El cielo estaba oscuro sobre nosotros, pequeñas gotas caían sobre nuestros cuerpos. Me encontré pensando algo horroroso...Pensé: sí tan solo pudiese borrar nuestras memorias, que volviésemos a ser los extraños vecinos que éramos en un principio, porque, quizás, si su madre no hubiese aparecido aquella noche en año nuevo, nunca hubiésemos terminado así.
Entonces recapacité.
Mirándole aquí frente a mí, me di cuenta de que nunca fui yo el que comenzó. Jaemin fue el que se acercó primero, me miró con esos ojos inmensos y se aferró al borde de mi camiseta.
Sus rasgos se suavizaron y su mirada fría cayó para tornarse triste y descorazonada. Me sentí horrible, un mal amigo, un peor novio. Le observé con el nudo en la garganta; el cielo crujió desde lo alto, a Jaemin le castañearon los dientes y a mí se me puso la piel de gallina.
–Deberías regresar –dije, señalando con la cabeza la cerca que dividía nuestras casas–, hace frío, Min.
Me miró a la boca, con tanta atención que se me incendió el corazón.
Las sensaciones le estaban ganado a la razón. Pero temí la posibilidad de que mi madre pudiese abrir la puerta de casa e interponerse en nuestro microcosmos otra vez. Y detesté la idea de regresar a la plana y opaca rutina, la cual se puso de cabeza en el momento en que conocí a Jaemin y a su familia, y que ahora estaba regresando para arrastrarme hacia la insufrible realidad de mi vida.
Y si mamá caía de la cama, borracha y sombría, para espiar por entre las cortinas, sabría que cumpliría su amenaza. Entonces les diría a los padres de Jaemin lo que habíamos estado haciendo. Temí que si eso sucedía a mi me enviarían lejos y él regresaría a su encierro perpetuo.
Pues bien, si tenía que evitar tocarnos y tan solo observarle a la distancia para evitar arruinarnos, entonces tendría que acostumbrarme a ello. Solo no quería destruir su vida.
Pero, maldita sea, él lo hacía tan difícil, empapándose por la llovizna y temblando de frío bajo el viento del invierno. Me destruyó.
–Tú... –comenzó, trastabillando con su lengua–, ¿ya no quieres ser mi novio?
Ahh, fue un ataque mortal.
El impulso nervioso me hizo querer decirle la verdad. Y esa era que me moría por ser su novio, por tocarle y abrazarle para ahuyentar el frío de sus huesos. Pero la verdad no sería una aliada en este momento. Y Jaemin era tan jodidamente terco, lo que me fascinaba y me atraía de sobre manera, pero también lo convertía en un incordio.
Miré hacia las ventanas del segundo piso de mi casa, el silencio de la noche me electrificó. Entonces estiré los dedos, en un arrebato nervioso, toqué su muñeca y lo llevé conmigo hacia algún lugar, no importaba donde, solo necesitaba estar con él.
–Jeno –llamó, deslizando sus dedos para juntarse con los míos, lo que hizo estragos en mi interior. –¿Dónde vamos?
–No lo sé.
–¿Cómo es posible no saberlo?
–Ya lo descubriré, espera un poco, por favor.
Al menos dejó de llover para cuando nos alejamos de las calles de nuestro vecindario, pero me pesaba la sudadera sobre el cuerpo y temía que ese gran abrigo que llevaba estuviese conteniendo litros de agua. Ni siquiera medité mucho sobre esto, ahora que me había alejado de mi madre tenía la mente un poco menos obnubilada. Y nuevas preocupaciones me asaltaron.
¿A dónde iríamos?
No podíamos ir a la rueda de la fortuna, nos congelaríamos.
Dudaba que papá me permitiese entrar en su departamento sin hacer un cuestionario largo y extenso sobre lo que había sucedido después del desastroso partido. Él lo intenté, envió mensajes por más de dos días, pero desistí de tener una charla profunda, porque lo único que había querido hacer fue acurrucarme en mi cama y olvidarme del mundo por un rato.

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Mermar - Nomin
FanficTenía 14 cuando su familia se mudó a la casa de al lado. Tenía 15 cuando vi a mi padre besarse con otro hombre. Tenía 16 cuando comencé a sentir odio. Tenía 17 cuando lo bese. PORTADA creada por la hermosa y talentosa @Kunhangucci a quien amo y admi...