25. The one

20.8K 2.1K 2.8K
                                        




Se me durmió el brazo después de diez minutos en la misma posición, aguantando el peso de Jaemin sobra la mitad de mi cuerpo. Nunca me había atrevido a pensar en un chico como "adorable", pero Jaemin lo era, con su boca entreabierta y su mejilla aplastada en la manga de mi camiseta. Las mariposas hicieron un lío en mi estómago, le besé en la frente y las condenadas revolotearon a más no poder.

El maldito celular volvió a vibrar por algún sitio, quise alcanzar la sudadera sin tener que moverme de su lado y al conseguirlo tuve que aguantar el deseo de tirarlo hacia algún lugar entre los rincones oscuros de la casa. Había un par de llamadas perdidas de mamá y unos cuantos mensajes de papá, pero eso era algo normal en estos días. Él seguiría insistiendo para vernos y yo seguiría diciéndole que se fuese al diablo. 

Ya era hora de regresar a la realidad que habitaba fuera de este lugar, del calefactor a gas, de los muebles con termitas y de una tela polvorienta que nos había servido de refugio durante la tormenta.

En realidad, no había pasado mucho desde que le pregunté sobre la opinión de su familia, pero recordar su respuesta me puso un poco blando por dentro. Si, definitivamente podía llamar a este chico adorable.  Me respondió «Mmh, no creo que a Yuri le guste, seguro te pedirá el divorcio» y luego sonrió en grande agregando «Eso sería genial, digámoselo mañana», me dio unas palmaditas sobre el corazón y cubrió mi boca con sus dedos cuando quise seguir hablando. «Durmamos un poco» me pidió, y quién era yo para negárselo.

El frío comenzó un poco después, solo la parte donde nuestros cuerpos se tocaban se mantenía con calidez. El calefactor había sido demasiado bueno con nosotros, pero no faltaba mucho para que el gas se acabase.

–Min, arriba... vamos, tienes que levantarte. –Ni siquiera movió un músculo. Suspiré, sintiendo su brazo envolverme con fuerza el abdomen.

Así que esta era mi vida ahora, tenía una casa vieja y un novio mitad piraña y mitad oso perezoso. Era bueno, no podía quejarme.

Soplé aire sobre sus ojos y apreté su nariz con mis dedos, él arrugó el rostro, abriendo los ojos con ese brillito asesino que lo hacía un digno padre de Zen. Se llevó mi mano a la boca. Estaba tan perdido en lo adorable que me parecía, que me olvidé de alejarme antes de que clavase los dientes en la piel entre el índice y el pulgar.

–¡Duele, duele!

Él se incorporó, acomodándose el pijama y temblando de frío al ir por su chaqueta, se envolvió con ella y me tiró la bufanda, luciendo genial y desinteresado al hacerlo, como uno de esos personajes en los dramas que a su madre tanto le gustaban.

–Hace frío –musitó, arrodillándose ante mí y envolviendo la dichosa bufanda en mi cuello. –Te protegeré, ¿recuerdas?

Ahora entendía a las chicas en esos programas, mi corazón estaba enloqueciendo.

–Me gustas –susurré, patéticamente –, me gustas un montón.

Jaemin sonrió.

–Ya dijiste eso.

Salimos al exterior, la lluvia había empapado la ciudad. Las luces de los semáforos proyectaban sus colores en el asfalto, tomé la mano de Jaemin entre la mía y las escondí en el bolsillo de mi sudadera.

El camino de regreso fue cansador, tuve que llevar a rastrar a Jaemin que no dejaba de mirar la noche como si fuese la primera vez para él. Entonces me di cuenta de que seguro lo era. Jaemin no tenía amigos con los que hacer travesuras, y no había una pizca de maldad en él que lo hiciese ir contra las reglas de sus padres. Excepto que había ido en contra de todo y de todos al verme esta noche. Calentó mi corazón, me puso a temblar la simple idea de que él pudiese quererme tanto para romper su caparazón.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 27, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mermar - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora