XVIII- Cálmame.

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~ "Cuando mi cabeza esté estallando, ¿Podrías apagar todo el ruido? Si estoy sufriendo, ¿Te quedarías a mí lado? Si te necesito ahora, ¿Me tranquilizarías amablemente?"- Kindly calm me down -Meghan Trainor.~

Me desperté gracias a que el dolor se había agravado. Había dormido una hora y media más y esta vez, en los brazos de Harry. Sorprendentemente, seguía ahí, conmigo. Él abrió los ojos rápidamente al oír mi quejido, ahora su tacto no lograba calmar las molestias. Sus cejas se juntaron y sus manos me apretaron un poco más. Traté de sonreirle pero no creo que haya logrado un buen resultado. 

-¿Qué hora es?- Pregunté debilmente.

- Casi las doce de la noche, has dormido mucho.- Me contestó evaluando cada centímetro de mi rostro. 

No sabía que contestarle, mi cabeza dolía demasiado para responderle con una defensa. Harry tampoco rompió el silencio, solamente se mantuvo ahí, observándome. Nuestros rostros estaban tan cerca que podía sentir su respiración tranquila. A pesar de las ganas de cerrar mis ojos los matuve abiertos, observándolo. 

-¿Tienes hambre?- 

-No.- Le respondí vagamente.

-Oh, vamos, no has comido nada desde el mediodía.- Me animó y empezó a moverse lejos de mí.

Las molestias aumentaron drásticamente cuando retiró su tacto de mi piel. Me dijo que no se tardaría y me examinó una última vez antes de desaparecer por la puerta. Traté de alejar la agonía levantándome de la cama pero no funcionó. Mi cuerpo realmente estaba cansado, tanto como si hubiese estado días sin dormir. Mi cabeza hacía dar vueltas la habitación y la amargura en mi boca estaba esparcida por todo mi esófago. Lentamente llegué a la puerta de mi habitación donde tuve que descansar. Mi cuerpo me pedía volver a recostarme pero tenía que llegar a la cocina. No iba a permitir que Harry me cuidara, yo ya era lo suficientemente grande para cuidarme sola. Caminé hacia las escaleras tratando de convencer a mi cuerpo de que estaba bien y de que todo esto era una tontería. Logré llegar al pie de las escaleras y tomarme de la baranda para bajar el primer escalón. Sentí vértigo y el suelo se movía descaradamente. Apreté aún más la baranda conteniendo la respiración y bajé los escalones restantes. Lenta pero segura, logré llegar a planta baja. Mi meta final era llegar a la cocina y con cada paso, mis extremidades pesaban más y más. Me apoyé en el umbral de la puerta, tomando aire y observando como Harry se volteaba a verme. 

-¿Qué haces aquí?- Se acercó preocupado.

Sus manos me tomaron de la cintura y solté el aire que había tomado para contestar su pregunta. Me atrajo hacia él, sosteniendo mi cuerpo. Estaba molesta pero no podía resistirme. Era inexplicable pero su tacto provocaba que la agonía retrocediera un poco. No quería aceptar ese bienestar que provenía de él, no quería nada de él. Ya había tenido suficiente de su cercanía en estos siete días y de sus besos. Puros errores, que no cometería nunca más. Mañana todo esto terminaría y solo sería una mancha más. Solo esperaba que este asunto quedara aquí y que él no lo recordara y lo tomara como hacía con todo lo que tenía a mí alrededor. 

Harry me regañaba mientras me ayudaba a sentarme en el desayunador para que él pudiera seguir preparando la cena. 

-Harry, no hace falta. Yo puedo.- Mi voz sonó débil aunque intentara esconder esa debilidad.

-Tú te quedarás sentada ahí mientras yo termino de cocinar algo... que en teoría... sería saludable.- Me ordenó mientras tiraba algunos vegetales en un wok.

- No importa si es saludable o no, no me servirá de mucho.- Dije por lo bajo, frustrada.

-¿Por qué lo dices?- Claramente, él tenía muy buen oído y lo había escuchado.

Dorchadas Álainn ||H.S|| a.u (Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora