. Observé el salón preparándome para hablar.  Acomodé los micrófonos y comencé a hablar. La seguridad comenzaba a tomar las riendas de mi cuerpo, bloqueando cualquier síntoma que amenazara mi estabilidad. Todo iba perfecto, hasta que me percaté de un flash oportuno. Solo faltaba la última línea del discurso pero algo no me permitía hacerlo. El flash trajo consigo el aura del fotógrafo que parecía gritar mi nombre. Su aroma me rodeó volviéndose de un sabor amargo dentro de mi boca. La sensación se volvía más fuerte con el correr de los segundos. Tosí tratando de recomponerme. Miré a Harry pero su silueta se perdía en una llamarada verde. Qué demonios sucedía. Alejé la mirada rápidamente, la llamarada cegaba. Observé el resto del salón, buscando un punto en el cual concentrarme e ignorar todo lo que emanaba Harry.

La gente esperaba en silencio para que continuara. Volví a toser, miré mi discurso buscando la última línea pero las letras se movían sobre la hoja. Tragué esa amargura que comenzaba a acumularse en mi boca y respiré. Pusé la mejor de mis sonrisas y concluí mi charla agradeciendoles a todos por haber venido y por haber confiado en nuestra empresa.

Bajé del escenario deprisa, quería irme lo más lejos posible.  Necesitaba calmarme, la ansiedad empeoraba mi estado y la fiesta no ayudaba en lo absoluto. Tomé la falda de mi vestido ocultando mis manos entre las oscuras telas. Todo se estaba saliendo de control y ya no estaba Neoma para arreglar mis desastres. Más bien mis errores. 

Empujé la puerta de vidrio que daba a un pequeño balcón. El aire fresco de la noche me golpeó, ayudándome a estabilizar mi respiración. Me apoyé sobre el barandal con los ojos cerrados. La mezcla de sentimientos era demasiado fuerte. Todos los años, para estas fechas la nostalgia volvía a recordarme todo por lo que luchaba. El amor de mi familia por esta empresa, su dedicación, ahora tenía que mantenerla intacta por ellos. Pero, este año, la nostalgia no era lo único que tenía que controlar y esconder. Todo lo que había sucedido en el último mes había agravado mi sensibilidad. Ahora no solo era ese dolor por mi familia, si no miedo, por que con el paso de los días la oscuridad se metía más en mí. Nunca había estado tan aterrada en mí vida.  Luego estaba Harry, que inexplicablemente había podido derribar todos mis muros. Algo había en él que lo hacía diferente a los demás. Lograba que me preocupara por él, que pensara en él. No quería comenzar a sentir algo por él pero algo me decía que era tarde. No era normal que pudiera sentir su aura a tanta distancia tampoco que me sentara en mi escritorio observándolo en las cámaras de seguridad. 

Su aura, podía sentir como se aproximaba rápidamente, inundando todo. Mi lado derecho comenzaba a quemar por su cercanía. Abrí los ojos con asombro, Harry estaba a mi lado. 

-¿Ocurre algo?- Esa voz ronca calmó un poco la quemazón pero aún así tuve que retroceder un poco.

Tragué todo ese sabor amargo. Harry no lo notaba, no tenía ni idea de lo que sucedía. Estaba rodeado de fuego verde y ni siquiera lo sabía. Un olor fuerte a madera y cítricos emanaba de él ahogando mis sentidos. Aún era fuerte pero con su cercanía no lograba afectarme.

-¿Ciara?- Su voz retumbaba en mis oídos.

-Harry.- Decir su nombre hizo que mi interior se calmara un poco. -¿Te has sentido raro últimamente?-

-No... Pero sé que algo ocurre, dime.- Se acercó otra vez. -Estás muy rara, más de lo normal.-

- Tu aura... Me está sofocando.- Su perfume no me dejaba respirar.

- Mi... ¿Qué?- Preguntó confundido. 

