21. Heavenly

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No era bueno por las mañanas, casi siempre caía de la cama con mal humor.

Pero no hoy.

Hoy estaba abrumado por todas estas sensaciones.

Estaba lloviendo y no era algo pasajero. Estiré mi cuerpo que se sentía anestesiado, el frío de la mañana erizó la piel desnuda de mi brazo que era la única porción de mi cuerpo fuera del refugio que formaban las mantas. Jaemin era un peso muerto contra mi pecho, nuestras piernas estaban una sobre la otra y la humedad en mi clavícula se debía a su constante respirar. Por un instante pensé en quedarme aquí y fingir que el resto del mundo no seguía su curso.

Pero esa no era una posibilidad.

Intenté no despertarle al salir del enredo que eran nuestras extremidades, pero Jaemin tocó mis manos y las apretó.

–¿Qué haces? –preguntó, luciendo bonito con la cara hinchada y los ojos entrecerrados.

–Tengo que levantarme.

–No puedes –Miró hacia todas partes, parecía estar buscando las palabras adecuadas, entonces se empujó a sí mismo más abajo en la frazada– ¡Me congelaré!

–No seas exagerad... ¡Auch! –Sus dientes se habían clavado en mi cuello con demasiada fuerza –¡Eres una piraña!

–Y tú no puedes dejar que me ponga frío y me congele.

Suspiré, dando lo mejor de mí para obligarme a poner los pies en el suelo. Era cierto, hacía demasiado frío. Ducharse iba a ser un calvario.

Un par de dedos tomaron los míos. Miré por sobre el hombro los ojos angustiados de Jaemin.

–¿Realmente te vas? – preguntó.

Ay. Debería haberle dicho que sí, ser firme y ponerme en movimiento antes de que la hora se me fuese volando. Pero... lucía tan tranquilo y lindo. Besé su hombro y su clavícula, sus brazos me acercaron y acarició mi cabello despacio, mientras rozaba con la punta de mi nariz su cuello caliente.  Me deslicé de nuestro refugio privado y por fin salí de la cama.

–Tengo clases dentro de una hora, mamá de seguro dormirá hasta que sea hora de ir al trabajo. Puedes hacer lo que quieras mientras tanto y prometo que me escaparé para llegar temprano. ¿Sí?

–Vuelve rápido.

Toqué el bolsillo de su pijama. –Lo haré. ¿Quieres darte una ducha?

–Estaría bien.

Zen dormía plácidamente sobra la sudadera con capucha, y bueno, ya no iba a poder utilizarla porque además de ser su nueva cucha también estaba plagada de sus pelos. El maldito gato vengativo quiso arañarme cuando lo saqué de allí. Jaemin se desperezó, estirando sus brazos para recibir a Zen.

Él se bañó primero, regresó unos minutos después cuando ya había terminado de ordenar mis libros. Se metió en la cama y trajo al mínimo a mi almohada.

–Jeno.

Comprobé que tuviese carga en los audífonos antes de mirarle.

–¿Mmh?

–¿Puedes hacerme chocolate caliente antes de irte?

Ah.

Sonreí.

–Daré lo mejor de mí.

______________

Cuando salí de la ducha me encontré con mamá en el pasillo. Casi se me salió el corazón por la boca, pero recordé que mamá jamás podría saber lo que habíamos hecho. Y estaba borracha, para variar. Miré con anhelo la puerta de mi cuarto, solo quería regresar a la cama, pero no podía dejarla convertida en un zombie deambulando por la casa.

Mermar - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora