22. Heart

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Jaemin

Nunca me gustó sudar, a Jeno parecía gustarle bastante. Por un segundo imaginé que me abrazaba como lo había hecho otras veces y sentí un revoloteo en la panza. Él siempre me hacía sentir gracioso.

Corrió tan rápido que en poco tiempo estuvo del otro lado de lo que Doyoung me había dicho era la zona de marcación. Una mujer se paró en frente de mí y le gritó a uno de los chicos que corría junto a Jeno. A mí se me congelaron las manos y se me aceleró el corazón. No me gustaban los deportes, todo era demasiado ruidoso, todo era demasiado brusco.

Pero quería verle a él.

Me puse de pie junto a Donghyuck y estiré el cuello para ver por entre la multitud. Agradecí el gorro que mamá me puso sobre la cabeza, al menos las luces del techo no estaban llegándome directamente. Siempre había preferido la oscuridad, era menos aterradora y podía esconderme mejor en ella.

Quería irme a casa.

Me ardía el pecho y se me dificultaba la respiración.

Por ello nunca estaba feliz en las multitudes, los sonidos eran simplemente demasiado. Cubrí mis oídos, pero las vibraciones seguían atravesándolos.

Tick, tick... Pum, pum... Bla, bla, bla. Thumb, Thumb, Thumb.

Todos los sonidos se mezclaban en un barullo horripilante y ensordecedor. No sabía a dónde mirar o a qué prestarle atención. Hasta que recordé que le había prometido a Jeno que lo vería jugar, que disfrutaría este momento.

¡Pero era demasiado!

Tenía ganas de volverme como esos bichitos que se encontraban debajo de las macetas que mamá tenía en el jardín.

Doyoung dijo que mirase el gran cuadrado con números rojos para saber si Jeno estaba ganando. A mí me gustaba el rojo, era brillante y me recordaba a las luces de la rueda de la fortuna. Rojo como el pañuelo que Jeno llevaba puesto... Jeno.

Clavé la mirada en él, no la aparté por nada del mundo. Quería cumplir mi promesa. Aunque no entendía la necesidad de cubrir la diminuta marca que le había hecho sin querer, de verdad no fue mi intención. Solo quería... no lo sé. A veces, estando con Jeno las emociones venían todas juntas y se transformaban en un remolino dentro de mi cabeza. Me hacían sentir como si fuese a estallar.

Y entonces alguien le golpeó. Yo me puse a temblar. ¿Por qué le gustaba jugar esto? Solo recibía empujón tras empujón mientras picaba un balón grande en el suelo. Oh, Jeno estaría tan repleto de moretones que no tendríamos suficientes pañuelos para cubrirlos.

–Auch.

Miré a Hyuck y me di cuenta de que había estado clavándole las uñas en su muñeca.

Conté el rebotar del balón en mi cabeza. 1... 2... 3... funciona por favor 1... 2... 3... 4...

Yoona dijo que contar ayudaría, pero me era imposible. El balón seguía dando tumbos en las manos de los jugadores, cambiaba de dueño tan rápido que mis ojos se debían esforzar por seguirlo. La necesidad por gritar que vayan más lento me puso cálido por todas partes y no de una buena manera. Me sudaron los dedos y las axilas. Me sentí asqueroso dentro de mi ropa.

Deseé que Jeno dejase de ir tras el balón y viniese hacia aquí. Deseé que fuesen sus manos las que cubrían mis oídos y que su pecho se presionase contra mi espalda. Deseé estar de regreso debajo de sus sabanas, con Zen acurrucado en mi barriga y los dedos de Jeno dibujando estrellas en mi brazo.

Algo jaló de mi chaqueta. Miré a Yuri y no supe qué era lo que me estaba pidiendo, solo podía notar la pancarta arrugada en su otra mano. Era espantosa y alguien debió decírselo, pero mamá no me lo permitió. Dijo que a Jeno le encantaría, yo no estaba tan seguro de ello.

Mermar - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora