La molesta voz de Hyukjae era acompañada de una melodía para nada tranquila. Una canción de los ochenta que retumbó a través de la puerta y me obligó a despertar sobresaltado.No sabía qué hora era, pero mi cuerpo entero pedía a gritos regresar al dulce país de los sueños. Gemí, rodando por el colchón... entonces, mi cerebro hizo clic. Había un espacio libre a mi lado. Moví el brazo para comprobarlo, nada, nadie. Abrí los ojos con esfuerzo, pero Jaemin definitivamente no estaba en ninguna parte de la habitación.
Acostado sobre mi espalad miré el cielo despejado, pensando, no sin un poco de resentimiento, que despertar sin él podría ser lo mejor. ¿Qué le habría dicho?, ¿O qué habría hecho?
¡Ah!
Solo imaginar verle a la cara hizo que me temblasen las piernas y se me disparase el pulso, hasta sentirlo en la boca de la garganta.
Pero tenía que ser valiente, no podía esconderme para siempre en el cuarto de huéspedes.
Despegué la gruesa frazada de mi cuerpo, estaba todo sudado, como si mi subconsciente hubiese seguido atormentándose a sí mismo durante el período de sueño. Me deslicé hacia el baño. El pasillo poblado de sombras vibraba con la música de Hyukjae, gruñí como un viejo perro rabioso.
¡Y su voz!
Alguien debería darle una clase de canto. Muchas, en realidad.
Estaba teniendo un caso serio de mal humor mañanero y el dolor punzante en el hemisferio izquierdo de mi cerebro no cooperaba a mejorarlo. Tampoco lo hizo mi reflejo en el espejo; llevaba baba seca en la barbilla y dos perfectos círculos negros bajo los ojos, me apoyé en el lavamanos y me ahogué con el agua congelada.
El ruido se hacía más fuerte según me acercaba a la cocina y cuando crucé el umbral la escena frente a mí se me hizo jodidamente bizarra. De seguro estaría en algunas de mis pesadillas.
Bien, quizás exageraba. Pero era jodido que lo primero que veas en la mañana sea a Hyukjae batiendo café en una taza con la cara estampada de lo que en algún momento fue un oso, moviendo su trasero al ritmo de una canción de moda que le pertenecía a algún grupo de chicas. (Vaya gustos interesantes para un adulto). No parecía avergonzado en absoluto, sobre todo al ser observado por Jaemin.
Mi vecino favorito tenía los codos apoyados en la mesita del centro, con un bigote de chocolate que le daba un aspecto tonto e infantil. Ninguno de los dos se había percatado de mi presencia.
–A que debería ser un idol –bromeó Hyukjae, volteándose para escuchar la respuesta de Jaemin. Me vio en ese mismo instante, detenido en el marco de la puerta–. Jeno, buenos días. ¿Acaso todos cayeron de la cama?
–¿Lo dices por la hora? –pregunté, esquivando los ojos de cachorro que seguían mis movimientos al sentarme en la silla más cercana a la salida.
–No, pero es bastante raro ver a dos jóvenes madrugar un domingo. Donghae se ha ido hace dos horas por una molesta cliente –dijo esto último como si hubiese pedido la ubicación de mi padre, entonces señaló a Jaemin–. Él ha llegado a la cocina exactamente a las ocho buscando su chocolate caliente.
Eso no me sorprendía. Jaemin recordaba cada mínimo detalle de las cosas y si algo le gustaba demasiado se volvía parte de su rutina, así que a la misma hora todos los días su madre tenía preparado una taza humeante para él. El señor Na le llamaba su pequeño reloj.
Dejé caer mi barbilla sobre los brazos. –¿Tú nos llevarás a casa?
–Supongo –dijo, dándole un mordisco a su tostada–. ¿Puedes dejarme a Jaemin un ratito más? Prometo devolvértelo... en algún momento.
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Mermar - Nomin
FanfictionTenía 14 cuando su familia se mudó a la casa de al lado. Tenía 15 cuando vi a mi padre besarse con otro hombre. Tenía 16 cuando comencé a sentir odio. Tenía 17 cuando lo bese. PORTADA creada por la hermosa y talentosa @Kunhangucci a quien amo y admi...