-Tu aura, todo el mundo tiene una.- Contesté agitada. 

Apoyé mis manos sobre el barandal y este se tiñó de negro. Rápidamente me alejé asustada. Comenzaba a sentir frío y tenía los sentidos ahogados en Harry. Él se acercó hasta que tuve su rostro a pocos centímetros. Esos ojos verdes esmeraldas lograron conectarse con los míos, transmitiendo paz. Sus manos cálidas tomaron mis hombros, calmando el frío. Fuego y hielo juntos, fundiéndose. Su llama verde me rodeaba y su aroma no me dejaba respirar. Pero,¿Necesitaba respirar? Su aura ya no era una molestia, más bien se había convertido en una especie de cura. Calmaba mi ansiedad y me protegía de mis miedos. Mis manos aún temblaban cubiertas de esa sustancia oscura y aceitosa. 

-Tranquila, respira. Todo tiene solución. Pero ahora tienes que concentrarte en mantener el control y volver a la fiesta.- Dijo abrazándome. 

-Es un desastre.- Me quejé. -Todo es un desastre.-

-No, todavía no lo es pero lo será si tú no vuelves a ese salón.- Su tono era calmo y lleno de seguridad.

-No puedo volver en este estado.- Apreté mis puños contra mi pecho. -No quiero lastimarlos.-

-Tú no lastimaras a nadie.- Me sentía tan bien en sus brazos, rodeada de su aroma y calidez. -¿Qué tengo que hacer para ayudarte?-

-Sólo... Necesito concentrarme en algo que bloquee mis sentimientos. Tener un cable a tierra.- Mi respiración volvía a la normalidad.

- Piensa en la fiesta, en los accionistas que has invitado que seguramente lograrás convencer para que inviertan en la empresa. En como has logrado que la empresa tenga el éxito que se merece. Piensa en que te mereces todo este éxito y más. Sal y demuestrales lo que vales.- Cada palabra era un destello de seguridad y fuerza.

Me atreví a mirarlo. Sus grandes ojos expresaban tanto ánimo que lograron mi rendición. Harry sonrió iluminando la pequeña distancia que nos separaba. Sus brazos todavía me sujetaban. Él era mi cable a tierra. 

-Falta el cable a tierra.- Dijo pensativo. 

-¿Qué?- Pregunté curiosa.

-Lo tengo.- Sus brazos se movieron hasta su cuello tomando el pañuelo que colgaba de él.

-¿Qué haces?- Era tan impredecible.

-Dándote un cable a tierra.- Tomó mi mano y puso el pañuelo en ella con una sonrisa.

-Harry...- Mi humor había mejorado notablemente, ahora mi rostro desbordaba en una sonrisa.

-No.- Me interrumpió. - Tú aceptarás este pañuelo y lo mantendrás contigo toda la noche. Será un recordatorio de todo lo que vales. Cualquier pérdida de control que haya, que sea contra el pañuelo, usalo como descarga. Literalmente, tu cable a tierra.- Su mano había cerrado la mía, cubriendola por completo.

Tenía tanto para decirle. Resultaba realmente difícil ordenar todo lo que tenía que decir teniéndolo tan cerca. Ninguno quería dar el primer paso para alejarse. ¿A quién le importaba la fiesta? Su aura ya no era una molestia y aún seguía ahí, abrazándonos. Harry mojó sus labios con su lengua, esperando alguna respuesta de mi parte.

Y cómo si algo me hubiese empujado desde mi interior elimine la poca distancia que había entre nosotros. Mis brazos se envolvieron alrededor de sus hombros abrazándolo y los suyos volvieron a envolverme de inmediato. Había echado de menos su toque. Me hacía sentir tan libre. De alguna forma, esta era mi manera de agradecerle por todo. Sin embargo,  no me iba a alcanzar la noche para agradecerle correctamente lo que había hecho por mí.




Dorchadas Álainn ||H.S|| a.u (Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora